Ucrania es  testimonio de que el sistema solo puede superar sus contradicciones mediante la guerra

 Nota preparada por la Redacción de Claridad

La guerra desatada en Ucrania, puede tener –y la tiene- un relato hollywoodense para presentarla como entre “buenos y malos”. Pero no puede olvidarse que es una guerra, una más, entre países capitalistas lo que torna injustificada toda referencia a una disputa promovida por cuestiones ideológicas. 

 

Por estas razones intentar descubrir de qué lado está la verdad y la razón es inútil. Sin embargo, no es correcto distribuir culpas y responsabilidades por partes iguales. Lo primero que se debe hacer es ubicar a los contendientes. ¿Quiénes son? En ese sentido es clara la presencia de Rusia pero su enemigo no es solo Ucrania no se puede ignorar que participan y con ganas, la Unión Europea, la OTAN y por supuesto la USA. La guerra es de todos estos con Rusia.

Tratar de identificar de quién es la responsabilidad de haber iniciado el conflicto exige ser cauto pues sería un error pensar que el conflicto se inició con la invasión rusa sobre Ucrania e ignorar los antecedentes de agresiones, provocaciones, acechanzas, peligros potenciales etc. que se produjeron como anticipos del estado actual.

Entre la cantidad abrumadora  de artículos y documentos que hablan sobre el tema echando luces y sombras sobre el mismo la  redacción de Claridad seleccionó unas pocas fuentes que superando la crónica de guerra intentan brindar elementos de juicio y eso es lo que ponemos a consideración de nuestros lectores.

Rusia y Ucrania una vieja historia de encuentros

El mapa de Europa ha sido modificado muchas veces a lo largo de su historia, pero puede decirse (ver Atlas Históricos) que desde 1772, por lo menos, las regiones al este del Río Dniéster (que desemboca en el Mar Negro, al oeste de Odesa) han pertenecido siempre a Rusia (al Imperio Zarista o a la Unión Soviética). Por eso no es extraño que parte de la población de Ucrania, tenga origen ruso, que el idioma ucraniano sea parecido al ruso y se escriba con caracteres cirílicos. Y que, por lo tanto, parte de la población vea con simpatía a Rusia y la prefiera de aliado y no de enemigo. Por otro lado, hay una historia que no se puede ignorar y que registra que muchos nacionalistas ucranianos de derecha, formaron parte de los ejércitos de Hitler durante la 2ª Guerra mundial. Cuando se desmoronó la Unión Soviética, Rusia pasó al sistema capitalista, pero mirando siempre con desconfianza al “mundo occidental” y especialmente a su organización militar, la OTAN, que ha venido incorporando a nuevos estados que conformaban el “colchón” entre las potencias occidentales y Rusia con sus pocos aliados. La Rusia de Putin exigió un parate  a esa política expansiva de la OTAN manejada por USA y también reclamó el cese de los ataques del ejército de Kiev contra los separatistas de las zonas contiguas a Rusia. Adujo además que había una persecución sangrienta contra los separatistas. Como en toda guerra civil, las acusaciones son mutuas y, lamentablemente, creíbles.

 

Asesores y entrenadores colaboraciones efectivas para mantener conflictos

 El ex oficial de inteligencia del Cuerpo de Marines de EEUU, Scott Ritter, reveló que los estadounidenses y británicos entrenaron a los neonazis en Ucrania. dijo en una entrevista con el periodista George Galloway, según señala el sitio web de la televisión rusa RT. Unidades extranjeras fueron a Ucrania para formar grupos nacionalistas en el oeste del país, luego de lo cual derrocaron al presidente legítimo Viktor Yanukovych y comenzaron a implementar una política de violencia e intimidación contra la población”, dijo. Las primeras fuerzas entrenadas por soldados estadounidenses y británicos fueron el Batallón neonazi Azov”,

Ritter señaló que el poderío de ese grupo fue tal que amenazaron al ex presidente Petro Poroshenko, quien estaba dispuesto a reconocer el estatus especial del Donbás en 2015.También habrían amenazado de muerte a Zelensky si firmaba los acuerdos de Minsk, entre Rusia y Ucrania. Los batallones ultranacionalistas no se disolvieron por arrestos o liquidaciones de sus miembros, sino que se integraron en las fuerzas armadas ucranianas y se extendieron en todas partes en Ucrania”, concluyó.

Ordenando los archivos de la memoria

A estas comprobaciones de colaboración y respaldo efectivo que reciben los dirigentes de Ucrania agregamos una mirada analítica de todos esos factores y hemos hallado de interés presentar los “Seis puntos” elaborados por  Barbara Spinelli , aparecidos recientemente en il Fatto Quotidiano-- La periodista ubica  un posible comienzo del conflicto a partir del 11 de febrero de 2007 cuando se anunció el incendio más allá de las fronteras cada vez más feroces de Europa del Este. “Ese día, dice Barbara, Putin habló en la conferencia de seguridad de Munich e invitó a los occidentales a construir un orden mundial más equitativo, reemplazando al vigente en la época de la URSS, el Pacto de Varsovia y la Guerra Fría”. La expansión de la OTAN hacia el este se había convertido en el punto tórrido para el Kremlin y lo fue aún más después de la guerra en Yugoslavia: "Creo que está claro -  decía entonces Putin- que la expansión de la OTAN no tiene relación con la modernización de la Alianza ni con la garantía de la seguridad en Europa. Por el contrario, representa una grave provocación que reduce el nivel de confianza mutua. Y tenemos derecho a preguntar: ¿contra quién va dirigida esta expansión? ¿Qué pasó con las garantías de nuestros socios occidentales tras la disolución del Pacto de Varsovia? ¿Dónde están esas declaraciones hoy? Nadie los recuerda siquiera. Pero quiero permitirme recordarle a esta audiencia lo que fue dicho. Quiero citar el discurso del Secretario General de la OTAN, Sr. Wörner, en Bruselas el 17 de mayo de 1990,  quien en ese momento dijo: "estamos dispuestos a no desplegar un ejército de la OTAN fuera del territorio alemán, ofreciendo a la URSS una garantía estable de seguridad”. ¿Dónde están esas garantías? ".

