Brasil: un gigante a los tropezones que camina a tientas.

 

Por:Roberto Chiazzaro –(Secretario de Relaciones Exteriores PS)

La llegada de la pandemia del coronavirus a Brasil ha tenido consecuencias tanto políticas, como económicas y sociales.

La nación mas poderosa de América del Sur, está atravesando su crisis democrática, mas importante desde los tiempos en que se instauró la dictadura.

Esta crisis política esta provocada por las lamentables e irresponsables actitudes asumidas por el presidente Jair Messias Bolsonaro, que ha saboteado, sistemáticamente, las medidas de confinamiento, enfrentando a la comunidad médica,  a los Gobernadores, Alcaldes e incluso a sus dos ex Ministros de Salud, y al Ministro de Justicia Sergio Moro.

 

Al igual que el Presidente de los EUA, Donald Trump, ha minimizado los efectos de la pandemia e incluso ha combatido a quienes han promovido medidas de aislamiento, siguiendo las recomendaciones de la OMS.

Reiteradamente ha insistido en que los efectos del aislamiento son nocivos para el desarrollo económico del Brasil, señalando que es necesario reactivar la economía y volver al trabajo, porque, si la pandemia va a costar vidas, también va a costar la muerte de empresas.    

Demostrando un desprecio inaudito, hacia quienes enfrentan la miseria a la cual,  los somete el modelo económico neoliberal  manifestó: ‘’si los brasileros pueden nadar en las alcantarillas y no les pasa nada, podrán sobrevivir a este resfriado miserable’’ y como todo fanático religioso sugirió: ‘’someterse a la gracia de dios’’.  Asimismo, viendo los efectos de la pandemia, pero insistiendo en que el confinamiento provoca efectos devastadores en la economía, presionó al Ministerio de Salud para que autorice el consumo de cloroquina como fármaco eficaz contra el COVID 19, medicamento sobre el cual aun no hay evidencia clínica sobre su eficacia.

Brasil se ha transformado, así, en el epicentro de la pandemia en América Latina, y tal situación, ha generado muchísima preocupación entre aquellos paises  de América del Sur que somos limítrofes con esa nación.

Las cifras, que constantemente están variando, indican que ya son mas de 500.000 los ciudadanos infectados, la cifra de fallecimiento supera los 29.000 casos y el número de muertes que se contabilizan día a día ya supera el millar de casos. Con estas cifras Brasil se ubica como el segundo país con mayor cantidad de infectados y el primero en la cantidad de fallecimientos diarios. 

Estas cifras seguramente han de ser más elevadas ya que la cantidad de tests llevados a cabo no son suficientes, para poder establecer, con mayor exactitud, el número de afectados por la pandemia. Además,  el mal se esta expandiendo hacia el Brasil más postergado, como lo son los sectores ubicados en la periferia de las grandes urbes y sobre los Estados de Maranhao y Ceará en donde los niveles de pobreza alcanzan a más del  veinte por ciento de la población. 

Un hecho que debe ser destacado, es la dedicación del personal de la salud pública, tanto médicos, como enfermeras y técnicos, que están luchando denodadamente contra el flagelo del coronavirus y  son cientos los que han fallecido en esa lucha.

Pese a lo señalado precedentemente, Bolsonaro no está conforme con la gestión  llevada a cabo por los civiles. Dos Ministros de Salud han renunciado sucesivamente, por querer seguir las instrucciones de la OMS. En su lugar, ha designado a un militar, Eduardo Pazuello, el cual no posee ningún tipo de experiencia en la materia,  significando una bofetada para todo el sistema sanitario del pais.

 El nuevo Ministro ha tomado posesión de su cargo, junto a otros 30 militares, los cuales se han ubicado en los principales cargos de Dirección. Estos forman parte de los aproximadamente 3.000 militares que están ocupando cargos de Gobierno bajo la Presidencia de Bolsonaro. Es de hacer notar que durante la pasada Dictadura Militar instaurada en Brasil, nunca hubo tal cantidad de militares integrando los equipos del Gobierno del Estado.

La fuerte presencia militar, es una de las características más resaltable de este gobierno. No solo es notoria su presencia por su número, sino que  destaca la importancia de los cargos asumidos. Tienen  nueve Ministerios, de un total de 22, el Vicepresidente de la Republica es el General retirado Hamilton Mourao,  el Jefe de Gabinete de Seguridad, es el General Augusto Heleno, el Ministro de Defensa es el General Fernando Silva, y el Secretario General de la Presidencia es el General Braga Netto. Todo un equipo de Generales rodeando el Presidente de la Republica el cual ostenta el grado de Capitán retirado del Ejército. 

