La enajenación tecnológica corporativa comunicacional

 

Por Mauricio Ceroni

El pasado 4 de octubre el mundo comunicacional global sufrió un colapso frente a la caída por más de cuatro horas de tres aplicaciones integrantes  del espacio virtual de las redes sociales, como son “Facebook”, “Instagram” y “WhatsApp” pertenecientes a la corporación transnacional (CTN) “Facebook Inc”.

Los afectados se asombraban porque no era un problema de internet, sino que era una falla propia de la aplicación: el comerciante que no podía enviar los pedidos a los proveedores, la mamá que no podía comunicarse con sus hijos, los programas de radio que no recibían mensajes de los oyentes, el vecino que tuvo un problema eléctrico y quería hacer el reclamo a UTE y no podía comunicarse, el amigo que se iba a reunir con los compañeros de clase y quería avisar que llegaba tarde, el jefe de la sección mantenimiento de la empresa que mandaba un mensaje a los operarios, la institución que publica un evento próximo que va realizar de forma pública y necesita difundirlo por las redes y no pude, en fin podría seguir describiendo todas las implicaciones cotidianas sobre la vida de las personas. Pero a su vez, la gente se encontraba de forma presencial y el tema del día era la caída de las redes sociales “Facebook”, “Instagram” y “WhatsApp”. Por tanto, estábamos frente a una situación inédita que repercutía en un innumerable conjunto de situaciones.

Si ponemos la mirada en la corporación, se ubica en el puesto 6 del ranking de las 10 más grandes empresas del mundo[1]. En los últimos 5 años de las 10 corporaciones más capitalizadas (activos y ganancias) del mundo, 6 son corporaciones que basan su producción de plusvalor en servicios y productos tecnológicos[2]. Por tanto, estamos frente a un cambio cualitativo en el liderazgo global de las corporaciones, pues ya no son las corporaciones energéticas como históricamente lo eran, las que lideraban los flujos de capital en el mundo, sino las tecnológicas.

De aquí que me surge la pregunta ¿Por qué ocurrió ese cambio? Una de las múltiples respuestas, refiere a que en nuestra reproducción socio-material cotidiana necesitamos cada vez más del consumo de servicios y mercancías que brindan estas corporaciones.  Desde la variada gama de compras de mercancías que podemos realizar  por internet, desde el consumo de videojuegos y cinematografía, desde todos los trámites gubernamentales, y sobre todo, lo relacionado al consumo masivo de mensajería y comunicación que existen en las redes sociales. Y podría seguir pero el texto sería muy largo. En definitiva, atravesamos una profunda dependencia corporativa,  que va cooptando la libertad humana de forma tal que cada día que pasa se profundiza la enajenación tecnológica comunicacional.

Ahora bien, la enajenación de los sujetos en la sociedad capitalista no es un fenómeno nuevo, ya Marx en el siglo XVIII, durante toda su obra[3] fue profundizando y argumentando en mayor y menor medida sobre este proceso social. Para el propio Marx el proceso de enajenación ocurre principalmente en el proceso de trabajo del obrero, el cual se lo puede identificar en cuatro momentos; i) durante el producto del trabajo; ii) durante el acto de la producción; iii) durante la relación con los otros hombres; y iv) durante la relación con la naturaleza. Pero este trabajo que realiza el obrero es parte de una división social y territorial del trabajo en sentido amplio, por tanto, la voluntad del obrero de ser cooptada por el capitalista se profundiza en la organización global de la sociedad ya que las actividades laborales aparecen divididas y cada sujeto se va moviendo en un determinado espacio social que le es impuesto y que no pude salirse de él debido a su condición única e intrínseca que tiene, vender su fuerza de trabajo.

Henri Lefebvre[4] fue un poco más allá del trabajo y centro su análisis en la producción del espacio y en la reproducción de la vida cotidiana de los sujetos. Según su teoría, el capital no solo subsume a los obreros en el acto de producir y en la división social del trabajo, sino que subsume la vida completa por los diversos dispositivos de control que existen y que van desde la corporeidad humana, el ocio, la vivienda, la relación con la naturaleza, la cultura, entre otras. Por tanto, dicho autor en base a los textos de Marx profundiza y potencia la teoría de la enajenación, colocando aspectos que se acercan más a la reproducción de la vida contemporánea.

