Garabed Arakelian
“Y como dijo el compañero presidente Lacalle Pou, no permitiremos que les confisquen sus ahorros a los pobres jubilados que esperan poder disfrutar de ese dinero cuando se jubilen (después de los 65 años). Todos los buenos patriotas estamos unidos, sin distinción de clase, contra ese plebiscito”.
(Conjetura acerca de un posible acto del FA y posibles palabras de un orador).
Cuando Álvaro Delgado subió al estrado llevando de la mano a Valeria Ripoll, supuso satisfacer las crecientes inquietudes de la militancia adscripta al Partido Nacional que esperaba, anhelante, saber quién sería la persona integrante de la fórmula presidencial. Sin embargo, eso no llevó tranquilidad a los seguidores de Álvaro Delgado. Por el contrario, originó protestas, conatos de rebeldía que suelen practicar los militantes de blanca golilla y también algunas decisiones, como la que tomó la doctora Gabriela Fossati que, sin aviso previo ni trámite preparatorio, abandonó el Partido al que pertenecía, según sus propias palabras, por tradición familiar, y se aposentó sin más en el Partido Colorado, en un gesto de rotunda sencillez republicana. Obviamente, se ubicó en el sector del ganador de la interna: el doctor Andrés Ojeda. La síntesis del mensaje que conforma a todos es que “tanto da un lugar como el otro, pues son la misma cosa”.
Pese a la sencillez gestual con que se hizo el traslado, la lógica no cierra en primera instancia, pues si la doctora trashumante, manifestaba disconformidad por la introducción y ubicación de Ripoll, ella no estaba dando un paso distinto. Y además, si inesperado fue para muchos el arribo de Ripoll, la transferencia de Fossati provocó sonrisas socarronas, como la confirmación de algo que se esperaba.
Estos hechos, aunque parezcan aislados, en su conjunto guardan relación y obligan al estudioso, al investigador, al estratega a discernir que hay dentro de esta instancia que en apariencia se presenta como una bufonada. Este planteo viene al caso pues se relaciona con una interesante entrevista realizada por la periodista Meri Parrado al “politólogo y estratega electoral” Luis Costa Bonino, publicada en “Caras y Caretas” en su reciente edición del 12 de julio. En ella, el experto le adjudica al presidente Lacalle Pou la manipulación de candidatos victoriosos en los partidos Nacional y Colorado.
Según su tesis, “la interna” del Partido Nacional no fue tal, sino una selección externa, “una decisión del presidente que designó como candidato presidencial a Álvaro Delgado y que después ejecutó y validó con su estructura y su poder interno”.
En cuanto al P. Colorado, la opinión de Costa Bonino es que “fue una decisión personal del presidente, que apoyó políticamente y con poderosos recursos a Andrés Ojeda. Los candidatos colorados, especialmente los más adscriptos al presidente, tampoco hicieron campaña ʻinternaʼ, sino campaña externa antifrenteamplista”.
La síntesis de este planteo es que “Las internas blancas y coloradas se hicieron apoyando la estrategia “fusionista” de hacer del Partido Nacional y del Partido Colorado un único Partido identificado y conducido por Luis Lacalle Pou”, afirmó el entrevistado. No parece una teoría alocada pues los resultados abonan esas suposiciones.
Sostiene Costa Bonino que la designación de Ripoll tiene la intención de hacer perder a Delgado, es decir a su propio candidato, y al mismo tiempo hacer crecer a Ojeda dentro del P. Colorado. También es cierto, y no se debe olvidar, que esta versión de “organizarse para perder”, surgió de inmediato cuando se supo el nombramiento de Ripoll y fue explicada como un alarde de inteligencia estratégica, que se adjudicó al presidente Lacalle.
De ese modo, explicaban los “conocedores”, perdiendo en las elecciones próximas, en realidad “dándoselas”, al Frente Amplio, se ubicaba a la cabeza de la oposición, impidiéndole gobernar, propiciando su fracaso y postulándose para el “retorno”, triunfante en 2024. Esta tesis se difundió de inmediato, la misma noche, apenas Ripoll bajó del escenario. Distintos medios y voceros se encargaron de ello, y ahora Costa Bonino lo confirma con su teoría.