La desacertada conducción política que esta llevando a cabo el Presidente Bolsonaro, agravada especialmente en el  manejo de la pandemia, esta sumiendo a Brasil en una situación caótica y de extrema gravedad, más aun con la situación de crisis global que afecta a todos los países.

Difícil es prever cual será la disminución del PIB y cuales serán sus efectos sobre una pais de mas de 210 millones de habitantes que ya cuenta con 12 millones de desempleados, de los cuales solo 500.000 son beneficiarios del seguro de desempleo, 49 millones de trabajadores precarios y aproximadamente 62 millones de personas que no están en condiciones de practicar el aislamiento, para evitar los efectos de pandemia, porque no tienen para comer.

Resulta oportuno recordar que Bolsonaro, accede a la Presidencia de la Republica Federativa del Brasil, contando con el apoyo económico de la oligarquía, ya que era la única opción con que contaban, para impedir un quinto Gobierno  del PT. La proscripción de Lula, lograda con falsas acusaciones, en el marco de la investigación del Lava Jato, impulsada por el Juez Moro y la campaña electoral, basada fundamentalmente en andanadas de FakeNews lanzadas contra Haddad, el candidato del PT, fueron los mecanismos que permitieron su triunfo electoral.

Además, no podemos dejar de mencionar al “Poder Evangélico” - que dejó de lado su apoyo a Lula y al PT, para apoyar a Bolsonaro- que actualmente alcanza al veintinueve por ciento de la población y que, según estudios llevados a cabo, se preveé que, en el 2030,  alcance al cincuenta por ciento.

Las actitudes irresponsables ante el avance de la pandemia, con una economía paralizada, con una crisis social de gran envergadura y con un sistema de salud desfinanciado y desbordado, hacen que Bolsonaro paulatinamente vaya perdiendo los apoyos de la oligarquía, de los grandes medios de comunicación y de los sectores políticos conservadores que le dieron su apoyo, incluso ha dejado de contar con el  de su propio Partido politico, el Social Liberal. Bolsonaro esta perdiendo importantes aliados y todo indica que se encuentra parcialmente aislado.

Las directivas impulsadas por Bolsonaro en lo referido al tratamiento de la pandemia no han sido acatadas por la mayoría de los Gobernadores de los Estados de Brasil. Esta actitud tuvo su inicio en los Estados del Nordeste, pero también el ultraderechista, y uno de sus principales aliados políticos, el Gobernador de San Pablo, Joao Doria, ha llevado adelante las medidas de aislamiento dictadas por la OMS.

En Rio de Janeiro, Wilson Witzel, otro reaccionario ultraderechista, apadrinado por los hijos de Bolsonaro, también ha tomado distancia, e incluso ha manifestado intenciones de postularse a la Presidencia del Brasil.

Bolsonaro reacciono enérgicamente contra las medidas adoptadas por los Gobernadores, manifestando que no contaban con la potestad constitucional, hasta que, el Supremo Tribunal Federal, le recordó   que la Constitución brasileña reconoce la autonomía de los Estados y Municipios y que tienen la potestad de adoptar ese tipo de medidas.  

Pese a lo aseverado precedentemente no debemos subestimar los apoyos con los que continúa manteniendo Bolsonaro. El principal, momentáneamente, son las Fuerzas Armadas,  las cuales como ya lo hemos visto tienen una fuerte presencia en el Gobierno.

También lo apoya gran parte del empresariado,  que se beneficia por las medidas ultraliberales que ha impuesto el Ministro de Economía, Guedes; el sector latifundista  beneficiado por la deforestación de la Amazonia y la ocupación de territorios indígenas, sumando a la Iglesia Evangélica,  siendo oportuno recordar  que la quinta parte de los miembros del  poder legislativo  practican esta Religión.

Pese a no contar con un Partido propio en el Congreso, Bolsonaro, contra el cual se han presentado ya varias solicitudes de impeachment, a recurrido a buscar el apoyo, o mejor dicho, a comprar el apoyo del Centrao”, un conjunto de partidos políticos que constituyenuna mayoría en el Congreso, a cambio de otorgarles cargos públicos.

