Escribe Alvaro Portillo *
En esta oportunidad damos continuidad y ponemos fin a la publicación del trabajo de Alvaro Portillo cuya primera parte apareció en el número 4 de Claridad.
- La propuesta del Frente Amplio
El surgimiento del FA, tal vez el hecho político más importante ocurrido en el Uruguay en todo el siglo XX, se expresó programáticamente en un conjunto de acuerdos asumidos en esa coyuntura por todos los que convergieron en esa alianza.
Estas definiciones estuvieron determinadas por una serie de antecedentes entre los que pueden destacarse: los estudios y propuestas de la CIDE unos pocos años antes, las definiciones del Congreso del Pueblo, y las postulaciones de la CNT a la sazón recientemente conformada.
Fue este un programa en donde estaban presentes diversas nacionalizaciones ( comercio exterior, sistema financiero, ) reformas a la tenencia de la tierra, entre otras propuestas. Estaba también presente la influencia de lo ocurrido en Cuba, en particular con los éxitos iniciales que esa experiencia aportaba.
Este proyecto de país no fue posible experimentarlo, porque a los tres años de la creación del FA sobreviene el golpe de estado con su proscripción. Un programa de gobierno similar fue el de la Unidad Popular chilena, el que sí pudo comenzar a aplicarse aunque rápidamente cancelado por el golpe de estado allí operado.
Los largos años de la dictadura alejaron de las preocupaciones de la izquierda la reflexión y análisis de un proyecto político de desarrollo. Sobrevivir fue lo inmediato .
Este periplo de resistencia va a instalar en el pensamiento y en la acción una muy fuerte valoración del estado de derecho con todo lo que ello implica en materia de funcionamiento de las instituciones republicanas y en especial en lo referido al reconocimiento de los derechos humanos en todas sus manifestaciones.
Algo similar va a ocurrir con la consideración del medio ambiente. Aparece con mucha fuerza la idea de su consideración y protección como parte de una concepción que reconoce a todas las formas de vida como fundamentales y por lo tanto su necesaria protección, la preservación de los distintos ecosistemas como parte de una consideración integral de la Naturaleza en donde los seres humanos apenas componen un eslabón en la cadena de la vida.
Más específicamente en 1989 ocurre un evento político no demasiado previsto, que fue el triunfo del FA en el gobierno departamental de Montevideo. Este logro había estado precedido por la discusión y aprobación de un programa de gobierno departamental en donde hubo que imaginar respuestas concretas al ejercicio del gobierno desde la perspectiva ideológica de los cambios.
Se definió con cierta precisión ( el “documento 6”) la descentralización de la gestión, la participación ciudadana, la recuperación de las funciones estatales en los diversos servicios, la necesidad de una política redistributiva de los recursos ( “ que pague más el que tiene más”).
En esencia el diseño de un programa de gobierno para Montevideo que por primera vez en su historia involucró al FA en pensar con un elevado nivel de concreción los cambios a impulsar.
En paralelo se producía la implosión del bloque socialista con la correlativa ofensiva ideológica postulando el fin de las ideologías, el neo liberalismo como “teoría explicativa” de la economía y el Consenso de Washington en tanto operativa del concierto mundial.
La experiencia de gobierno del FA en Montevideo fue fundamental. Por un lado se ganó la confianza del común de la gente, a partir de observar a un nuevo elenco que nunca antes había gobernado y que no solamente lo supo hacer sino que también comenzó a implementar los cambios que en el programa se habían comprometido.
Por otro lado, el FA en tanto fuerza política empezó a vivir nuevas experiencias: el relacionamiento con la sociedad desde el gobierno, el nuevo estilo de gobernar, la unidad de acción en la gestión gubernamental, asumir las nuevas estructuras jerárquicas características de un gobierno, entre otras.
Estos logros desde la experiencia en Montevideo, empezaron a verse acompañados de cambios en el pensamiento sobre el proyecto político nacional. Sin haber reflexionado mucho al respecto y con un espíritu predominantemente pragmático se fue evolucionando a lo que finalmente se plasmaría en el primer programa de gobierno nacional para las elecciones del 2004 que terminaría siendo el primer compromiso de gobierno nacional implementado desde marzo del 2005.