Si se acepta el planteo del experto y se utiliza la misma plantilla, se advierte que falta un término de la ecuación: el Frente Amplio no está. ¿Cómo es que en ese esquema hegemónico que le atribuye a Lacalle Pou, el enemigo principal no aparece? Parece un olvido muy grueso, si es que es olvido.
Esta teoría de nuestro estratega electoral que hace convincentes afirmaciones sin embargo no analiza la presencia ni la acción del Frente. ¿No ha hecho ni intentado nada el presidente Lacalle para asegurar que su plan de “retorno victorioso” no contenga sorpresas, y descuida a su enemigo principal? Bonino no habla de ello, al menos en el transcurso de la entrevista, alguna razón habrá, pero eso no significa que no haya habido intentos con ese propósito. Y si los hubo ¿cuáles fueron?
Ahora bien, si le damos merecido crédito a las conjeturas de Costa Bonino, ¿por qué no podemos continuar conjeturando nosotros? Por ejemplo, plantearnos la posibilidad de que haya un intento de hacer con el FA lo mismo que se hizo con el P. Colorado y que Costa Bonino expresa muy bien cuando habla de Ojeda y del apoyo que recibió.
Inteligentemente, Costa Bonino no incluye al FA en esta conjetura que estamos analizando, pero quizás esté en marcha y no lo advertimos. Es solo una suposición, un recurso matemático, que posibilita hacer preguntas y planteos.
En ese esquema, incluyendo los datos que nos brinda la realidad, debemos anotar que Orsi, tal como Ojeda, gozó de cierto beneplácito por parte de lo que denominamos “la derecha”, que en cambio fue implacable con la ingeniera Cosse. Parecería entonces que no fueron vanas las anticipadas declaraciones de buena voluntad que reiteradamente, expresó Orsi .
Quizás, también se pueda explicar el porqué de la injerencia que llevó a cabo la pareja que maneja los destinos del MPP, en contra de Carolina Cosse poco antes de la elección interna: lamentable episodio, una actitud que no debiera ser tolerada pero que fue aceptada y se sumó al tratamiento desigual que recibieron los dos candidatos del FA, por parte de los factores de poder. Podría conjeturarse que la ingeniera Cosse no tuvo y no hizo compromiso previo y por eso le fue mal.
Si se hicieron transferencias de votante para fortalecer a Ojeda en el P. Colorado, ¿no podrían haberse dado situaciones similares respecto al FA?
La posibilidad de una acción similar con el FA. La corrida hacia el centro que se le “aconseja “al Frente, ¿no podría tener relación con esto?
Y en este esquema de conjeturas que desata el planteo de Costa Bonino, por extensión del mismo, ¿se debe atribuir a la casualidad o a que, para decirlo en términos sencillos, el plan que incluye desde ahora un Frente sin energía. Sin capacidad de lucha y, por el contrario, dócil a los planteos de la derecha?
Seguramente en esta próxima campaña en la que el plebiscito por la reforma de la seguridad social se convertirá, como ya lo es, en un verdadero “parteaguas”, escucharemos desde filas frenteamplistas encendidos discursos denunciando la nunca probada acusación de que la misma confiscará los ahorros de los jubilados y provocará una debacle económica. Claro que, nunca habrá como hasta el presente, ni una crítica a las jubilaciones militares o al lucro privado de las AFAP.
En realidad, sin necesidad de forzar la imaginación se constata que la división que desean los programadores de la derecha, incluye un FA dividido sumido en la discusión interna. Eso explicaría la oposición enconada de algunos sectores (que resultan mayoritarios después de las elecciones internas), al proyecto de reforma de la Seguridad Social.
La teoría de Costa Bonino tiene basamento: es muy posible que Lacalle Pou se encarne a sí mismo como una especie de héroe que supera inútiles diferencias entre partidos tradicionales que son la misma cosa y con esa nueva composición en base a lo viejo asegure continuidad a los factores de poder. Esa es una propuesta cierta y firme para la derecha, pero ¿y el FA? ¿Entra en ese esquema?
Quizás no resulte extraño escuchar, durante esta próxima campaña electoral, discursos como el colgado que encabeza este artículo. Y al igual que fantasmas, las conjeturas se vuelvan realidad. Y entonces, la teoría que expone el politólogo Costa Bonino deje de ser solo una teoría.