¿Nos hacemos cargo?…¿O no?

Hugo Tuyá

En los últimos tiempos, -y creemos no por casualidad, sino por una actitud deliberada y programada de ciertos medios- ha tomado notoriedad el senador Sebastián da Silva por algunos comentarios descalificantes dirigidos particularmente a figuras del FA, sus simpatizantes, o hacia medidas tomadas por la anterior administración. Si bien podemos entenderlo como un juego político, -da Silva gusta de hacer comentarios irónicos hacia cualquier tema que se le cruce- para el rápido movimiento de micrófonos de los canales abiertos se lo ha tomado sumariamente como el portavoz de la coalición ante cualquier comentario de algún representante frentista, ya sea parlamentario o perteneciente a la IMM. El resto del grupo senatorial blanco luce como en una dimensión virtual, o que se lo entrevista cuando la circunstancia política así lo exige y no está demasiado en juego lo electoral: así ocurre verbigracia con Jorge Gandini. Existe algo así como una “división del trabajo” más o menos sucio de acuerdo a la coyuntura política.

Quizás por su verborragia personal en la pelea mediática por darle razón al gobierno ante cualquier episodio de que forma parte, o últimamente por su descarada impunidad al declararse conductor violador de normas elementales de tránsito, el senador da Silva ha pasado vergüenza en más de una oportunidad, -recuerdo una entrevista en “Desayunos informales” algunos meses atrás (mayo) por desconocer e intentar maquillar la respuesta a la pregunta sobre la falta de prevención sobre el problema hídrico que llevaba 3 años de sequía- diciendo suelto de cuerpo que no confiaba en los diagnósticos de INUMET o afirmando, pocos días atrás ante un auditorio de la juventud nacionalista que “…de un lado está la gente de bien, y del otro, el FA…”.  Es decir que, si hacemos bien el cálculo, Astesiano, Penadés, Caram, Moreira, el alcalde de las mil gauchadas, etc., están del lado de la buena gente. ¡¡¡¡Cómo se extraña Decalegrón!!!!!!!

Sin duda, vergüenza ajena sentimos los ciudadanos que pagamos el sueldo a dicho personaje -y a otros patéticos-, donde la mediocridad política campea por sus fueros… lejos, muy lejos de la estatura ética e intelectual que debe sustentar un parlamentario. Junto a la senadora Graciela Bianchi, el “wilsonista” Jorge Gandini, y alguna perla falsificada del ministro Javier García, queda armada la defensa compacta del gobierno, diríamos un “catenaccio”, en recuerdo a la famosa defensa italiana de fútbol, que no evade el golpe bajo y rastrero en pos de empoderar  cualquier proyecto. También, es preciso decirlo con todas las letras, buscan justificar de alguna forma sus propios cargos, pensando en comicios futuros y un lugar preferencial en las listas electorales en recompensa a tanto fuego graneado sobre el “enemigo” frentista.

Pero el asunto va un poco más lejos, y las mentiras y medias verdades que se suelen balbucear frente a los micrófonos, síntoma de una impunidad tolerada y apoyada desde el poder, escapa a la adjetivación más rebuscada, reconociendo, a fuerza de decir las cosas por su nombre, que existen otros sicofantes de la realidad que aparecen ante las cámaras de TV, caso del ministro Martin Lema. Inquisidor insobornable de la Coordinadora de ollas populares y “tirador” de números al aire sin respaldo científico alguno, sigue la costumbre sistemática de otros personeros multicolores cuyo hobby es la ficción matemática institucional y una realidad rumiada exclusivamente para la tribuna. Sus últimas declaraciones hablan de una internación compulsiva, vía ley, para las personas en la calle y para aquéllos con un consumo problemático de drogas, o sea, “matar” el entuerto haciendo desaparecer la evidencia, pero no resolverlo.1 En un sentido estricto, los especialistas hablan de un problema social y no meramente individual vinculado a las drogas, cuyas causas deben ser atendidas por equipos multidisciplinarios.