La realidad nacional para esas fechas atravesaba los impactos altamente negativos de la crisis del 2002.La pobreza se situaba en 2006 en 24% y la indigencia en el 1,4%, el desempleo en un 12%, los servicios de salud en crisis terminal, y todos los referentes institucionales del bienestar social muy debilitados. Con ese punto de partida se registra en el 2016 un 6% de pobreza y un 0.1% de indigencia. El empleo ha oscilado durante todos estos años pero sin llegar a más del 9% en los momentos más difíciles.
Por ello el compromiso programático del 2005 fue en esencia la reconstrucción ( con diferentes criterios a lo hecho en el pasado) del Estado de Bienestar semi destrozado por las políticas neo liberales.
Pero para ello era necesario generar y reasignar muchos recursos. Un inteligente manejo de la deuda, la reforma tributaria, la promoción de inversiones, la búsqueda de nuevos mercados, fueron algunos de los mecanismos implementados con éxito.
Ya en el segundo gobierno del FA ,y muy particularmente en el tercero en curso, pudo constatarse la insuficiencia de los recursos necesarios para la cobertura de las expectativa generadas a partir de los compromisos programáticos ( el 6% para la educación, incremento de recursos para vivienda, mayor asignación presupuestal para la investigación, ampliar y expandir las infraestructuras carreteras, ferroviarias y portuarias, el sistema de cuidados, la reforma de las salud de segunda generación, entre otros).
Los resultados de la gestión del FA son contundentes. En materia del crecimiento del PBI, evolución del salario, pobreza e indigencia, exportaciones, inversión nacional y extranjera, los logros son por lejos los mejores en comparación con los demás gobiernos progresistas, y de manera contundente en comparación con los gobiernos conservadores de la región.
Vale la pena detenerse un poco aunque sea para mencionar el conjunto de reformas que han hecho posible la construcción de un país claramente distinto al de 2005.
. Reforma laboral ( reinstalación de los consejos de salarios y formulación de nuevos marcos regulatorios)
- Reforma tributaria
- Reforma de las salud
- Reforma de la Seguridad social
- Reforma de la educación
- Reforma de las telecomunicaciones
- Reforma de la matriz energética
- Reforma del sistema financiero
- Reformas en derechos humanos
- Reformas en la generación del conocimiento
- Reformas en la defensa del medio ambiente
- Reformas en la seguridad interna
- Reformas en la administración de justicia
Es realmente la reconstrucción de un país destrozado como lo era en el 2005, pero en un rumbo muy diferente al desarrollo institucional histórico anterior. Un Uruguay muy distinto se fue generando, en donde las cifras de la mayoría de sus indicadores lo posicionó en el primer o el segundo lugar de toda la región latinoamericanas, conformándose un nuevo escenario social y cultural.
Entre las características más sobresalientes de este nuevo Uruguay, hay que destacar el desencadenamiento de nuevas expectativas en el campo de los satisfactores materiales.
La bonanza – aún insuficiente- y la satisfacción de las necesidades básicas- aún en proceso- han alimentado nuevos requerimientos en función de otros horizontes de vida en el nuevo contexto de país.
Se ha dicho y con razón, que buena parte del éxito de las políticas del FA en todas sus manifestaciones no se vieron acompañadas de una propuesta de vida distinta al proyecto de consumo desenfrenado característico del capitalismo
En este punto es donde se sitúa el corazón del problema. ¿Cómo es posible financiar todas estas expectativas?
Durante más de un siglo la izquierda contaba con la expropiación de los medios de producción y en general de toda la riqueza ( los recursos naturales, el ahorro nacional, los activos fijos existentes, etc) a partir de los cuales comenzar el denominado proceso de acumulación primitiva socialista para la satisfacción de las necesidades sociales básicas y el comienzo de un proceso sostenido de desarrollo y crecimiento de las fuerzas productivas.
Ello fue lo que se hizo en las revoluciones triunfantes. Ya se vio que a excepción de China y Vietnam que redefinieron su proyecto de país ( una perestroika exitosa) , y el caso de Cuba que languidece una crisis de la que no sale con un futuro muy incierto, queda claro que en un país como Uruguay no hay condiciones para una toma violenta del poder con sustitución del marco normativo y genérica expropiación de la riqueza.