Estos grupos que lo sostienen, le han  permitido reaccionar, convocando en Brasilia, a sus adherentes para manifestarle, frente al Planalto, el Palacio de Gobierno, su adhesión.  Ante esa muchedumbre, Bolsonaro se ha presentado sin ningún tipo de protección sanitaria, besando niños, saludando ancianos, en una actitud profética de “elegido”; mientras reclamaba sin tapujos que se debería suspender al Congreso y al Supremo Tribunal de Justicia, borrando de un plumazo a dos de los tres poderes del Estado si eso sucediera, cuestionando, así, seriamente la vigencia del sistema democrático.

No solo en Brasilia sino en varias ciudades, la ultraderecha ha demostrado tener capacidad de movilización, con buena receptividad en los pequeños comerciantes y entre  los sectores populares, los cuales careciendo de recursos, deben trabajar para atender mínimamente sus necesidades.

La cuarentena es, obviamente, necesaria para combatir la pandemia, pero solo puede ser efectivizada por aquellos sectores de la población que tienen los medios económicos para poder llevarla a cabo. La opción, para aquellos que no cuentan con recursos, es recibir ayuda por parte del Estado. Este no es el caso de Brasil, en el cual, Bolsonaro elimino el beneficio de Bolsa Familia, sustituyéndolo por un mísero pago de 600 reales por mes por un lapso de tres meses.

Si algo faltaba para que se redoblaran las críticas a su  pésima gestión, fue el surgimiento de un acontecimiento de tal magnitud que generó otro temblor en el sistema político del Brasil.

EL Ministro de Justicia Sergio Moro, presentó renuncia a su cargo ya que Bolsonaro, había destituido al jefe de la Policía Federal, por investigar a sus hijos y amigos, por haber cometido actividades delictivas, avasallando las instituciones democráticas y la justicia.

El antiguo aliado, hoy rival, denuncia al Presidente frente al Supremo Tribunal Federal ya que habría hecho cambios en la estructura de seguridad de la Nación para proteger a su familia. Como elemento probatorio de estos hechos manifestó que los mismos habían sido explicitados, por el propio Presidente, en el Consejo de Ministros llevado a cabo el 22 de abril.

El Presidente del STF solicito que se hiciese publico el video correspondiente a la mencionada sesión, y de esta forma se corroboro la tesis del ex Ministro Moro, en el sentido de que hubo, efectivamente, intención por parte del Presidente de Brasil de intervenir en la organización de la Policía Federal y este hecho revela la existencia de dos delitos, obstrucción a la Justicia y prevaricato.

Corresponde ahora esperar las actuaciones de la Oficina del Procurador General, el cual puede acusar al Presidente y solicitar el apartamiento del cargo. Si se concretase esta actuación por parte de la Justicia debe pasar por el Congreso y para que la misma se concrete se necesita el voto de los dos tercios del total de los Diputados, lo cual resulta imposible de lograr mientras el Centrao le siga prestando apoyo a Bolsonaro.

Los Partidos de  izquierda es poco lo que han podido incidir a lo largo de este proceso que hemos descripto, el golpe que significó perder las elecciones y la desunión que han caracterizado a estos Partidos, han disminuido, notoriamente, su capacidad de influencia y convocatoria.

No obstante ello, han logrado, junto con 400 organizaciones de la sociedad civil, presentar un impeachment en el cual se acusa al Presidente de haber cometido crímenes de responsabilidad, al atentar contra la salud publica poniendo en riesgo la vida del pueblo de Brasil por su irresponsable comportamiento frente a la pandemia del Covid 19, e incumplimiento de las Directivas de la OMS.

Para que esta solicitud de Juicio Político prospere, es necesario contar con una mayoría de 342 votos en la Cámara de Diputados y para evitarlo se necesitan 171.

En primera instancia, todo indica que no existen posibilidades de lograr, por la vía legal, sacar a Bolsonaro del Gobierno. Si en otra vía se esta pensando, la única viable es un Golpe de Estado consumado por las FF.AA. y tal eventualidad, ha sido totalmente descartada, por los Altos Mandos de las mismas.

Para que Bolsonaro sea removido del cargo se necesitará un movimiento opositor de envergadura, lo cual implica la acción unitaria de todas las fuerzas democráticas del Brasil, movilizadas a lo largo y a lo ancho de ese inmenso país  y  que cuente con el apoyo de los  Partidos conservadores, como el PSDB  y otros, más el apoyo del Centrao, el del empresariado y el consenso de las FFAA para un nuevo llamado a elecciones democráticas.    

El gigante del Sur camina a tientas, en medio de grandes incertidumbres, solo una gran consenso nacional y democrático evitará la caída al abismo.