ARGENTINA

Griselda Leal Rovira

A nadie escapa la importancia que tiene para los uruguayos lo que ocurra en la política Argentina.

Si bien somos hermanos rioplatenses tenemos distintos matices en cuanto a la conformación de nuestras sociedades, partiendo de la base de la diferencia de tamaño de nuestros territorios y la historia de los caudillos políticos a través del tiempo, por eso ocurre que nos cuesta entender el fenómeno del peronismo que ha dividido a la sociedad del vecino país en la famosa brecha que suele tener tintes de fuertes enfrentamientos.

Desde siempre ha habido una casta oligárquica muy aristocrática y arraigada, con importante poderío económico, que ha rechazado y rechaza la política populista que impuso el General Juan Domingo Perón junto a su compañera Eva Duarte.

Si bien las cosas no fueron del todo transparentes en sus períodos de gobierno, lo cierto es que la mitad de los argentinos hasta hoy se consideran peronistas, con distintas corrientes y posturas que van desde el centro-derecha hasta la izquierda por decirlo de una manera simplificada.

El kirchnerismo se impuso a partir del año 2003 en el que Néstor Kirchner asumió como presidente, dejando el país libre de deudas del Fondo Monetario Internacional, seguido por dos gobiernos de su esposa Cristina Fernández, heredando no sólo la historia peronista, sino también el rechazo de los antiperonistas.

Pero la derecha también se fue afianzando respaldada por enormes capitales, muchos de ellos extranjeros, sobre todo apoyada por los grandes medios de comunicación que suelen no tener ninguna ética con tal de lograr sus propósitos y cuentan con famosos periodistas mediáticos que les son fieles hasta lo inverosímil, realizando editoriales de un bajísimo nivel de sometimiento y últimamente con una herramienta fundamental que se puso de moda en el continente impulsada por el imperialismo yankee: la justicia comprada, que más que justicia es “injusticia”.

En el período de 2015 al 2019 la ultraderecha gobernó la Argentina bajo la batuta de Mauricio Macri, quien llevó a cabo un mandato conservador, de espaldas al pueblo, favoreciendo permanentemente a la clase adinerada y empresarial y castigando a la clase media y baja, en el que dieron quiebra infinidad de pequeños y medianos comercios y empresas y el nivel de pobreza e indigencia aumentó considerablemente.

Recibió el país de manos de Cristina Kirchner prácticamente sin deudas y lo entregó con un préstamo otorgado pocos días ante del final de su período por el Fondo Monetario Internacional de 45.000 millones de dólares, deuda que el pueblo debe pagar en un plazo de cien años, pero aclaremos que no fue dinero destinado a escuelas, hospitales o carreteras, ese dinero así como entró se fugó nuevamente al exterior aparentemente para saldar deudas contraídas por la clase dominante. El propósito fue el de ganar las elecciones, pero el pueblo no lo respaldó y volvió a ganar el peronismo, esta vez como presidente un hombre con un perfil más conservador, Alberto Fernández, que no conformó, sobre todo a los grupos de izquierda. Aun así ha dado muestras de acercamiento a los gobiernos progresistas de la región.

A causa de una gestión que tuvo sus desaciertos y con pandemia mediante, la Argentina siguió la suba de los precios con respecto a la calidad de vida de las clases medias y bajas, la caída de los precios de los productos de la canasta básica, un récord en la inflación y la suba del dólar.

La vicepresidenta, Cristina Kirchner no pudo evitar el desplome y siguió siendo foco de ataques de parte de la derecha, tal como lo hizo en el gobierno anterior con una furia que no cesó, al punto de sufrir un intento de asesinato. Pese a la gravedad del hecho, la justicia no se esforzó demasiado por aclarar el origen de los ideólogos (y presuntos financistas) a pesar de numerosos indicios al respecto, y se conformó con encarcelar a los responsables directos, unos jóvenes marginales e irresponsables impulsados quién sabe con qué intenciones.

Ya sobre el final del mandato de Alberto Fernández, el 13 de agosto se llevarán a cabo las PASO (elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias), o sea lo que en nuestro país son las internas dentro de cada grupo político.

Digamos que la izquierda no peronista es y siempre ha sido un grupo muy minoritario con características trotskistas, que no marca demasiado en el resultado de los comicios pero que de alguna manera puede incidir en un posible balotaje.

Quien se destaca es el Partido de los Trabajadores Socialistas, liderado por Nicolás del Caño, integrante de la Cámara de Diputados, ex dirigente estudiantil de 43 años y miembro del Partido Obrero.

Guillermo Moreno -que fue Secretario de Comercio del gobierno de Néstor Kirchner y se define como peronista- está al frente de Hora de Patriotas secundado por Leonardo Fabre.

Otro peronista es Juan Schiaretti, ex gobernador de Córdoba, secundado por Randazzo que tienen el grupo Hacemos por Nuestro País.

Libres del Sur es una agrupación piquetera liderada por Jesús Escobar y Marianella Lezama.

Frente Izquierda liderado por el dúo Solano-Ripoll se enfrenta a Myriam Bregman.

Otro grupo es el de Manuela Castañeira con su partido Nuevo MAS.

Y política Obrera con Altamirano.

Estos grupos para poder intervenir en las elecciones de octubre deberán tener por lo menos un 0,1%.

