Redacción de Claridad
“Las profecías del segundo milenio” es un artículo que apareció en el N° 240 ( 28 de abril al 04 de mayo de 1989) de la revista argentina “El Periodista”, con la firma de Tomás Eloy Martínez, escritor y periodista de reconocida trayectoria. Claridad considera de interés para sus lectores aportar, a las dos notas sobre la realidad Argentina que integran este dosie, esta otra visión que, con tres décadas de anticipación, justifica su título de profecía.
Brindamos la transcripción parcial del artículo –para los interesados están las referencias que posibilitan su ubicación- referidas a un posible devenir del desarrollo histórico. El autor relata una entrevista, mantenida entre un terceto de oficiales retirados y el coronel Mohamed Alí Seineldín, posiblemente realizada entre el 5 y el 10 de abril de ese mismo año en el segundo piso de la Dirección de Apoyo del Ejército, en Palermo.
Eloy Martínez, periodista serio, responsable y documentado, hace hablar al coronel detenido, que espera sentencia de la justicia militar, y le permite explayarse ante sus camaradas para difundir así “su apocalíptico discurso”.
“Los dos grandes imperios del mundo se han entendido a espaldas de nosotros”, empezó explicándoles. “Han establecido ya sus áreas de influencia y han reservado a la Argentina un papel de servidumbre. Rusia será el patrón hegemónico del Este. En el Oeste, lo que les importa es el control de los pasos entre los océanos. Estados Unidos no puede hacer ese trabajo solo. Cuenta con el auxilio de Gran Bretaña y de Israel. A los ingleses les han encomendado la vigilancia del paso entre el Índico y el Atlántico. Por eso están presionando tanto al gobierno de Sudáfrica: necesitan ponerlo de rodillas. Con el Canal de Suez no hay problemas. Israel se ha hecho fuerte allí. En Panamá, los norteamericanos tropiezan con el perpetuo escollo del general Noriega, que defiende la soberanía y les hace la vida difícil. Además, las aguas del canal no son libres: hay problemas técnicos severos para el tránsito de los barcos militares y la navegación de los grandes contenedores es imposible. Los imperios necesitan con urgencia disponer de otro paso, más al sur”.
“Magallanes”, apuntó uno de los oficiales.” El Canal de Beagle no les serviría, por la amenaza constante de los icebergs…”
“Exacto”, dijo el coronel. “Han puesto los ojos en el estrecho de Magallanes. Para controlarlo sin dificultades, han decidido debilitar a la Argentina, Nos dividirán, primero por dentro y después por fuera. Partirán el país en tres. Estados Unidos no quiere hacerse cargo de la operación…”
“Entonces lo hará Inglaterra”, arriesgó otro de los oficiales.
“Se equivoca. Lo hará Israel. Algunas fases del plan ya se han cumplido. Alfonsín entregó el Beagle en 1984 y ha favorecido la radicación de industrias judías en Tierra del Fuego. Usuhaia es ahora un suburbio de Jerusalén. Afortunadamente la segunda parte del plan ha fracasado. El país tenía que ser dividido en tres: Una Argentina del Norte, con capital en Buenos Aires; una Argentina del Sur, con capital en Viedma; y otra Argentina Atlanto-Antártica, con gobierno en Río Grande. Alfonsín era el artífice del plan. Su misión era fundar la nueva Viedma, pero no se lo permitieron. Tuvo que lavarse las manos como Pilatos. En Tierra del Fuego, sin embargo, las cosas van más rápido. Los judíos piensan construir allí una segunda Sión: La Andinia que anunció el rabino Gordon…”
“Si usted tiene pruebas debería denunciar esto, mi coronel”, dijo el más antiguo de los tres visitantes, con voz incrédula.
“No hará falta”, respondió Seineldín. “Menem ya está enterado y lo evitará. El mismo día en que tome el gobierno acabará con todo.”
“¿Y si no gana?”, aventuró el oficial que acababa de hablar.
“Ganará”, dijo Seineldín. “Si no gana será el fin, el Apocalípsis. Tendremos que luchar contra el Anticristo.”
Tomás Eloy Martínez cierra su artículo con un pensamiento que merece ser reproducido como síntesis de algo que hace ya más de treinta años sobrevolaba los acontecimientos y los ordenaba de manera tal que hoy sean comprensibles. Decía así: “…Lo terrible sería que el poder cayera en manos de quienes creen que hay una sola verdad, y que esa verdad les pertenece. Cada vez que eso ha ocurrido, las naciones y la historia son vividas como algo irreal, porque las puertas a las que golpean los hombres corresponden a otro tiempo y los paisajes del otro lado se abren hacia ninguna parte.”