Es más, cabría preguntarse si ello sería un objetivo deseable. Todo indica que a partir de lo experimentado por quienes transitaron ese rumbo no es lo aconsejable ni lo deseable.
El camino iniciado por el progresismo en Uruguay supone diseñar los cambios sociales, políticos y culturales en un contexto capitalista. No está en la agenda la destrucción del capitalismo. Es casi inobjetable que ello en el presente la sociedad uruguaya no lo quiere, pero además, la escala de país y la intensa integración que plantea el sistema capitalista a nivel mundial, no haría posible ese objetivo.
¿ Ello implica asumir al sistema capitalista hasta el fin de los tiempos? La crítica originada por Marx hace ya casi dos siglos sigue plenamente vigente. Todo lo que los clásicos del socialismo científico no pudieron ver en el siglo XIX en materia de destrucción de los recursos naturales, incremento exponencial de la explotación, incremento de la desigualdad, profundización de la crisis cultural y moral, reclaman en el presente continuar soñando con la superación del capitalismo.
La experiencia del FA en el gobierno ( hoy nacional y departamentales) indica que es posible avanzar en el cumplimiento de objetivos de justicia social, igualdad y fraternidad en una difícil convivencia con la lógica capitalista.
Ello encierra una serie de supuestos que si no se les tiene debidamente presentes es imposible imaginar alternativas. El contexto capitalista implica alentar el desarrollo de las fuerzas productivas en el entendido de la propiedad privada de los medios de producción. Habrá que hacerlo con claros marcos regulatorios en el campo de las relaciones entre el capital y el trabajo, en lo referido a la protección del medio ambiente, en el aliento a la inversión, entre otras cosas.
Desde la perspectiva de un proyecto de país en donde la justicia social, la solidaridad y la igualdad son aspectos cruciales, el desarrollo en un contexto de mercado, es lo que marca el rumbo de la relación del Estado ( representante de los intereses generales de la sociedad) con los distintos agentes económicos que actúan en función de la ganancia capitalista.
Por lo tanto la búsqueda de los recursos necesarios para seguir avanzando en las reformas que el proyecto político de los cambios requiere, habrá de hacerse en parte por la acción directa del Estado captando recursos de toda la sociedad o produciendo directamente bienes y servicios, pero ello siempre será insuficiente.
Es indispensable la inversión privada nacional y extranjera como el otro motor del crecimiento económico. Para ello hay que tener la sabiduría de generar un escenario de confianza que atraiga a quienes quieren invertir, acompañado de una política rigurosa y responsable de seguimiento y control de la evolución de la inversión obtenida.
En un contexto planetario en donde todos compiten por inversiones, Uruguay ofrece importantes atractivos en la explotación de sus recursos naturales que si se lo acompaña de una política responsable de defensa de los intereses nacionales puede convertirse en un atractor importante.
Ello fue lo que ocurrió. Ello es lo que explica por qué la inversión extranjera directa ha encontrado en Uruguay uno de los lugares más atractivos de toda la región latinoamericana.
Este voluminoso caudal de capital llegó al país y se materializó en múltiples emprendimientos la mayor parte de ellos arraigados en activos y con importantes logros en la generación del empleo. Adicionalmente en muchos casos de proyectos de inversión se observa incorporación tecnológica desconocida en el país con anterioridad. Es importante destacar que en el caso de la inversión extranjera el 58% de lo generado fue reinvertido, destacándose el Uruguay como el segundo país de la región en porcentajes de reinversión.
En el caso de la inversión extranjera hay que agregarle el adicional de acceso a mercados a los que ya están integrados esos capitales.
Para que todo esto funcione es indispensable un Estado que sea minuciosamente regulador ( en lo referido al medio ambiente, en la legislación laboral, en el destino de los excedentes, de la orientación en la localización , en la generación de empleo) y además protagonista directo en diversos campos de la producción de bienes y servicios.
En ocasiones hay áreas de la economía en las que la presencia del Estado se justifica porque puede llegar a tener un desempeño exitoso, con los efectos positivos de generar recursos. En otras ocasiones se tratará de campos estratégicos del desarrollo en los que el capital privado no está interesado o directamente no es conveniente que en esas áreas exista el ánimo de lucro.
