También una reforma de andar lejos. Más organización para pasar a la ofensiva

 

Adolfo Bertoni

Si bien muchas de las informaciones que me llegan del interior y distintos lugares de Montevideo son verdaderamente auspiciosas, creo que debemos encarar los meses que faltan siguiendo al pie de la letra a Antonio Gramsci: con el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad.

Hay que tener plena conciencia de que la pelea en la que estamos muy probablemente, hoy, sea una de las batallas políticas, sociales, económicas e ideológicas de mayor trascendencia, no solamente en Uruguay sino en América Latina. No es casualidad ninguna que El Observador haya entrevistado nada menos que a la vicepresidenta ejecutiva de la Federación Internacional de Administradoras de Fondos de Pensiones (FIAP), una costarricense que hizo gran parte de su carrera en Chile (¡la cuna en las que las AFAP se pusieron en práctica!).

Como es obvio, está “muy preocupada” por lo que está pasando. Pero no, no crean que su preocupación se debe a las vergonzosas rentas vitalicias que las AFAP están pagando a través del Banco de Seguros del Estado. ¡Se queja amargamente porque la lucha en la que estamos “da una señal de que cualquiera puede llamar a un plebiscito”! Difícil imaginar alguien tan sinvergüenza como para sentirse con derecho a meterse en la vida interna de un país libre, democrático y soberano. ¡Si serán grandes y poderosos los intereses que estamos enfrentando!

Sin embargo, no son invencibles. Debemos mirar la situación con la mayor amplitud, para lanzar organizadamente la que debe ser una ofensiva final, sin exagerar las fuerzas de los adversarios (y enemigos) y reconociendo las dificultades que aún tenemos.

No dar el partido por ganado antes de que termine

Tampoco podemos sobreestimar lo que ahora estamos haciendo. Si bien a partir de la hazaña del “firmazo” ganamos el primer tiempo 1 a 0, todavía nos falta terminar de jugar el segundo tiempo, verdaderamente definitivo, que culmina en la noche del último domingo de octubre.

Así las cosas, tenemos que resolver algunas cuestiones que son de sentido común y deben tener en cuenta lo mejor de otras experiencias anteriores exitosas: campaña única y discursos con una base de información económica y jurídica también única y compartida (como sé que hay compañeras y compañeros mucho más capaces que están trabajando en esto no me detendré).

Tenemos que identificar con precisión quiénes ganan con el triunfo del SÍ, y a partir de allí enfocar nuestras acciones en forma diversificada, aunque todas tengan una matriz común.

Jubilados, jubiladas y pensionistas en primer lugar

Hay más de 310 mil personas (incluyendo también pensionistas a la vejez e invalidez) que serán favorecidos de inmediato con sus familiares más cercanos. Un alto porcentaje de estas personas concurren diariamente a los locales del BPS a sacar los préstamos sociales (muchos han entrado en una “calesita”, están deseando terminar el número de cuotas requeridas para poder renovarlos, y terminan yéndose con unos pocos pesos que en muchos casos es bastante menos plata que lo que por mes se les aumentará si ganamos el plebiscito). De esta constatable realidad surge simultáneamente una necesidad a resolver: en cuanto tengamos las papeletas impresas hay que asegurar militantes que diariamente concurran a los más de 180 locales que tiene el BPS en todo el país. Esta es una línea de acción muy clara.

Pero además hay que hablarles a todos los demás jubilados, jubiladas y pensionistas que no “ganarán” directamente para que la inmensa mayoría de ellos nos acompañe porque mayoritariamente comparten, por ejemplo, el aumento de las pasividades mínimas y dentro de ellos hay decenas de miles ya perjudicados por las AFAP. Entonces aquí aparece una dificultad objetiva que tenemos y es que, al haber la ONAJPU dejado en libertad de acción a sus filiales, no hay por ahora portavoces representativos de todos aquellos y aquellas que sí apoyan el plebiscito.

¿No sería necesario conformar un Movimiento Nacional específico de quienes ya no estamos en actividad laboral, que actúe de aquí a octubre en la campaña por el SÍ a nuestra papeleta, y que inmediatamente después del plebiscito se desintegre? ¿Una especie de jubilados, jubiladas y pensionistas “autoconvocados” para ganar el plebiscito?

