David Rabinovich
Sueñan en los Estados Unidos con “…un gran Estado de bienestar con asistencia sanitaria para todos, universidad pública gratuita, igualdad racial y de género, protecciones medioambientales, sindicatos fuertes, libertades personales y democracia política.” El país más poderoso no asegura todo esto para la mayoría de su población. En lugar de esos sueños, la realidad muestra: “…un sistema basado en el beneficio y el consumo creciente”. Cada vez más concentrado, no se propone “salvaguardar los recursos naturales (…) necesita explotarlos al máximo.”1
De dónde venimos y hacia dónde vamos. Como hijo y nieto de inmigrantes, bien podría descender de alguna antigua familia de la nobleza del este de Europa. Tengo algún abuelo rumano, ucraniano o ruso… Judíos todos. Inmigrantes que se encontraron en alguna parte del mundo (mi madre era estadounidense y mi padre argentino). La intolerancia, la violencia y la pobreza les impulsaron a buscar mejores horizontes. Y, bueno es decirlo, alguna familia burguesa habría también en mi pasado.
¿Por qué digo esto? Para mí la búsqueda de democracia y libertad, la sed de justicia, la solidaridad con el perseguido, pelear por la igualdad y los derechos humanos es parte de la historia familiar. Una historia de la que, lamentablemente, conozco poco. Pero no será tan diferente de otras tantas. Persecuciones y resistencias están en el pasado de todos nosotros; solo que, en este impiadoso mundo actual, hay que elegir bando. El sistema no nos deja opción.
‘Recursos naturales’ y ‘recursos humanos’: El capitalismo los considera en función de la capacidad que tengan de generar rentas al capital, que es el ‘gran recurso dominante’. No se trata de atender las necesidades humanas respetando la naturaleza que hace posible la vida sobre la tierra. Personas y ambiente sólo se consideran en tanto ofrecen alguna posibilidad más de hacer negocios.
Patrón de conducta, conducta de patrones. Las posibles alternativas parecen estar entre el capitalismo real y un capitalismo con rostro -algo- más humano. Mientras hay quienes sostienen que vivimos en ‘el mejor de los mundos posibles’2 la realidad, empecinada, nos muestra las miserias que sufren ‘los condenados de la tierra’3.
Para justificar patrones de conducta inaceptables aparecen los ‘relatos’, las fake news, el lawfare, el papel de los medios de comunicación, las redes sociales… La guerra cultural por la imposición de las ideas propias y la destrucción de las del ‘enemigo’, aunque para ello sea necesario eliminarlo. Literalmente hablando.
Nada más sagrado que la propiedad privada dentro del sistema. Los derechos colectivos y humanos se contraponen a las desigualdades: crece la grieta. ¿Por qué lo justo y necesario se nos presenta como inalcanzable e ineficiente? ¿Las derechas necesitan del enfrentamiento irracional y violento?
Las democracias son progresistas. Un participante importante en los debates contemporáneos es Joseph Stiglitz que aporta una mirada particular. El premio Nobel de Economía considera que se detendrá el avance de las derechas “…cuando los gobiernos democráticos demuestren que están sirviendo consistentemente a los intereses de sus electores y abordando los problemas definitorios del Siglo XXI.”4
¿Es necesario aclarar que no se trata de un revolucionario socialista y radical? Para el economista “No es extremismo de izquierda señalar que la economía estadounidense no ha estado sirviendo a la mayoría de los estadounidenses.” ¿Qué dejamos para las economías de países dependientes, subordinados, de la periferia del ‘mundo rico’?
“La desigualdad ha ido en aumento, las oportunidades de movilidad social se han ido agotando y estos problemas se han visto exacerbados por una falta crónica de inversión en educación.” “La sensación de injusticia se ve agravada por el hecho de que deberíamos ser capaces de resolver estos problemas. Estados Unidos es un país extraordinariamente rico… Los fracasos… son el resultado de decisiones tomadas por un sistema político que no refleja los intereses de la mayoría de sus ciudadanos, porque ha sido capturado para servir a intereses especiales.”
Proclama el profesor que “No es extremismo de izquierda exigir soluciones políticas” a problemas fundamentales como proteger el medio ambiente, mejorar la seguridad económica, garantizar la democracia real. “…la agenda progresista se ha convertido en una agenda centrista.” Y si consideramos las consecuencias de intentar imponer esa agenda que muestra la historia, a largo plazo ¿es compatible el capitalismo con el ‘Estado de bienestar’?
Los cimientos del progreso. Se considera que a finales del siglo XV y principios del XVI, nació el capitalismo, aunque no alcanzó la madurez hasta el siglo XIX. Es un sistema cuyo fin es que el capital crezca y a eso se le llama progresar…
Leo, con pavor, que en los siglos en que se consolida el capitalismo -XVII al XIX- los países europeos esclavizaron 12.000.000 de personas. Es sólo un cálculo, claro. Una estimación. Allí está una parte importante del capital original de grandes fortunas y la explicación de cómo se enriqueció el mundo desarrollado imponiendo el subdesarrollo y la dependencia a vastas regiones del planeta. La otra cara de la moneda la muestran pueblos originarios que fueron sometidos y diezmados en las lejanas colonias de África, Asia y América.
El ‘capitalismo real’ no es democracia. Miremos el mundo o la región. Hoy en Perú destituyeron al Presidente -otro más-, ayer la “justicia” condenó a la vicepresidenta de Argentina por “corrupción” a 6 años de cárcel e inhabilitación política de por vida. Un poco antes asistimos a duros conflictos en Ecuador, Bolivia, Chile y Brasil con destacada participación de grupos empresariales. En particular los camioneros cortan rutas y generan situaciones complejas de desabastecimiento. Antes, hace no tantos años, en Brasil Lula fue preso en un juicio amañado, Bolsonaro fue electo Presidente y su nefasto legado todavía está por conocerse en todo su alcance. Lula reivindicado y reelecto enfrenta una situación de extrema complejidad.
La justicia pierde independencia y ecuanimidad, las controversias políticas se transforman en algo que parece más una guerra civil. Los medios, los grandes medios hegemónicos -propiedad de empresarios cuyo negocio es el poder- cavan para profundizar y ensanchar la brecha que divide las sociedades. Las ‘redes’, que también son grandes negocios, juegan un papel terrible degradando la convivencia. Esta desesperante situación se considera el mejor sistema posible.
Resumen: es imprescindible generar alternativas no capitalistas (si todavía hay tiempo). ¿Otro mundo es realmente posible?
2 Candide, ou l'Optimisme, es un cuento filosófico publicado por el filósofo de la Ilustración, Voltaire, en 1759. Nunca admitió abiertamente ser el autor de la controvertida novela, firmada con el seudónimo Monsieur le docteur Ralph. [Wikipedia]
3 ‘Los condenados de la tierra’ fue el último libro que escribió Frantz Fanon. Se publicó en 1961 y a principios de diciembre de ese año, con sólo 36 años, Fanon murió. [Wikipedia]
4 https://www.commondreams.org/views/2022/11/25/not-so-silent-progressive-majority-us