La puja entre los grupos de derecha es entre el liderado por Patricia Bullrich -ex Ministra de Seguridad del gobierno de Macri-, mujer dura y violenta en su ideología y accionar y con estrechas conexiones con la derecha internacional, particularmente con los servicios de inteligencia de Estados Unidos e Israel, y su adversario en las internas, Horacio Rodríguez Larreta, actual Jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, que hasta ahora se había mostrado como un político más moderado, pero en el último período, al tener que enfrentarse con Bullrich ha endurecido el discurso al punto de gritar a los cuatro vientos que deben acabar definitivamente con el kirchnerismo y amenaza con limitar el derecho a huelga, particularmente a los docentes, prohibir los piquetes y las movilizaciones. Larreta lleva como vicepresidente al gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, quien acaba de reprimir de manera brutal las manifestaciones en contra de la población formada por grupos indígenas, gremios docentes, partidos de izquierda y justicialistas, con un saldo de 170 heridos, uno de gravedad y decenas de detenidos, los que se niegan a aceptar los cambios en la Constitución, que recorta las libertades y no reconoce los tratados internacionales en favor de los pueblos indígenas originarios entre otras consideraciones.

Por otra parte en los últimos tiempos surgió con fuerza un personaje siniestro, Javier Milei, con pretensiones de quitarle protagonismo a Juntos por el Cambio, captando a muchos jóvenes decepcionados de la política, en momentos incluso llegó a sugerirse que su presencia cambiaría al electorado en tercios, aunque luego las encuestas lo bajaron un tanto, dado que en el interior no tuvo arraigo y por no contar con líderes de peso. Se trata de un economista, comunicador y hasta actor, que se autodenomina “Libertario” y responde a la ultraderecha con conexiones con el partido VOX de España. Pero lo cierto es que ahora está molestando a Juntos por el Cambio, -aunque le puede servir para juntar votos en un posible balotaje-, ya que ha salido a luz el tema de los cargos comprados y se entiende dado que no tiene gente calificada.

El peronismo sigue siendo liderado por Cristina, aunque no va a ser candidata por decisión propia y por tener todavía una causa abierta, por lo que el problema fue debatido internamente buscando la mejor solución que logre vencer en la elección de octubre.

El candidato elegido por Cristina era (y sigue siendo) Eduardo "Wado" de Pedro, un abogado de 46 años que actualmente es Ministro del Interior, hijo de asesinados y desaparecidos durante la dictadura, con un pasado muy traumático, calificado como de la generación diezmada, y fundador del grupo “HIJOS” y de la “Cámpora” junto a Máximo Kirchner y Amado Boudou.

Pese a ser Wado su candidato, Cristina pactó con parte del peronismo en lanzar como candidato a la presidencia a Segio Massa que podría tener más posibilidades de triunfar, aunque de aquí hasta el 13 de agosto tendría que hacer magia para que la gente lo prefiera debido a la difícil situación económica, pero la estrategia es no desgastar en las internas a Wado, que no es tan conocido y con menos trayectoria.

Massa, de 51 años, abogado, ex intendente de Tigre por dos mandatos, ex presidente de la Cámara de Diputados y actual Ministro de Economía, con amplios poderes, experiencia y muy buena gestión en la negociación, sobre todo con el Fondo Monetario Internacional y con el propio gobierno de los Estados Unidos, está muy enfocado en solucionar el tema económico de la Argentina. Se trata de un hombre ambicioso, de centro o centro derecha, incluso en una época tuvo sus enfrentamientos con el peronismo, rompiendo con el kirchnerismo en el año 2010, armando su propio partido “Frente Renovador” con el que se postuló a presidente en las últimas dos elecciones del país y se posicionó como tercera fuerza electoral. Debido a esa ruptura la postura de su partido fue tomada como una traición en el momento clave del gobierno nacional y popular, por lo tanto no es del agrado de muchos integrantes del sector. Quien lo acompaña en la vicepresidencia es Agustín Rossi, un ingeniero civil que fue Ministro de Defensa, miembro de la Cámara de Diputados y Jefe de Gabinete por el Justicialismo, pertenece al entorno del kirchnerismo.

De todos modos en las PASO, el peronismo llevará otro candidato con aparentemente menos posibilidades de ganar la interna que es Juan Grabois, un abogado de 40 años, hombre con ideas muy claras y gran preocupación por la situación de las clases sociales más sumergidas, poniendo énfasis en la economía popular, en el movimiento nacional  popular latinoamericano y muy allegado al Papa Francisco. Se dice que su función es la de contener al kirchnerismo emocional para que su voto no vaya en las internas a la izquierda independiente o en blanco.

Es evidente que el espectro político se ha corrido hacia el conservadurismo y hay sectores que se han tenido que adaptar, incluso en contra de su voluntad. Una explicación es la de falta de expectativas y aún hay muchos indecisos.

Las PASO del 13 de agosto son obligatorias y se deberá votar a los candidatos presidenciables, senadores y diputados nacionales.

El temor de Grabois es que pase con Massa lo mismo que con Fernández y termine en una decepción, de todos modos ha dicho que pertenece a una coalición y como tal, en el caso de ganar Massa, lo va a poyar porque de no ser así sería una traición.