Una marca de fábrica… señala la identidad

Hugo Tuyá

La Historia, en su abordaje teórico-metodológico, nos señala la idea de la regularidad de ciertos hechos en el tiempo de larga duración, como por ejemplo las guerras, catástrofes naturales, avances técnicos, conocimiento científico. En la antigua Grecia personajes legendarios preconizaban la vuelta del tiempo, particularmente el referido a episodios trágicos sin solución de continuidad. Sin embargo, los hechos no se repiten, lo proclamó Heráclito y su teoría de cambio perpetuo al mirar el devenir de un rio… pero paradojalmente, en tiempos diferentes podemos observar que ocurren situaciones similares cuando ciertas variables se alinean a partir de casualidades fortuitas, crisis sistémicas, o también, yendo a nuestro caso, apellidos que vienen con impronta heráldica.

Los procesos históricos tienen causas y efectos, pero también sus agonistas, y éstos pueden definir los resultados siguiendo conductas epigonales o innovando actitudes y programas haciendo que las consecuencias cambien, para bien o para mal. Los hechos son tercos -decía el Gral. Seregni- y en general, intereses de clase, ideología, tradiciones, herencias, pautas culturales, y trabajo de base, pueden ser la verdadera marca de fábrica de comportamientos que, entre algún acierto, continúan con los mismos defectos estructurales que los de sus predecesores. Hacia ese eje nos referimos teniendo en cuenta ciertas regularidades que han quedado expuestas en este gobierno y su similitud con otro de 33 años atrás, con apellidos intrafamiliares. ¿El tiempo vuelve…? La pregunta emula la ciencia ficción, pero no tanto la respuesta… ¿Es posible que aparezcan nuevamente hechos de corrupción de una gravedad inusitada estando al frente el PN, esta vez en alianza circunstancial con otros 4 partidos? Habría que establecer varias hipótesis que serían incomprobables para el ciudadano de a pie, pero es bastante seguro que la memoria colectiva las recupere después de haber vivido situaciones semejantes.

Es que los hechos de corrupción y tráfico de influencias son efectivamente una regularidad de los gobiernos blancos del siglo XX y XXI, que funcionan con una impunidad sorprendente y a la vista de todos: el caso de Salto Grande últimamente funciona como la frutilla de la torta, otra vez en connivencia entre militantes blancos y colorados. Ante la penosa circunstancia de clientelismo rampante, el presidente debió actuar con rapidez para disminuir el escándalo ya instalado y pedir la renuncia de su referente en la CTM, -no creemos en absoluto que el responsable haya renunciado por sí mismo como manifestó ante micrófonos- quedando pendiente una interpelación ya aprobada, incluso con los votos de CA, para los primeros días de octubre. Apenas unas horas antes, Lacalle había repetido frente a los periodistas el mantra de su “confianza” en Carlos Albisu como otrora lo brindó a su ex custodio y al ex senador Penadés. ¿Es esto casual...? ¿Es asunto de amistad, compartir asados, copas, y cargos, y no de Política en toda la amplitud del término…? ¿O responde a otro tipo de interés más allá de lo político…? ¿No se toca a quien guarda en caja fuerte los votos, la financiación, y secretos comprados por el Partido?

Ser ingenuo a esta altura de los recurrentes hechos de corrupción se parece a algún sketch humorístico. A medida que transcurre el tiempo político de este gobierno aumentan los hechos dudosos o decididamente de corrupción. En pleno ajetreo pre electoral los actores oficialistas utilizan el silencio o discursos traídos de los pelos para intentar evadir el episodio escandaloso de CTM como ya lo han hecho con otros episodios resonantes: solamente CA, con olfato, y en su búsqueda de los miles de votos perdidos a la fecha, acompañaría al FA en la interpelación por el caso CTM: como decía Benedetti… algo es algo…1 Contrario sensu, entre la coalición, se buscan denodadamente artilugios y chicanas que intentan justificar la bandideada o simular que el gobierno tiene controles como para poder combatir desvíos de ese calibre…

CA, en interfaz electoral, ha interpuesto una recolección de firmas con el asunto de la usura, pero ha apoyado una reforma previsional regresiva a cuenta de mejoras en los salarios militares. Tampoco ha hecho críticas por la pérdida general de poder adquisitivo en estos años, ni ha insinuado la renuncia de Heber al MI tras una gestión de inepcia que ruborizaría al mismo Bonomi. Gracias a los silencios cabildantes las “cuentas” entre pares muestran cierto equilibrio luego que Manini no fuera “escrachado” como colono y tibiamente excomulgado por el tribunal multicolor al estilo Albisu. La recolección de firmas por el tema de la usura puede permitir a CA una aproximación relativa a su caudal electoral, luego de que las empresas consultoras lo encapsulan por debajo del 5% del electorado, aunque el esfuerzo por ser empático puede no ser suficiente para empardar los guarismos del 2019, y para el 2024 haya que reunir esfuerzos nuevamente con aliados con los que no hay verdadera convivencia ideológica. El PC y el PI actualmente pueden ser considerados como figuras decorativas del gran retablo blanco-herrerista.

Sólo ejemplos de los mecanismos de evasión y de “recentramiento” de los asuntos principales que irán in crescendo a medida que se aproximen los comicios. Nuestras conjeturas, posibles, polemizables, que pueden parecer de Perogrullo, pero con base social e histórica, apuntan a complicidades encubiertas, relaciones peligrosas, y mecanismos oportunistas que utilizan la Política como plataforma para negocios turbios, para el cohecho a cuenta de empleos y privilegios, o apoyo a grandes proyectos particulares mediante “canje” por dinero en las campañas electorales: la política como un negocio para el lucro personal, del sector, y beneficio para los colaboradores. Hechos puntuales de antaño y hogaño con nombre y apellido nos confirman la regla, y otras regularidades nos mueven a sospecha. La medianía, caso de la actitud “rebelde” de CA frente a casos que desbordan la perplejidad, es solamente una chapa “dorada” que busca mostrarse como un adalid frente a la incorrección política, aunque por entrecasa el clientelismo y el “arreglo” por debajo del mostrador trabajan a full. Basta llevar el cómputo de simpatizantes y ex militares de CA insertos en los cuadros administrativos y la hoja de ruta de Manini Ríos frente a su caso particular en Colonización, o a su esposa cuando era ministra de Vivienda otorgando inmuebles a militantes de base.

Cada partido integrante de la coalición parece tener un diagnóstico distinto cuando de cuadros propios se trata. Los cómplices esquivan las esquirlas que los salpiquen. Lo que parece corrupción, situaciones “irregulares” para unos, no lo es para los involucrados, siguiendo el guión de estar unidos frente al vendaval de denuncias y al destino manifiesto de una coalición cojitranca afirmada sobre barros electorales. De lo que no caben dudas es que se abrirán nuevas cajas de Pandora, porque es el ABC de la gobernanza liberal capitalista globalizada y de una actitud presta a los negociados rápidos y fructíferos, fundamentos típicos de ideologías apoyadas en la mar de una libertad de mercado donde nadan peces y tiburones, sumado a las tentaciones autoritarias y discrecionales, actuando por fuera de las normas y modificando controles molestos mediante decretos silenciosos. En definitiva, son los trucos y los métodos de lo privado empresarial llevado a los mullidos sillones parlamentarios, de empresas públicas, o directamente presidenciales. Para la visión de una vieja tradición política y como marca de fábrica, los asuntos públicos son un negocio rentable que nunca deja a nadie en (la)calle.

1 Un torturador no se redime suicidándose… pero algo es algo.