El Estado uruguayo en parte heredado de lo que fuera la construcción del batllismo y en parte generado en el presente progresista, ya dispone de una amplia y robusta estructura institucional para el cumplimiento de estas funciones. Tal vez sea necesario además de consolidar y fortalecer lo existente, continuar un proceso expansivo accediendo a nuevos campos de actuación en la propia economía.
Queda claro que el esquema existente no se orienta a la plena estatización. Ello además de no ser políticamente posible, ya fracasó. Es necesario un Estado muy potente pero no totalitario, que sea capaz de dialogar y coexistir con el capital privado.
Esto ya existe y se ha demostrado no solamente como posible sino también exitoso. Es el caso de Singapur, Finlandia, Noruega, por ejemplo, en donde esta compleja combinación se ha hecho posible aunque siempre implicará un difícil equilibrio que estará pautado por las especificidades de la historia nacional.
Es así pues, que el factor material que puede hacer posible la materialización de las expectativas de la sociedad uruguaya hay que ubicarlo en este esquema productivo dual o de economía mixta.
Mucho se ha hablado de la primarización de la economía en este modo de desarrollo operado. Merece detenerse un poco al respecto.
Históricamente a lo largo de casi todo el siglo XX Uruguay desarrolló una débil industria sustitutiva de importaciones que solamente pudo ser sostenida por la importante renta agraria generada a partir de la carne y la lana. ( Inst. de Economía- UDELAR, 1971)
Ello hizo posible una sociedad económicamente dependiente en lo fundamental de dos productos con una estructura agraria dominada por una oligarquía terrateniente propietaria de grandes latifundios, con los que coexistía una vastedad de pequeños productores en condiciones de subsistencia.
Uno de los factores más retardatarios de este esquema productivo era la incapacidad para reinvertir por parte de los agentes productivos agropecuarios, los que mayoritariamente orientaban sus excedentes al consumo suntuario o a la emigración de los capitales.
Ese escenario sí era efectivamente una muestra de primarización en permanente proceso de estancamiento apenas mitigado por las políticas redistributivas que hicieron posible un desarrollo urbano y un Estado de Bienestar a medida de una sociedad muy pequeña y con débil crecimiento demográfico.
¿Es la realidad actual una economía primarizada? Efectivamente la mayoría de la riqueza generada se da en la explotación de las materias primas del espacio rural. Con una diferencia: en la actualidad junto a la carne y la lana, se ha desarrollado la cadena láctea, la cadena de cultivos de secano, la cadena del arroz, y la cadena forestal. Todas ellas reúnen un 75% de la producción agropecuaria.
Complementariamente existen y también han tenido un desarrollo la citricultura, la vitivinicultura, la horticultura, el olivo, la industria avícola, entre otros.
En las principales cinco cadenas productivas ( arroz, carne, forestación, leche y soja) trabajan más de 100 000 personas con un elevado nivel de formalización, remuneraciones superiores a las históricas y lo que es más importante, la notoria mayor calificación que implican estos nuevos empleos.( DINOT, 2017)
Con notorias diferencias en el peso relativo de cada una de esas fases en cada una de las cadenas, hay agregado de valor en todas ellas. Seguramente es posible avanzar mucho más en este agregado de valor, pero ello no invalida el rumbo trazado. Se puede decir que están echadas las bases para el desarrollo de una agro inteligencia.
Hay que tener presente el paisaje cultural y económico del Uruguay del siglo XX: vastas extensiones de latifundios con un rodeo ganadero escasamente mejorado, prácticamente sin ningún cultivo. Socialmente un contingente de trabajadores rurales anclados en las unidades productivas muchas veces con modalidades semi feudales en sus condiciones de trabajo. Complementariamente los denominados “pueblos de ratas” salpicados en los márgenes de las estructuras latifundistas sobreviviendo en condiciones infrahumanas.
Ese fue el escenario que la izquierda durante todo el siglo XX denunció y luchó para su superación. La realidad actual ofrece un panorama en donde la mayoría del trabajo vinculado a las cadenas productivas ha mejorado tanto en su calificación como en su remuneración, así como en las condiciones mismas del trabajo.
