Eduardo Aparicio
Las elecciones del pasado 30 de junio, que más que internas deben ser consideradas el primer acto de los tres posibles de las elecciones nacionales, dejaron resultados claros, sobre los cuales se pueden ensayar diversas interpretaciones, aquí aportamos la nuestra.
Por ende en esta nota centraremos la mirada en algunos aspectos de lo ocurrido en las filas de la izquierdas y el progresismo, procurando tender algunos puentes entre estas elecciones con el plebiscito de la seguridad social, ya que pocos días después de culminada la elección la Corte Electoral dio por culminada la validación de las firmas que representan el 10% de los habilitados y que dan lugar a que la papeleta sea sometida al escrutinio ciudadano el último domingo de octubre.
Por un significativo y no esperado margen de puntos porcentuales se impuso Yamandú Orsi a Carolina Cosse; 2/3 de quienes votaron por el FA lo hicieron por un candidato, que declaró abiertamente su oposición al plebiscito y que es respaldado por sectores alineados en la oposición militante y activa al mismo, desde el seno del Frente, constituyendose así en el “enemigo amigo”. Quienes votaron por COSSE mayoritariamente respaldaron a sectores que apoyan el plebiscito, cuyo núcleo duro lo constituye el PS, PVP y el PCU, si bien no se puede obviar que la candidata firmó para habilitar la consulta, pero se cuidó o postergó de manera deliberada e intencionada todo pronunciamiento de respaldo a los tres puntos (trípode) de la iniciativa de enmienda constitucional, encadenando su accionar en la materia a las ulteriores definiciones políticas que el FA debería adoptar una vez confirmada que en octubre se plebiscita la papeleta.
Las diferencias en general entre los dos candidatos eran notorias, en cuanto a los énfasis, las opciones, el talante y el estilo de hacer política, así como a las características, naturaleza y tradiciones de sus respectivos arcos de respaldo. El elector frenteamplista hizo su opción y se volcó a apoyar a un candidato que se erige en paladín del diálogo, en abanderado de la amortiguación del conflicto social y levanta como leitmotiv su moderación que, junto con su idiosincrasia, permitiría volver al gobierno; empresa en la cual se compromete a no tocar los equilibrios macro económicos, siguiendo el trillo de las últimas conducciones económicas. Ahora el voto al candidato triunfante no significa automáticamente el respaldo de sus 247.225 votantes, a todo lo que dice pensar y anuncia querer hacer el ahora presidenciable frentista…
Carolina Cosse jugó cartas diferentes, se inclinó y enfatizó en algunos aspectos programáticos, procuró conectar con sensibilidades más ligadas a los planteos y tradiciones del frenteamplismo histórico. Procuró sin éxito que la política uruguaya le abriera el camino por primera vez en la historia del país a una mujer.
La idea de enmendar la Constitución para asegurar tres pilares fundamentales de la Seguridad Social (trípode de principios), vino del movimiento social y obtuvo el respaldo de segmentos importantes de las izquierda ubicadas en el espacio frenteamplista y fuera del mismo.
Primero la iniciativa de recolectar firmas, después la obtención de las firmas, y ahora su validación abren una encrucijada para la izquierda institucional. No se puede negar que la papeleta del plebiscito, en particular cuando esta brega por la eliminación de las AFAP, en una formulación que cuestiona y afecta al sistema financiero, genera diferencias que no pueden reducirse a lo táctico; plantea un auténtico parte aguas, en filas de la izquierda política y de la izquierda social.
Corte que atraviesa y corta al FA, en que algunos le imputan al plebiscito ser una amenaza para el tan ansiado triunfo electoral, y que están dispuestos a remover todo obstáculo en la marcha hacia la recuperación del gobierno. Una lógica conocida, como la que se esgrimió y triunfó en 2003, cuando se argumentaba que había que abandonar la pretensión de derogación de la Ley de Impunidad, para poder asegurar el triunfo (debate del Congreso Héctor Rodríguez, triunfó Huidobro sobre Cores, la trama de la película es conocida, las lecciones que dejó también).
El tema de la postura del FA no está por el momento formalmente zanjado, se decretó para la primera parte una libertad de acción. Ahora, en cumplimiento del sentido de lo resuelto anteriormente con la confirmación de la realización del plebiscito, hay sectores que plantean que la misma no se renueva en forma automática y que se debería volver a discutir el tema en toda la línea. Ahora, en caso de persistir el recurso al expediente de la libertad de acción, ésta no podría tener las mismas características que tuvo en la primera etapa, donde en algunos casos logró maniatar a los defensores del plebiscito dentro de la estructura del FA. Ahora se plantea el tema del ensobrado, de la presencia del tema en todos los comités de bases, aun en aquellos donde los defensores del plebiscito son minorías. Pero también aparece la necesidad de encauzar la libertad de crítica, ya que hay sectores y dirigentes que despliegan una acción proselitista contra el plebiscito. Los defensores deberían poder replicar y contrarrestar. Tema no menos importante es qué va a decir la fórmula. ¿Va en su mensaje y discurso desconocer la sensibilidad e inclinación de una porción significativa del Frente Amplio, desde una apreciación cuantitativa y cualitativa de su militancia, simpatizantes y seguidores?
Recientemente la aspiración de la libertad de acción ha sido trasladada también al movimiento sindical, en detrimento de una orgánica y tradición que no la contempla. Importantes sindicatos como: AEBU, Fenapes, FOEBB, Fuecys y COFE han hecho un planteo en ese sentido. En los próximos días sabremos cual es la definición de la Mesa Representativa. Quienes hoy hacen estos planteos, desde el inicio marcaron posición, no se sumaron masivamente a la recolección de firmas y se comprometieron con los mínimos compromisos financieros que requería la campaña.
Frente Amplio y movimiento sindical tienen que sortear y abordar el tema de la libertad de acción y posiblemente lo hagan en forma y direcciones diferentes.
Entramos en la tercera y última etapa del plebiscito, donde se requiere pasar a la ofensiva y resolver temas como el autoensobrado ya que muchos sectores no van a ensobrar.
En la misma, la el naipe ganador se vincula con consolidar una situación ya insinuada, el número de firmas recogida por la papeleta, supera a las adhesiones electorales recogidas por las izquierdas en todas sus expresiones. En el FA, parte de las bases mostraron no estar dispuestas a seguir las orientaciones de sus dirigentes en el no apoyo al plebiscito.
El plebiscito actúa como un catalizador del descontento instalado en la sociedad. Quienes en forma unilateral y reduccionista quieren descontaminar el camino de la acumulación electoral para volver y subordinar cualquier manifestación político social a ese objetivo, no lo reconocen así y se pierden una oportunidad de crecer también en términos electorales, donde tampoco sin confrontación no se crece.
Con menguados recursos materiales, en el marco de una elección nacional, en medio de la desinformación a la que contribuyen los medios de comunicación mayoritarios, hay que apelar al reservorio de la militancia, a su creatividad, a su ingenio, su tesón y a la validez de una papeleta que en sus tres puntos se defiende sola. Ahora su defensa debe ser arropada, para lo cual hay que poner en práctica un militantismo no sectario, integrador, generador de unidad de acción para la lucha concreta.
La unidad es un valor a defender, pero su defensa no puede conducir al abandono de principios esenciales, a pasar a ser rehenes aprisionados en una camisa de fuerza. Se imponen reglas de juego claras, respeto a la misma, así como la más plena y rigurosa de lucha de ideas, sin falacias y libre de todo maniqueísmo.