Chefs de la política hacen con Venezuela salsa criolla con Ketchup

Nota editorial del diario La Nación de Argentina, publicada el 18 de febrero de 2019 que se transcribe integramente y sin comentario alguno de nuestra parte. Queda abierta la posibilidad de que se expresen los lectores. Con el mismo criterio se añaden  otras notas sobre el mismo tema   con opiniones del senador José Mujica.

“Uruguay: recuperar el rumbo perdido  

Resulta tranquilizador que el gobierno de Tabaré Vázquez haya, finalmente, coincidido en reclamar elecciones libres y creíbles en Venezuela

Ha sido un logro meritorio de la diplomacia argentina haber logrado, al cabo de la visita relámpago del presidente Macri a Colonia, una declaración conjunta con su colega uruguayo en la que llaman a encontrar una solución democrática a la crisis venezolana, "con elecciones libres, creíbles y con controles internacionales confiables". Hasta el momento de esa visita, la política uruguaya respecto del escandaloso régimen de Maduro se proyectaba de otra manera.

Una reciente cuestión con serias repercusiones en la política interna de nuestros vecinos dio una señal de alerta. Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), tiene, como se sabe, sus orígenes políticos en la izquierda uruguaya. En su momento, fue canciller del ex presidente José Mujica. Ambos militaban en el Frente Amplio, la multicolor coalición de fuerzas de la izquierda rioplatense, en la que el peso relativo del Partido Comunista suele imponer su voluntad. Siempre deberá recordarse, por lo demás, que el Frente Amplio se integra, entre otros, con el Movimiento Tupamaro, cuya violencia irracional espantó a Uruguay desde mediados de los años sesenta.

 

No obstante todo ese historial, Almagro, desde el cargo en la OEA y luego de incomprensibles vacilaciones iniciales, ha sido un crítico certero y valiente de Maduro. Lo considera un dictador ineficiente como gobernante, además de corrupto, que administra, si así se puede decir, a un país que está tan lejos de ser una democracia que ha entrado en la consideración internacional en la categoría de los Estados fallidos, como Cuba. Un país con gobierno irrespetuoso de las libertades civiles y políticas de sus ciudadanos, con opositores presos y un descomunal negocio montado sobre las bases del narcotráfico. Peor, imposible.

Precisamente por haber asumido con claridad una posición abiertamente democrática, Almagro ha sido expulsado de manera arbitraria del Frente Amplio, del que surgió Tabaré Vázquez, presidente en ejercicio. Eso ratifica una vez más la intolerancia que caracteriza ante cualquier disenso a las izquierdas radicalizadas de la contemporaneidad, cuyo más próximo ejemplo para los argentinos han sido los nefastos años de gobiernos kirchneristas.

El Frente Amplio parecería estar en franca caída ante la opinión pública uruguaya, lo cual podría verificarse en los comicios nacionales previstos para octubre, en coincidencia con las elecciones argentinas. No es por una razón, sino por muchas, que el Frente Amplio ha decaído en las expectativas electorales. Entre las razones principales, figuran la situación económica por la que atraviesan en particular la clase media y los sectores de más bajos ingresos, y el grado desconocido de delincuencia común que azota al país por la desaprensión de las autoridades. Uruguay está pagando en eso el precio por la influencia de los epígonos locales de teóricos del derecho penal al estilo de Raúl Zaffaroni, el ex juez kirchnerista de la Corte Suprema argentina. ¿Garantistas de qué? ¿De impunidad para quienes delinquen, hieren, matan y roban?

A todo eso se suman deplorables actitudes de la coalición de gobierno uruguaya, como la intemperancia con el ex canciller Almagro, cuyo prestigio continental, por el contrario, ha crecido en relación directa con su actuación como secretario general de la OEA. El actual cuadro de situación en Venezuela no ha hecho más que confirmar las advertencias hechas desde hace tiempo a viva voz por Almagro. Sin embargo, fue desoído en principio por su propio país, que promovió semanas atrás, junto con el nuevo gobierno de México, una incomprensible propuesta de diálogo sin condiciones con el dictador Nicolás Maduro.

No debe extrañar, por lo tanto, que el director ejecutivo de la organización Human Rights Watch, José Vivanco, hubiera calificado de "miserable" el pedido hecho el 8 del actual por la diplomacia uruguaya para que se retirara de un documento internacional la exigencia de que Venezuela libere inmediatamente a los presos políticos de Maduro. Igual calificación mereció a Vivanco el rechazo uruguayo, ahora rectificado por el presidente Tabaré Vázquez, a que se reclamara, como lo proponía la vocera de la Unión Europea, elecciones y participación libre e igualitaria de todos los partidos venezolanos.

La tradición republicana de Uruguay no podía haber sido más lastimada por una actitud como esa. De modo que el comunicado conocido después de la reunión a solas de Macri con Tabaré Vázquez devuelve al Uruguay a la senda reconocible de su diplomacia. La recibimos, pues, como una buena noticia y un comienzo de enmienda que esperamos se ratifique con la franqueza con la cual el papa Francisco le hizo saber a Maduro, en la carta revelada días atrás, que ni siquiera con él ha cumplido con la palabra empeñada.”

Comentarios de José Mujica sobre Venezuela

Según El Observador, en nota publicada el 14/02/2019, el senador Mujica “contó que diplomáticos de carrera del servicio exterior de Estados Unidos se comunicaron con él. Le dijeron que estaban preocupados porque el entorno de Donald Trump estaba decidido a iniciar una intervención militar en Venezuela.

Los diplomáticos le pidieron a Mujica que contribuyera a evitar ese escenario y que hiciera gestiones ante Venezuela. El expresidente dijo a Telemundo que mantiene contacto con integrantes del gobierno de ese país y con otros dirigentes, aunque no habla con Maduro desde el año 2016.

La alternativa al inicio de la guerra sería un proceso que terminaría con elecciones libres y totales. Eso fue lo que Mujica planteó públicamente en su audición radial en M24. De esa forma no solo evitaría una intervención armada sino también las sanciones económicas que hoy pesan sobre Venezuela.”

Esta información no ha sido cuestionada y al igual que en la transcripción anterior, no se agrega en torno a la misma, comentario alguno por parte de Claridad.

Pero, sin entrar en las complejidades de la ciencia política, se deja constancia que el senador del MPP ha optado por no hablar del “gobierno de Maduro” sino que lo califica como “el régimen”y lo ha hecho en reiteradas oportunidades.

Por su parte, la senadora Topolansky, que ejerce la vice presidencia del país, aventuró que “Guidó y Maduro son la misma cosa”, explicando que “ambos son caribeños”.