Los pequeños y medianos comerciantes, productores rurales e industriales nacionales

En mis épocas de actividad como presidente de ATSS tuve la oportunidad de hacer las “giras de pagos” del BPS en el interior, específicamente en Salto (que tiene la particularidad de tener local sólo en la capital, pero en todo el departamento hay más de 20 localidades, villas, poblados y caseríos), y salí con una compañera y dos compañeros pagadores en taxi, con un policía acompañante, desde las 5 de la mañana hasta las 11 y pico de la noche durante tres días (una experiencia agotadora y maravillosa). Se paga en escuelas rurales, destacamentos policiales, locales de MEVIR, etcétera, y tuve la posibilidad de hablar mucho con los comerciantes de esas zonas: todos ellos me decían “nosotros vivimos de los pagos del BPS” sean estos de pasividades o de asignaciones familiares.

Quienes habitan en otros departamentos del país saben bien cómo “se mueven” las ciudades y los pueblos cuando el BPS paga en cada uno de ellos. ¿No hay aquí otra línea de acción sobre la cuál trabajar? ¿No podremos promover también un movimiento o coordinación que los organice para que defiendan sus propios intereses votando el SÍ en el plebiscito?

(Naturalmente, cuando pienso en conseguir la adhesión de “un voto más”, tengo presente que esa persona que vote el SÍ en los hechos “va a hacer campaña a favor” entre sus familiares y allegados más cercanos).

Los trabajadores y trabajadoras actuales en actividad

Si bien objetivamente el PIT-CNT representa sus verdaderos intereses, hay más de un millón que no están afiliados a la Convención. Aquí creo que estamos mejor porque en particular las compañeras Karina Sosa y Nathalie Barbé1 tienen un discurso muy claro y lo suficiente amplio para alcanzarlos, pero mucho va a depender de la actitud que tengan los medios de comunicación, que creo se cerrarán en contra de nuestros intereses. En el interior la llegada a ellos es un mundo aparte, son abiertos en general, pero se necesitan recursos económicos -y más militantes- para que después de las elecciones internas y hasta octubre podamos llegar a todos los rincones del país como movimiento social (sin perjuicio de lo que cada uno de los sectores partidarios que están junto a nosotros: la interna del Frente Amplio se las dejo a quienes militan activamente dentro de ella).

No podemos olvidarnos de los trabajadores y trabajadoras afiliados a las cajas paraestatales (en particular dos grupos muy importantes: los policías y los soldados), ya que al eliminarse las AFAP también habrán de verse favorecidos en sus futuros retiros.

Llevar las discusiones a los puntos en los que somos fuertes

Mi impresión es que todavía -en los medios- estamos a la defensiva y que, rápidamente, debemos encontrar la manera de revertir la situación. No debe ser que tengamos que estar a cada rato explicando por qué no son ciertos los pronósticos de catástrofe, sino que al revés tienen que ser nuestros opositores los que le expliquen a la gente por qué ellos no acompañan una iniciativa que convenientemente explicada y complementada con otra propuesta es realmente muy buena para el país, no sólo para el régimen jubilatorio y pensionario -ahora y también en un futuro inmediato y también muy largo- provocando otros cambios muy positivos social y económicamente ya a partir del inicio del próximo gobierno.

Quiero decir: tenemos que cambiar el sentido de la discusión. De manera predominante “ellos” han logrado imponer en la mayoría de los medios la discusión sobre una pregunta sencilla: “¿cómo se financia?” (La insistencia en la “confiscación de los ahorros” parece haber perdido terreno, pero no deberíamos confundirnos y creer que ya resolvimos esta dificultad. No son pocos los que se preguntan “¿Qué va a pasar con mis aportes?” y ello nos obliga a ser claros al explicar las ventajas que para sus jubilaciones va a implicar la eliminación de las AFAP y el regreso al régimen de reparto y solidaridad intergeneracional).

En mi modesta opinión, a veces hemos trastabillado al responder a la pregunta acerca del financiamiento, lo que puede favorecer la posición de quienes nos quieren llevar al año 2050 y al año 2100. No debe ser así: tenemos que hablar del año que viene, de los siguientes… y llevarlos a ellos al mediano y largo plazo para hablar no de sus números sino de una propuesta nuestra sólidamente probada que diga dos cosas importantes: 1) cómo queremos que sea la Reforma Integral de la Seguridad Social que deberá hacerse en un plazo de dos años, y 2) qué elementos programáticos, económicos y financieros plantearemos en esa propuesta perfecta y claramente demostrable a los ojos del pueblo.