En cuanto a la localización se observa una continuidad de la migración hacia la ciudad, pero ya no más hacia Montevideo a engrosar los cinturones de pobreza. Los actuales migrantes de las áreas rurales se ubican mayoritariamente en las ciudades de más de 10000 habitantes y en particular en las capitales departamentales ( que son las de más de 20000 habitantes) de acuerdo con el Gráfico 1. Ello se acompaña con una notoria mejor calidad de
vida que se expresa en el acceso a servicios educativos, de salud y culturales inaccesibles en el espacio rural.
Fuente: DINOT- MVOTMA
Las transformaciones ocurridas en el campo de la producción agropecuaria han impactado en la estructuración del territorio. La tradicional gravitación de Montevideo y su zona metropolitana atrayendo permanentemente población del interior, se ha detenido relativamente. El abandono de los espacios rurales – que continúa como en el pasado- se vincula más con el traslado a centros urbanos de más de 20000 habitantes. ¿ Es ello algo malo? ¿Acaso no es posible una mejor calidad de vida para los “nuevos “ trabajadores rurales en estos espacios debidamente provistos de los bienes y servicios necesarios?
El problema principal es la retención en el espacio rural de los pequeños y medianos productores ( en todas sus modalidades productivas) y ello se logra exclusivamente con políticas que específicamente apoyen a estos productores ( precios, financiamiento, asistencia técnica, etc)
Los atributos naturales del Uruguay lo destacan como un país con una gran riqueza en sus recursos. Es el país de América Latina con el porcentaje más alto de tierra fértil explotable. A partir de ello es que surge la posibilidad de generar una renta agraria de significación.
Se trata de alentar el crecimiento de esa renta agraria como motor del desarrollo. En primer lugar para hacer posible la construcción de un país más justo y solidario, pero a nivel de la economía, permitir el desarrollo de procesos industriales y de servicios que contribuyan a la diversificación de la economía ,todo ello con los máximos resguardos al medio ambiente y la preservación de los recursos.
Piénsese a vía de ejemplo en el desarrollo del turismo, la reforma de la matriz energética la que además de los beneficios internos proyecta al país como exportador de energía, el desarrollo de la logística de las telecomunicaciones, el afianzamiento de Uruguay como hub regional desde sus infraestructuras portuarias, y sobre todo el desarrollo creciente de la industria del software que lo ubican al Uruguay como uno de los principales exportadores en ese rubro a nivel de la región latinoamericana.
Todo este paquete productivo es el que explica el crecimiento del PBI, conjuntamente con las políticas que lo hicieron posible. Políticas que en ocasiones fueron de tipo regulatorio, pero que también estuvieron acompañadas de un protagonismo directo ( caso de las telecomunicaciones,la energía, los combustibles, los puertos ,el sistema financiero, el comercio exterior, etc)
Lo que sí ha quedado fuera del análisis y como carencia fundamental es el factor cultural y moral de este proyecto político.
La inacción en este tema, hace posible la plena internalización de los valores y la cultura inherentes al capitalismo en su actual fase informacional. Con ello se observa la paradoja de un proyecto de país que funciona en el ámbito de su economía con las características señaladas, pero en el campo de la subjetividad social expresa enteramente el proyecto cultural hegemónico capitalista.
En el centro de esta matriz cultural se destaca la constante inducción al consumismo desenfrenado, acompañado de valores individualistas llenos de egoísmo e indiferencia por el prójimo en un paradigma de hedonismo autista. He ahí buena parte de la angustia tan presente en todos los grupos sociales, producto de la frustración sistemática por el carácter inalcanzable de las metas individuales. Adicciones, violencia doméstica, sicopatías varias, depresión, entre otras cosas, expresan la paradoja del bienestar.
Esta ha sido la mayor ausencia del proyecto frente amplista. Es allí donde urge debatir, elaborar y actuar desde la fuerza política y en un regreso a la acción molecular en la sociedad. Se trata de repensar el proyecto de vida.
