Garabed Arakelian
Hace años una samba brasileña preguntaba por un animal con dientes y cola de león pero que no era león. ¿Y qué es entonces?, interrogaba la letra. “Es la mujer del león”, respondía el coro a todo ritmo y cadencia tropical.
Hace poco más de una década, comenzó a circular la teoría de que era la clase media la que, corriéndose hacia un lado o hacia otro, le brindaba con sus votos la victoria al partido que se hiciera acreedor de esa confianza.
Entonces, en una respuesta lógica a esa percepción, los partidos políticos prepararon sus artes de pesca a fin de enganchar votantes. Y se corren hacia ese reservorio. La derecha, cuando se mueve hacia el centro, avanza hacia su izquierda.
Por su parte la izquierda, cuando va hacia el centro se derechiza.
Y eso es lo que le está pasando a algunos sectores, importantes por ahora en caudal electoral dentro del FA. Se corren hacia el centro confirmando las conclusiones adelantadas líneas arriba.
Y eso sucede cuando las raíces están al viento y cualquier cambio de correntada los atrapa y sacándolos de la deriva los complace en su afán de navegar en aguas ya no procelosas sino, simplemente populosas.
En cambio, la actitud lógica para una fuerza de izquierda es, una vez comprobada la certeza del dato, atrapar la eventual riqueza de ese pesquero atrayéndolo hacia sí. Es la diferencia entre el ir hacia y el traer hacia.
Para esto último se parte de la confianza en sus propias fuerzas y en las raíces, prendidas en el fundamento ideológico para convertirse en polo de atracción, como busca toda fuerza política que quiere cambiar la sociedad y las relaciones que existen en su seno. Es decir: no es una pluma al viento buscando rédito político, en la esperanza de vencer a poderosos rivales, en una campaña en la que para entrar, los dueños del circo le exigen cambio de identidad, aunque le permiten usar el mismo nombre, sino que debe ser un vigoroso actor presente en la escena política, ya ni siquiera, al menos por ahora, con pretensiones de revolución. Meramente honestidad, ética, justicia, criterios de soberanía y democracia. No mucho más, que no es poco.
Y esto es, sin medias tintas para quienes puedan sentirse dueños del FA y de su destino, apoyándose en la endeble lógica de los resultados electorales, que la derecha ha vuelto ineficaces cuando no son de su agrado, tal como comprobamos en nuestra América.
Votar la presencia de tropas yanquis en el parlamento, fuerzas que ya están pero sin consentimiento legislativo y conocimiento del pueblo. Mantener una actitud dubitativa ante el destino de las AFAP, oponiéndose a su eliminación, haber caído y mantener el secreto de contratos que envilecen nuestra condición de pueblo soberano, débiles denuncias que parecen más pour le galerie con el saqueo que está cometiendo UPM, no levantarse vigorosamente ante la liquidación de los entes autónomos que pese a decisiones soberanas del sociedad se están cortando en trozos y entregando al extranjero, no parecen ser las posiciones de aquella fuerza que se introduce potente en el escenario político nacional denunciando y proponiendo sin temor. Y así, con la cabeza en alto, llegó al gobierno.
Y a nadie escapa que plantear ahora, cuando en el FA se discuten las bases del programa es quitarle eficacia a esa misma campaña que tanto desvela a algunos que están con los ojos puestos en el sube y baja de las adhesiones.
Ante esta irrecusable verdad hay quienes se atreven a decir que “El FA no es de izquierda”, y agregan que tampoco está contra el imperialismo y otros etcéteras.
Entonces, ¿está con UPM, con la Ley de Riego, con la entrega de OSE, ANCAP, Antel y demás?
Con este panorama, quizás la próxima discusión del Programa se convierta en una redefinición del perfil ideológico del FA para que ella misma no sea una colección de moralejas recitadas por abuelos titubeantes. Y lo peor, ejecutado por nietos inoperantes, traviesos, dedicados a romper fotos antiguas y con vigencia que es bueno tener presente. Para evitar la confusión del samba.