Empezar a hablar de lo que queremos que pase a partir del “día después” del plebiscito

Creo que tenemos que ser contundentes con aquellos datos que nadie intelectualmente honesto puede discutir, que muestran que de inmediato hay favorecidos que no son solamente quienes cobran las pasividades mínimas y los que rechazan el aumento obligatorio de la edad jubilatoria. Mostrar francamente quiénes sí no se verán favorecidos (los que ganan más de 280 mil pesos, de lo que nuestros opositores no hablan) porque entonces automáticamente, por descarte, la inmensísima mayoría de los que nos escuchan comprenden que ellos sí estarán favorecidos.  

Debemos ser muy claros con la explicación2 de lo que significa el régimen actual y las ventajas para la inmensa mayoría de los trabajadoras y trabajadores que traerá aparejadas la eliminación de las AFAP, explicando más y mejor en qué consiste el Fideicomiso entre el BPS y una persona jurídica pública, (que a vía de ejemplo puede ser desde el Banco República hasta la Corporación Nacional para el Desarrollo), la que tendrá que administrar las inversiones vigentes de los 24 mil millones de dólares que hoy conforman el Fondo de Ahorro Previsional, “hasta que el plazo de las mismas se extinga”, pasando entonces al BPS.

Implica explicar que hoy en las AFAP no está esa plata, sino que hay “papeles” u “obligaciones” que respaldan esas inversiones (en prestamos al propio Estado, etcétera), y que una vez vencidos los plazos sí vuelven a ser plata contante y sonante que es la que pasará al BPS.

Por otra parte, sabemos que sólo con el plebiscito no vamos a hacer la gran reforma de la seguridad social, sino que vamos a dejar escrito en la Constitución un marco conceptual muy importante dentro del cuál deberán hacerse todas las modificaciones que hacen falta para darle al sistema primero una sostenibilidad de la que nadie habla: la sostenibilidad democrática -es decir que contemple en profundidad los intereses de la gran mayoría del pueblo. Simultáneamente deberemos buscar la sostenibilidad social que requiere prestaciones suficientes, y también la económico- financiera, para que de una vez por todas veamos a la Seguridad Social como una solución y no como un problema.3

Si gana el SI se van a ver soluciones no solamente como las mencionadas dentro del sistema jubilatorio y pensionario, sino que -otra vez sin duda alguna- ya a los pocos meses de la entrada en vigencia de la papeleta habrá una sustancial mejora de las finanzas del BPS para que más de 300 millones de dólares que hoy se destinan a cubrir su “déficit” empiecen a redestinarse ya mismo el año que viene a atacar en serio el problemón trágico de los niños y niñas que viven en hogares en situación de pobreza (problema sobre el cual muchos se pasan haciendo gárgaras pero no lo solucionan ni dicen cómo lo solucionarán).  

Para culminar -por hoy- simplemente decir que con una nueva y precisa reforma tributaria (que se concentre en las mil empresas capitalistas más grandes) más una decisión refundacional con los 24 mil millones de dólares que terminarán volviendo al BPS, tendremos la llave para desarticular sólidamente3 todo el cuco del 2050 y del 2100, blindando hacia adelante el pago de las futuras jubilaciones y pensiones sin necesidad ninguna de aumentar el IVA o los aportes al BPS como dicen los pregoneros de la catástrofe.

Entonces sí, como escribiera Rafael Alberti y nos canta Paco Ibáñez, podremos decir: Cabalga caballo cuatralbo, jinete del pueblo, que la tierra es tuya… A galopar, a galopar, hasta perdernos en el mar.

1 Pido disculpas si hay otros compañeros o compañeras del movimiento sindical que también están hablando, pero sólo he podido escuchar notas a Karina y Nathalie.

2 Quienes leen Claridad no necesitan mayores explicaciones y hay varios y varias que saben darlas mucho mejor que yo.

3 Todo un capítulo sería el de la cobertura del sistema que en mi opinión tiende a reducirse dados los problemas, esos sí, del modelo económico dominante en el cual la informalidad en el trabajo deja afuera a cada vez más decenas de miles de trabajadores y trabajadoras que deberán esperar, con suerte, a cobrar la Asistencia por Edad del MIDES a los 65 años, o la Pensión a la Vejez después de los 70.

4 Disculpas también por no desarrollarla y fundamentarla pero tengo pendientes una reunión clave con Karina y con Nathalie sobre esta idea (después del cierre del periódico), y además un compromiso ya asumido con la diaria para difundirla en ella después de las Elecciones Internas.