- La construcción del futuro requiere convencimiento y sabiduría
¿ Por qué a veces las diferencias al interior del FA parecen tan agudas? A falta de un debate franco y sin prejuicios, hay que agregar ciertas cadencias que dificultan el avance en el campo de las ideas.
El periplo histórico del FA ofrece una presencia significativa de un estado subjetivo que podría denominarse como una cultura de la resistencia. Años de resistencia primero a la dictadura constitucional, luego a la dictadura cívico militar, posteriormente a los largos años de gobiernos democráticos de los PPTT signados por sus políticas neo liberales ajenas a cualquier preocupación de justicia social y con el propósito de debilitar el Estado para la plena hegemonía del mercado, fueron factores determinantes para la consolidación de esa cultura de resistencia.
Una actitud de permanente desconfianza y radical rechazo hacia diversas políticas que en su mayoría contradecían el interés general de la sociedad uruguaya.
Teniendo presente los avatares ocurridos a nivel internacional tanto en el campo de las ideas como en los cambios políticos concretos (como la implosión del socialismo) no quedó mucho espacio para una reflexión creativa. El desarrollo emprendido por los gobiernos del FA no fue una clara concreción de una teoría previamente discutida y formulada, sino un proceso esencialmente pragmático, en donde lo central fueron los propósitos democratizantes, de justicia social y de solidaridad humana.
En la médula de este proceso está la necesaria reflexión acerca de cómo concebir la convivencia con la economía de mercado y el sistema capitalista en general. Una búsqueda compleja y con pocos antecedentes que con frecuencia se puede incurrir en una perpetuación de la lógica capitalista, o en el otro extremo, en una aceptación del mercado como algo meramente transitorio que habrá de desaparecer en un lapso breve con la destrucción del sistema capitalista.
Ni una cosa ni la otra. Queda claro que los grandes propósitos políticos y culturales señalados requieren de recursos para su efectivización. Para ello es ineludible la inversión pública y la inversión privada nacional y extranjera; sin ello no hay crecimiento económico que es el único sustento que hace posible todo lo demás.
Ya se ha dicho que no hay condiciones para una acumulación primitiva socialista a partir de procesos de expropiaciones y confiscaciones como en su momento se hiciera por quienes transitaron ese proceso. Por lo tanto se trata de garantizar el funcionamiento de la economía en un contexto capitalista pero con determinados marcos regulatorios y cauces sociales y económicos preestablecidos.
Tal vez es posible prefigurar con ello una cierta mutación hacia un esquema tendencialmente de capitalismo de Estado del tipo de lo que ocurre en los países asiáticos ( incluidos China y Vietnam).
Reflexionar de esta forma persigue clarificar un rumbo estratégico que le pueda dar sentido a la acción de la coyuntura.¿ Es ser revolucionario en el presente aferrarse ciegamente a ideas del pasado hoy impracticables? . Se trata de reafirmar con mucha precisión los objetivos últimos de la acción política referidos esencialmente a la condición humana y a la sociedad distinta deseada e imaginada, y desde allí identificar los pasos en la coyuntura.
La misma idea de revolución hay que indagarla. ¿Estamos frente a la tarea de destruir en un solo acto al orden burgués y desde la violencia revolucionaria gestar el advenimiento de una sociedad socialista?
Esto ya se intentó y no funcionó. Tal vez el desafío es encarar un proceso mucho más lento pero de mayor firmeza que permita ir construyendo sobre nuevas bases (Partido Socialista del Uruguay, 1986) un verdadero desarrollo humano que encarne un proyecto cultural revolucionariamente distinto.
El horizonte socialista hay que verlo en la perspectiva de la profundización de los cambios iniciados y muy especialmente desde la brújula de un ideario radical en materia de justicia social y solidaridad como los grandes propósitos que permanentemente habrán de estar orientando las medidas concretas de gobierno.
Con base en todo lo ocurrido hablar hoy de socialismo implica abandonar la mayoría de las fórmulas económicas y sociales ensayadas a su nombre: la dictadura del proletariado, la rígida planificación central ( el gosplan), la ausencia de un Estado de Derecho, la ausencia de libertades de todo tipo que caracterizaban a esos regímenes, la entronización de una casta burocrática ejerciendo el domino, entre otras cosas. Todo ello falló. Hay que saber aprender de la experiencia efectivamente realizada.