Volvamos al inicio del texto, ¿Que tiene que ver la caída de las aplicaciones de “Facebook”, “Instagram” y “WhatsApp”  con la enajenación que conceptualizara Max y Lefebvre? Mucho, ya que el uso enajenante de dicha aplicación establece que los sujetos no se puedan salir de ella por la simple “voluntad” de su eliminación, eso es lo que nos transmite la ideología liberal sobre la libertad de los sujetos. Cuando nos centramos en la esencia del problema vemos que existen diversos dispositivos de control que hacen que no se pueda salir fácilmente de ese encierro, ya que cada vez más, la sociedad utiliza el consumo de dichas aplicaciones digitales para reproducir su vida social. Por tanto en la actualidad, la enajenación de los sujetos se profundiza cada día, tanto en el espacio de trabajo como lo planteaba Marx, en el espacio de la movilidad de los sujetos (desde el lugar de trabajo a la vivienda o viceversa) y en el espacio de la vivienda, por tanto en nuestra vida cotidiana.

Por último agrego que el uso masivo de estas aplicaciones digitales es cooptado por un oligopolio estadounidense que cada día que pasa, toma mayor control sobre la reproducción de la vida de los sujetos en el planeta. Algo que se hizo evidente el pasado 4 de octubre, cuando la gente se encontraba sorprendida, desconcertada y limitada en su accionar cotidiano.

A modo de cierre, pero al mismo tiempo de apertura, dejo unas interrogantes que me parecen relevantes a la hora de reflexionar sobre nuestro accionar cotidiano, sin caer en una dualidad dicotómica sobre el uso enajenante de la vida en sociedad. ¿Por qué los sujetos, grupos, o la sociedad nacional, sabiendo que depende del funcionamiento de los servidores informáticos de las corporaciones transnacionales, siguen reproduciendo su vida con este uso de aplicaciones? ¿Por qué se asume que el uso de este tipo de aplicaciones es más benéfico para la sociedad? ¿Cuánto es el consumo diario por persona de estas aplicaciones y de los teléfonos inteligentes? ¿Por qué la clase obrera siendo la clase con mayor conciencia crítica no asume con mayor protagonismo y acción esta enajenación tecnológica comunicacional? ¿Qué capacidad tienen los sujetos de organizarse y enfrentar esta opresión y enajenación estructural? ¿Es posible dar la pelea dentro de las aplicaciones “alternativas”? ¿Por qué las aplicaciones alternativas no compiten con las hegemónicas? ¿Cuáles son los dispositivos cotidianos que operan en los sujetos para no eliminar este tipo de aplicaciones? ¿Si queremos superar esta sociedad de clase, es revolucionario seguir usando este tipo de aplicaciones para organizarse contra una ofensiva del capital? ¿Por qué con la apariencia del uso gratuito de varias aplicaciones substraen nuestros datos y lucran de forma permanente realizando perfiles psicosociales de consumo, controlando cada día nuestra pautas de consumo y por ende nuestras acciones? ¿Cuál es el impacto de la pandemia en la digitalización de la vida de los sujetos?

 

[1] Aquí se encuentran en orden decreciente: 1. Apple, 3. Microsoft, 4. Amazon, 5. Alphabet (google), 6. Facebook , 7. Tencent (Pwc, 2021). Las cinco primeras son corporaciones transnacionales de origen Estadounidense.

[2] Información disponible en: https://www.pwc.com/gx/en/audit-services/publications/assets/pwc-global-top-100-companies-2021.pdf

[3] Su primer esbozo de la teoría se encuentra en los "Cuadernos de París de 1843", profundiza explícitamente en los "Manuscritos filosóficos y Económicos de 1844", seguido de "La ideología Alemana" y la "Sagrada Familia" para madurar su teoría en los "Grundrisse" y "El Capital".

[4] Dentro de sus principales textos se destacan: Critica de la vida cotidiana I (1947), Critica de la vida cotidiana II (1961), Metafilosofia (1965), La vida cotidiana en el mundo moderno (1968), La revolución urbana (1970), La producción del Espacio (1974) y Critica de la vida cotidiana III (1981).