Por Eduardo Aparicio
Esta es una mirada formulada desde Uruguay, con ojos militantes y algunas consideraciones que se agregan a la visión de los protagonistas directos que recogemos en las notas de nuestros compañeros chilenos de la revista Werken Rojo.
La Asamblea Constitucional fue el resultado de la amplia, masiva, extendida y abierta protesta social en 2019.
Parte de su frustración que se consagra con el triunfo del RECHAZO está en su propio origen, que es el pacto de noviembre del 2019, por el cual el sistema político, incluyendo a sectores progresistas, entre los que figura Gabriel Boris, se jugaron por la canalización institucional de la revuelta, concretando así el salvataje del gobierno de Piñera, cuando se insinuaba el camino de la huelga general de masas que podía desembocar en su caída. Así es que mayoritariamente quienes se reclaman de la izquierda, de manera directa o subliminal apostaron a la preservación del statu quo.
Entonces el RECHAZO del 4 de septiembre 2022, no se explica sin el Acuerdo por la Paz (pacto) del 15 de noviembre 2019.
¿La AC fue maximalista, y soberbia, intento ir más lejos de lo que se podía?
Rotundamente corresponde decir NO a los tres aspectos, en este articulo no profundizaremos en su explicación. Si podemos decir que fue un reflejo de proceso, de una dinámica, de gestación larga, que venía de abajo, expresión de muchos malestares y frustraciones. La que de alguna manera en su ascenso sacó del juego a parte de las elites, expresadas en los aparatos políticos (de derecha y de izquierda-progresistas).
¡SI tuvo algo de refundacional!, lo que está bien y hasta natural, porque es propio de toda tentativa de construir un nuevo orden super estructural, en el que plasmar anhelos de cambios y alteración del curso de las cosas.
La realidad política de Chile sufre de un doble endoso, 1) la victoria de las derechas a partir del 73’, el desarrollo de un laboratorio del modelo neoliberal al amparo y gracias de la barbarie represiva; 2) la derrota de las izquierdas que abrió camino a la desarticulación y metamorfosis de los dos grandes partidos de masas (PS y PC, social democratización para el primero, metabolización de la deriva del comunismo tras la caída del socialismo soviético para el segundo.
A lo que hay que sumarle los efectos combinados de los componentes de la transición “a la chilena” y las resultancias de la política desplegada por los gobiernos de la Concertación.
Como reverso de esta medalla el ensayo de la AC significa una expresión democrática de entonación plebeya, que lateralizó por cierto tiempo la gravitación de las elites. En el contexto de su accionar se hizo sentir la falta de un proyecto político que encarnara con organicidad la amplitud y profundidad de las exigencias del movimiento.
Las derechas chilenas son orgánicas y jugaron a las mil maravillas impulsando una campaña que en parte prendió en los sectores subalternos, que viven en la precariedad. Hábilmente. desde marzo lograron imponer una reversión de tendencia y el apruebo que aparecía ganando, cedió su lugar al rechazo, que a la postre se impuso con un guarismo superior a toda predicción.
En parte esto ocurre porque las fuerzas populares carecen de capacidad militante, porque no quieren o no pueden dar la batalla en términos ideológicos. Las masas no son per se conservadores; pueden si vivir, sufrir rezagos, en parte como consecuencia que en ellas y sobre ellas no se realiza un trabajo sistemático de incomodar y desafiar al orden burgués y la cosmovisión que de él emana.
Por si misma una nueva Constitución no iba a satisfacer las reivindicaciones y aspiraciones, resolver los problemas que aquejan a las mayorías (pobreza, pensiones, salud), pero puede ser un instrumento que en función de ciertas correlaciones de fuerzas, permita transitar un sendero de cambio y transformaciones estructurales. Para lograrlo tiene necesariamente ir más allá que el sentido común dominante y los consensos sostenedores del statu quo. En parte lo hizo y lo plasmó en el proyecto rechazado. Señalando por supuesto no toda la actuación de la Asamblea fue positiva, muchos fueron los errores y las fuerzas de la derecha actuaron en ella y sobre ella con ingenio y solvencia.
El mensaje de la derecha caló en sectores de extracción popular, que suelen no votar y esta vez lo hicieron al influjo de la obligatoriedad porque las orientaciones “moderadas” habilitaron un triple distanciamiento entre trabajadores, capas medias y sub proletariado.
El proyecto Boric trazó su giro a la derecha en el balotaje, lo continuo con la formación de su gobierno y lo profundiza ahora con la reformulación del gabinete preparada antes de conocerse el resultado del 4/09. El voto por el RECHAZO debe ser leído parcialmente como desaprobación al gobierno, como agotamiento de las expectativas que pudo haber generado, como constatación que la existencia cotidiana para millones de chilenos sigue siendo una pesadilla (asumió con un 60% de opinión favorable, seis meses después recoge el mismo porcentaje de desaprobación), donde no se avizora ninguna estrella orientadora. La sobrevivencia gubernamental parece estar encadenada a negociar y correrse a la derecha, la debilidad y la vacilación hacen de su hoja de ruta, esto lleva a pensar que el tibio y hasta enigmático menú de reformas no tendrá un alumbramiento feliz y que medidas como la militarización de la Araucanía continuaran. Seis meses es poco tiempo, pero suele ser suficiente para ver hacia donde apunta este experimento, que a pesar de las promesas viene gobernando con presos políticos, criminalizando la protesta y reprimiendo líderes populares.
Sin que se supiera el desenlace plebiscitario Boric , el 11 de agosto anunciaba con el apoyo del Socialismo Democrático, FA y PC. que la Constitución si fuera aprobada debía ser ajustada, para limarle los excesos rupturistas, certezas de reaseguro para los poderes facticos. Ahora después de consumado el revés, dibuja nuevos escenarios de reforma, en los cuales figuran algunas de estos componentes: rescate del rol del Congreso; colaboración e integración al liderazgo y tracción reformista a partidos y figuras de la Concertación (tanto los que estuvieron por el APRUEBO, como los alineados con RECHAZO), guiños y pleitesías a las derechas, que son conscientes que deben deshacerse del mochuelo de la constitución del 80.
Si el proyecto es parido por una combinatoria de “expertos”, congresistas en una Convención más reducida y con menos tiempo,(todo indica que se eliminarían las listas independiente y que se reflotaría el malogrado proyecto de Constitución impulsado por M Bachelet) será una Constitución menos democrática y con un muy devaluado potencial para catalizar transformaciones, será escasa, para no decir nula.
A señalar
Luego de finalizada la redacción de este articulo, se supo que el Presidente de Chile Gabriel Boric decidió (14/09) postergar la recepción de las cartas credenciales del nuevo Embajador de Israel ante su gobierno; según fuentes diplomáticas y gubernamentales la decisión estaría vinculada con las recientes acciones del ejercicito israelí en la Franja de Gaza. Cabe destacar quea comunidad palestina en Chile, 500.000 personas es la más numerosa fuera del mundo árabe. El representante chileno en Tel Aviv fue llamado a la cancillería para hacerle saber el malestar del gobierno de Israel por la medida de Boric.
Este gesto diplomático, si se inscribe en una política firme del nuevo gobierno trasandino de defensa de la causa palestina, puede representar un respaldo importante a la misma, en su lucha permanente por romper el cerco del ninguneo.
No disimulamos nuestras dudas y críticas frente al gobierno encabezado por Boric, pero no podemos dejar de señalar el gesto asumido.