¿Y por qué decimos esto? Hemos tomado solamente un ejemplo entre varios con una problemática similar, y recabado el testimonio de fuentes que trabajan para el MIDES en un refugio del Cerrito de la Victoria para personas en situación de calle, donde nunca concurrió el ministro Lema, desde hace meses hasta ahora. Basado este cronista en el resultado del informe actualizado de la UDELAR sobre el programa de Apoyo Alimentario ABC de la IMM de 2021, y el Seminario sobre Desnutrición Infantil, se evidencia que, para el 80% de los hogares de barrios periféricos existe inseguridad alimentaria. En el caso de niños, niñas, y embarazadas que viven alejados del centro de la capital, existe falta de alimentos de primera necesidad (77%), condiciones precarias de vivienda (53%), hogares con hacinamiento (36%), y violencia intrafamiliar (17%) que toca especialmente a la infancia. Una de las variadas consecuencias detectadas en este panorama desolador es la afectación de la talla en niños y niñas en edades tempranas (73%) a falta de los nutrientes imprescindibles para un desarrollo posterior normal.2 Las cifras resultantes del estudio son alarmantes y condicen objetivamente y en otro plano, con los datos recabados del refugio aludido. No figuran en los discursos ni en esporádicas visitas de ministros o subalternos a dichos lugares.

Según nuestras fuentes, en el hogar-refugio del Cerrito de la Victoria se utiliza mobiliario en mal estado: la mayoría de las camas utilizadas por las personas en situación de calle están rotas y algunas deshechas. Hasta hace aproximadamente un mes la vianda era relativamente buena, pero luego comenzaron a llegar bolsas con guiso congelado, alguno en franca descomposición, mientras que se redujo la cantidad de pan a la mitad, y la empresa Pagnifique otorga una donación del producto por semana. Por otra parte, se utiliza desde hace tiempo agua de la canilla, no recibiendo el hogar agua embotellada como era de suponer según las palabras del ministro. Existe un sobrecupo, lo que indica que mucha gente llega desde lugares lejanos teniendo que dormir en el suelo con el respaldo de un colchón. Y como se menciona anteriormente, el ministro no ha ido hasta el presente a inspeccionar el lugar ni a monitorear el trabajo tercerizado tanto de los funcionarios que allí trabajan como de la empresa particular que lleva las viandas. Tampoco seguramente se verá al presidente sacándose selfies con los ocupantes del refugio ni con los administradores. Un lugar en el desierto… sin controles y dejado a la buena del Señor…

Si existe la posibilidad que la situación de este refugio llegue a oídos y a ojos del señor ministro sería una buena señal. Deben considerarse conceptos y palabras frente a estos funestos episodios de vida, que tomados a la ligera y en un clima tribunero constituyen una manipulación grotesca intentando ocultar una grave falta de atención desde el Estado a gente vulnerable que no puede pagarse un profesional que defienda sus derechos: se trata de personas que viven con lo puesto, valga el coloquialismo, y según nuestras fuentes, se intenta buscar otras posibilidades para la gente mayor, es decir, vieja, que llega asiduamente a pedir alimento y protegerse del clima. No puede aceptarse admitir discursos desacreditando las ollas populares o responsabilizando a los pobres de ser culpables ontológicos. No hay derecho a tal tergiversación de una realidad cruel y estigmatizada por un poder político que corre a solucionar los problemas del campo y relativiza el comportamiento y la actitud de aquéllos que deben concurrir a un refugio, merendero, u olla, para sobrevivir en el invierno, pero también el resto del año. El total de la población estadísticamente en la calle llega casi a las 4.000 personas y en crecimiento, aunque la adulteración de datos indique otra cosa, muchas de ellas salidas de la cárcel y del INAU, con serios conflictos de adicción a las drogas y patologías psiquiátricas.

Como lo demuestra el senador da Silva, el recurso del método del gobierno es, ha sido, y lo seguirá siendo, la descalificación y la deslegitimación del problema social candente que padece Uruguay, y especialmente, el cinturón metropolitano, donde concuerdan los peores guarismos sociales aún sin resolver. Se trata de una población que podría brindar saberes y trabajo útiles para la comunidad, pero habita en una marginalidad dolorosa incluso desde varias generaciones, un grave problema que los gobiernos del FA tampoco pudieron resolver. La impunidad de decir y proferir diatribas contra todo lo que no provenga de las usinas del gobierno tendrá su final, y esperaremos que ocurra con la expectativa de soluciones concretas y previamente estudiadas para un grupo de conciudadanos sumergidos en una situación de dura emergencia social.

 

1 Según el semanario BRECHA del 11/8/23 el MIDES, por un cambio metodológico “dejó de contabilizar como personas en situación de calle a los usuarios de los centros 24 hs.”, lo que modifica artificialmente el número total según el censo de 2021 que era de 3.907, de las cuales 920 estaban a la intemperie y 2.987 en refugios.

2 Información por TV CIUDAD del día 8/8/23.