La base china en la Patagonia argentina es un dilema para estrategas

 

 

Informe: Equipo de Claridad

 

El tema tomó esta público hace poco tiempo pero no es nuevo. Se trata de la base de “observación lunar” que el gobierno de la República Democrática de China tiene instalada en la provincia de Neuquén, sur de Argentina, en la localidad de “Bajada del Agrio” y que es controlada por el Ejército Popular de China.

Esta base satelital ha desatado roces y enojos diplomáticos, ante la posibilidad de que tenga capacidad de interceptar satélites. La administración de Donald Trump ya alertó, al gobierno argentino sobre dicha posibilidad de un eventual uso dual.

Se trata de una preocupación compartida con la Unión Europea aunque esta tiene, a su vez, una estación espacial en la provincia de Mendoza; pero los administradores de la misma señalaron que ella es una organización civil internacional manejada por la Agencia Espacial Europea (ESA) integrada con 22 estados miembros y que en su  funcionamiento no intervienen mandos militares.

El choque se dio en Ginebra, en el seno de la Comisión Permanente para el Desarme, de la ONU, ante la iniciativa argentina de crear un mecanismo para impedir la intercepción de satélites y trascendió cuando una delegación, integrada por legisladores del oficialismo y la oposición, conducida por el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo, visitó las dependencias de Naciones Unidas en Suiza y participó en una reunión para la “Prevención de una carrera de armamentos en el espacio exterior”

Lo cierto es que esas bases, sean cuales sean, poseen eventualmente el potencial necesario para interceptar satélites, y la preocupación, tanto de Estados Unidos como de algunos países europeos, que saben del tema, es sobre esa posibilidad de uso militar y existe desde que la base se instaló y levantó una antena de más de 70 metros de altura. Cuando el presidente argentino Mauricio Macri asumió en 2016 exigió al presidente de China, Xi Jinping, firmar un anexo al acuerdo que había sellado su antecesora, Cristina Fernández de Kirchner, para avalar el funcionamiento de dicha base sólo bajo la condición de estar destinada exclusivamente al "uso pacífico". La iniciativa no obtuvo el visto bueno de la representación china. .

 

Argentina solicitó que se añadiera en el informe de la Comisión Permanente de Desarme una referencia "relativa a la necesidad de prevenir el desarrollo de capacidades de observación desde una base terrestre susceptibles de ser utilizadas con propósitos anti-satélites". Esta propuesta de imponer restricciones de desarme a las bases espaciales fue avalado por Estados Unidos y el Reino Unido pero no fue apoyada por Rusia y China.

La delegación de China, con el aval de Rusia, reaccionó negativamente a esa solicitud señalando la imposibilidad de juzgar las intenciones con las que son utilizadas ciertas capacidades pensadas para usos pacíficos.

En junio pasado, el jefe de Gabinete de Macri, Marcos Peña, expresó en un informe al Congreso que la CONAE -Comisión Nacional Espacial- apoya al Programa Chino de Exploración Lunar (CLEP) que entró en operación en abril de 2018, para "brindar apoyo durante el lanzamiento del satélite lunar de comunicación remota, QueQiao -etapa preliminar antes del lanzamiento de la misión Chang-E 4, prevista para fin de este año".

También dijo que los proyectos de la estación espacial de China en Neuquén "son comunes a realizar con la estación DS3 de la ESA (de la Unión Europea) en Malargue, por ser ambas estaciones muy similares".

Pese a esto, el jefe del Pentágono, James Mattis, planteó en una reciente visita a Buenos Aires, un reclamo enérgico con la preocupación de Washington sobre la base de los chinos, en un diálogo ante el ministro de Defensa argentino, Oscar Aguad, y la cúpula castrense local.

La base está y los chinos también están… y no son los únicos.