Luego de esta importante referencia, la periodista desarrolla una ordenada tesis en los siguientes términos:

Primero: ni Washington ni la OTAN ni Europa están dispuestos en lo más mínimo a responder a la guerra de Moscú con una guerra simétrica. Biden lo ha dicho desde diciembre, pocas semanas después del despliegue de tropas rusas en las fronteras ucranianas. Ahora solo amenaza con sanciones, que ya se han utilizado y han sido un falso disuasivo (“Casi nunca las sanciones son suficientes”, según Prodi). Por otro lado, sobre las sanciones hay disensos entre los socios de la propia OTAN.

Algunos países dependientes del gas ruso (entre 40 y 45%), como Alemania e Italia, apenas ocultan dudas y miedos. No hay acuerdo sobre el bloqueo de transacciones financieras a través de Swift. Los que quieren sanciones "más duras" no saben lo que dicen.

Aquellos que repiten un poco desesperadamente que la invasión es "inaceptable" en realidad ya la han aceptado.

 Segundo : Occidente tuvo los medios para comprender a tiempo que

las promesas hechas tras la reunificación alemana: ninguna ampliación de la Otan hacia el Este, eran vitales para Moscú.

En 1991 Bush padre, incluso se opuso a la independencia de Ucrania.

El compromiso occidental no fue escrito, pero los documentos desclasificados en 2017 (sitio del Archivo de Seguridad Nacional) confirmaron que los líderes occidentales -de Bush padre a Kohl, de Mitterrand a Thatcher a Manfred Wörner Natural Secretary- fueron explícitos con Gorbachov. En 1990 la promesa era: la Alianza no se extendería al Este "ni siquiera un pulgar” (aseguró el secretario de Estado Baker). En 1993, Clinton prometió a Yeltsin una “Asociación para Paz "en lugar de una expansión de la OTAN: otra palabra dada y no cumplida.

Tercero : la promesa quedó en un cajón y, sin pestañear, Clinton y Obama iniciaron las ampliaciones. En unos años, entre 2004 y 2020, la OTAN aumentó de 16 a 30 países miembros, desplegando armas ofensivas en Polonia, Rumania y en los países bálticos en las fronteras con Rusia (en ese momento Rusia estaba de rodillas económica y militarmente, pero aún poseía la bomba atómica). En la reunión de la OTAN de 2008 en Bucarest, los aliados declararon que Georgia y Ucrania podrán formar parte de la OTAN en el futuro. No sorpréndase demasiado si Putin, mezclando agresión, resentimiento y cálculo de riesgos, habla del “imperio de la mentira". Recuerda que la administración estadounidense nunca haaceptado la instalación de misiles en países potencialmente adversos en su vecindad (Cuba).

Cuarto: tanto  EE.UU. como los europeos han sido totalmente incapaces de construir un orden internacional diferente al anterior, especialmente cuando China se ha sumado a las superpotencias y se ha agudizado la situación con Taiwan. Abogaban por políticas multilaterales, pero desdeñaban lo esencial, es decir, un nuevo orden multipolar. La posguerra fría se vivió como una victoria estadounidense y no como una victoria común de Occidente y Oriente.

La historia había terminado, el mundo se había vuelto capitalista, el orden era unipolar y Estados Unidos la única potencia hegemónica. La arrogancia occidental, su desmesura, está aquí.

Quinto: este punto se refiere a la obligación de respetar las fronteras internacionales, fundamental después de la Segunda Guerra Mundial. Pero Putin no fue el primero en violarlo. La intervención de la OTAN a favor de los albaneses de Kosovo fue la primera en violarla en 1999. La retirada de Afganistán puso fin a la arrogancia y la némesis era previsible. Nosotros éramos los que teníamos que haber neutralizado a Ucrania, y todavía podemos hacerlo. También tendríamos que haber advertido contra la presencia de neonazis en la revolución naranja de 2014 (Ucrania es el único país europeo que incluye dentro de su ejército regular formaciones neonazis). Tenemos que prohibir a Letonia -país miembro de la UE- el maltrato a las minorías rusas.

Sexto: no hemos defendido y no defendemos los derechos, como pretendemos. En 2014, al facilitar un golpe de Estado antiruso y proestadounidense en Kiev, fantaseábamos con una revolución semidemocrática. Al rearmar el frente oriental de la UE, alimentamos a las industrias armamentísticas y evitamos que la OTAN sufra la muerte cerebral que algunos han diagnosticado con razón. Admitir nuestros errores serían una contribución nada desdeñable a la paz que decimos desear.