Tal vez en la actualidad sea más necesario conocer y estudiar más en detalle las experiencias socialistas reconvertidas y que se ofrecen relativamente exitosas a nivel económico y social.
Pensar en el presente el socialismo es reafirmar los esenciales propósitos de justicia social y freternidad en una sociedad que tendencialmente sea capaz de generar los mecanismos adecuados para la redistribución equitativa del excedente económico, seguramente conviviendo distintas formas de la propiedad de los medios de producción.
¿ El final del capitalismo está próximo? ¿El socialismo es hoy una demanda de la sociedad? Con respecto a lo primero es muy difícil predecirlo. Tal vez sea necesario tener muy presente la reflexión de Marx en el Prólogo a la Crítica de la Economía Política
“... Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues bien miradas las cosas vemos siempre que esos objetivos sólo brotan cuando ya se dan o, por lo menos se están gestando, las condiciones materiales para su realización…”
Con respecto al socialismo, sigue siendo un sueño atrapante pero que en el presente es muy difícil definir. Sí es posible identificar caminos que permitan avanzar en esa dirección y por lo tanto generando las condiciones materiales de una nueva formación social. La radicalidad de la actitud revolucionaria se expresa en la férrea voluntad de avanzar sin claudicaciones en esa perspectiva
- Algunas tareas para avanzar
- Una economía mixta en clave nacional
En atención a todo lo manifestado anteriormente, se entiende la necesidad de reafirmar este carácter mixto de la economía. Ello no implica una actitud vergonzante sino todo lo contrario la defensa de un camino que ha permitido llegar a donde se llegó y que precisamente la oposición conservadora seguramente habrá de desandarlo en caso de regresar al gobierno. Los gobiernos conservadores de Argentina y Brasil con diáfana claridad muestran el claro propósito restaurador de un orden económico neo liberal.
La derecha conservadora del Uruguay es incapaz de pronunciarse dada su actitud vergonzante ante el credo neo liberal, pero en esencia ese es su rumbo, por lo que es de capital importancia defender el camino iniciado que es sin lugar a dudas otro muy diferente.
Postular la necesidad del crecimiento económico y las cuentas nacionales saneadas no es malo en sí mismo. No es posible sostener ningún proyecto con déficits crónicos. Lo que sí puede ser un gran error es la falta de diálogo en la construcción de los difíciles consensos a construir.
Considerar avanzar en las transformaciones deseadas en el campo de lo social y de lo económico, requiere recursos. Para ello corresponde crecer económicamente impulsando el desarrollo de las fuerzas productiva par a lo cual se requiere inversión productiva. Esta inversión solamente puede venir de los capitales privados y de la inversión pública. No es posible concebir todos los cambios comprometidos exclusivamente con los recursos del Estado.
Para que esta mixtura sea posible tiene que existir un escenario que atraiga efectivamente a los capitales y ello implica costos y concesiones. Se trata de trazarse un rumbo en donde ese difícil equilibrio no ponga en riesgo las inversiones ni claudique innecesariamente ante los requerimientos del capital.
¿ Se vive una época en donde el capitalismo comienza a agotarse? Hay indicadores muy fuertes acerca de diversas contradicciones progresivamente insalvables , no obstante no es posible pronosticar nada. Ya la izquierda se equivocó en varias oportunidades pronosticando el fin del capitalismo.
En el campo de la economía es posible y necesario el impulso a la economía social. Hay en ello una apuesta a formas distintas de producir en donde no solamente se satisfaga la producción de ciertos bienes o servicios necesarios, sino también se promueva una forma distinta de darle sentido al trabajo.
Hay en esto un muy importante factor cultural que condiciona el éxito de cualquier emprendimiento de la economía social. Se necesita un cambio radical en la forma de encarar el trabajo. No se trata de generar trabajo para quienes lo necesitan. Hay que agotar esfuerzos en educar acerca de la distinta naturaleza de esta forma económica, de lo contrario – como ya ha ocurrido- el fracaso llega rápido.
Tampoco es posible encarar bajo esta modalidad cualquier actividad. En cada momento histórico y de acuerdo a los procesos sociales en curso, surgirán los ámbitos en los cuales la economía social pueda desenvolverse con mayor fluidez.
