Escribe David Rabinovich
“Punto de inflexión”: Un documental a 20 años de los ataques en EE.UU. (Netflix), se supone que “muestra con una variedad de voces de primer nivel las decisiones adoptadas por las autoridades norteamericanas luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001.”
A pocos capítulos de su inicio nos enteramos que, luego del 11S, se legitima el uso de los “interrogatorios mejorados” o sea la tortura. Pero la realidad es que esa historia no comenzó hace 20 años. La serie documental no es mucho más que otro relato yanqui.
El expansionismo originario. En los años 60 y 70, como consecuencia de la Revolución Cubana, Estados Unidos cambia su política en su ‘patio trasero’ (América Latina y el Caribe). Las intervenciones militares –para proteger intereses económicos de sus empresas- son anteriores, muy anteriores. Es una nación conformada, desde sus orígenes, con vocación expansionista e imperial. La conquista del oeste fue iniciativa del presidente Thomas Jefferson, tras la compra de Luisiana en 1803. El despojo territorial de México, los actuales estados de California, Nuevo México, Arizona, Nevada, Utah, Colorado y parte del hoy llamado Wyoming, fue perpetrado en 1848.
Las dictaduras y la Escuela de las Américas. En el marco de lo que conocemos como Plan Cóndor, el ‘Hermano del Norte’ instaló una constelación de dictaduras sanguinarias que intentaron terminar con guerrilleros, comunistas, socialistas, luchadores sociales, cristianos progresistas… Cientos de miles asesinados, torturados, desaparecidos, presos, desterrados… Para que eso fuera posible formaron durante años a militares de los diversos países en la ‘Escuela de las Américas’, verdadero centro del terrorismo regional. También hubo y hay ‘formación’ de cuadros policiales, judiciales, económicos, expertos en comunicaciones de masas, etc. etc.
Las dictaduras y la deuda externa. Nunca me convenció que la razón principal de las dictaduras fuese el combate a las guerrillas. En Uruguay, sin duda, la dictadura se consolida luego de la derrota del MLN-Tupamaros. Tengo como íntimo convencimiento que su objetivo más importante fue cortar toda posibilidad de independencia nacional con un instrumento principal: la instalación de una deuda externa que ha condicionado todo el devenir posterior. El miedo fue instrumental, un accesorio necesario.
El desafío del ‘trabajo decente’ y el derecho a ‘vivir’. Hay que entender que el sistema no admite que el reclamo de trabajo decente prospere. Eso no sería ‘negocio’. Ni siquiera puede reconocer en la práctica cotidiana el derecho a vivir de todas y todos. Hay que legitimar que hay ‘otros’ que no tienen lugar ‘útil’ en la sociedad y por lo tanto no tienen lugar. El derecho a vivir de un trabajo decente –como derecho universal- simplemente no es compatible con la “democracias capitalistas”. ¿Otro mundo es posible? Si la política es el arte de volver posible lo necesario quizá la respuesta puede ser positiva.
Las derechas revividas. Me parece realmente interesante una nota publicada en Nueva Sociedad. La escribe Udi Greenberg: “Si todo es fascismo, ¿qué es el fascismo?”
Se trata de “un esfuerzo por definir las características de las dictaduras modernas con la esperanza de frenar su propagación”. Es, por lo tanto, algo perfectamente compartible que surge de constatar cómo “la derecha radical ha florecido en continentes y países…” Lo nuevo es que se promueve sin rubores “el racismo, el sexismo y la plutocracia de la derecha al tiempo que deseaban políticas igualitarias audaces.” Para la nueva derecha se trata, según el autor, de “aislar psicológicamente a los opositores y convertirlos en ovejas sumisas, un primer paso hacia la destrucción total de las instituciones democráticas”. Para ello se apela a “la nostalgia por un pasado mítico, ataques a intelectuales y universidades, insistencia en jerarquías de etnia y género, y una fijación con el «orden».”
Preocupa y hasta asusta ver como “los movimientos fascistas pueden inyectar su veneno en la vida pública existente, debilitando las culturas democráticas desde adentro.” Cuando acceden al gobierno, y sobran los ejemplos, se ocupan de “proporcionar a las masas una fantasía de transgresión (mediante una retórica violenta y un espectáculo sin pausa), al tiempo que mantiene las jerarquías opresivas de la sociedad capitalista-burguesa.”
La lucha de clases adquiere en el nuevo marco de la cultura neoliberal diferentes sentidos. “Los agentes más entusiastas del fascismo fueron los jóvenes empobrecidos, las principales víctimas de la economía moderna, mientras que la columna vertebral de la derecha contemporánea son los propietarios de cierta edad, que están tratando de proteger sus privilegios” sostiene Greenberg. Sin dudas las batallas culturales, que son el corazón de estos conflictos, tienen diferentes énfasis y matices en distintas regiones, pero se puede reconocer características que son comunes a todo el proceso. Me parece particularmente relevante el esfuerzo por “reconocer las políticas que hicieron a Trump y de las que fueron responsables tanto los conservadores como los liberales”. Porque en nuestras latitudes ‘hicieron’ a los Piñera, Bolsonaro, Macri, Añez, Uribe, Lacalle Pou… Errores y limitaciones. Renunciamientos, vacilaciones y traiciones… De todo hay en la viña y los amargos frutos alimentan las grietas que socavan la convivencia en nuestras naciones. Lejos, muy lejos, están los sueños de Artigas o Bolívar aquella patria grande donde a los infelices se los tome en cuenta.
Un mandato que viene de lejos. Como dijo Juan Pedro: “Qué lástima.1 Qué lástima que la gente sea tan pobre”. Quién sabe si Sosa y Juan Pedro no andan por allí... Dicen que sus largas figuras se vieron el miércoles caminando juntos en la amplia avenida Agraciada, la que quedó estrecha para tantos corazones dispuestos a latir juntos. Para tantos y tantas dispuestos a tomar al pie de la letra que "si la yegua no está, se la lleva lo mismo".
1 “Qué lástima” cuento de ‘Paco’ Espínola.