Una buena forma de encarar la interpretación de la economía mixta deseada es hacerlo en “clave nacional”, es decir, de acuerdo a los derroteros históricos transitados. El Uruguay ya supo construir una específica forma estatal sobre la que se ha venido edificando en el período frenteamplista toda una nueva y renovada ingeniería institucional. Este es entonces un rumbo adecuado para convivir con los actores propios del capitalismo intentando siempre en un difícil equilibrio promover el desarrollo de las fuerzas productivas en tanto el sostén del proyecto de sociedad deseado.
Por lo tanto, el carácter mixto de la economía no es algo cristalizado en el tiempo, sino lejos de ello una búsqueda llena de pragmatismo coyuntural pero inscripta en una estrategia claramente definida.
El discurrir de los componentes estructurales de la sociedad siempre ha dejado espacio para la voluntad consciente de las personas. La historia es una historia de posibilidades y no de fatalidades, y es allí donde la voluntad humana juega un papel crucial.
- El país agro inteligente
El desarrollo agropecuario emprendido requiere ante todo un resguardo medio ambiental muy riguroso y responsable. Como se dijera, la multiplicación de la renta agraria es la consecuencia de una mayor productividad con los efectos intensivos en el uso de los recursos naturales. Por lo tanto hay que generar el conocimiento ecológico necesario que hoy no se dispone plenamente y se deben multiplicar los esfuerzos de seguimiento y controles a los diversos procesos productivos.
El caso del riego es emblemático. ¿ Quién puede negar que el riego no es necesario para incrementar la productividad de los suelos? El problema es que ello no puede encararse a costa de un deterioro irreversible del ambiente como lo indican destacados investigadores de la UDELAR. Asimismo, se trata de promover el riego prioritariamente hacia aquellos productores con mayores dificultades dadas las dimensiones de los predios.
La diversificación productiva operada requiere ineludiblemente incrementar los procesos de agregado de valor, en especial con la industrialización. En la actualidad, la cadena productiva de la soja es la más pobre en la fase industrial. Es imperioso la intervención del Estado en la promoción y aliento en ese sentido.
En el caso de la cadena forestal, surge el problema de la debilidad relativa de la industria forestal de aserrío. El gran desarrollo de la industria forestal de celulosa, está poniendo en peligro la otra expresión de la cadena. Es allí también donde desde el Estado se deben de implementar acciones concretas que permitan un mayor desenvolvimiento de la industria forestal de aserrío.
En el caso de la celulosa, corresponde asumir la necesidad de una política de aliento al desarrollo de la celulosa en el ámbito nacional a partir de las múltiples aplicaciones que son posibles.
En la cadena de la carne, el eslabón más débil es de los productores criadores. Es allí donde se puede promover una serie de cambios que mejoren la productividad por predio con lo cual es posible incrementar la producción en general y en especial mejorar las condiciones de los pequeños y medianos productores criadores.
Asimismo, la estrategia puesta en práctica de apoyo a los pequeños y medianos productores debe de continuar y de ser posible profundizar. La acción del Instituto de Colonización es vital para la transferencia de la tierra así como la gran cantidad de programas de fomento como los que desarrolla la Dirección de Desarrollo Rural del MGAP. Tal vez lo que debiera mejorarse es la acción social y política con todo ese universo de productores beneficiados para ganarlos en el apoyo al proyecto de país.
Un paralelismo revelador es lo que ocurre con la legislación laboral en general. Los grandes cambios incorporados han tenido un correlato en el movimiento sindical que se expresa en un reconocimiento del enorme valor que encierran esos cambios, y por lo tanto una voluntad manifiesta de su defensa.
Los gobiernos del FA asignaron más tierra que todo lo que hizo el Instituto de Colonización desde su creación ¿ quiénes defienden esa política?
- Un Estado fuerte pero flexible
Como ya se dijera ,el Estado debe de desempeñarse como regulador y como actor. Hay diversos ámbitos de la economía y en general de la vida nacional, en los que el Estado no solamente habrá de seguir actuando, sino que seguramente lo hará de manera más intensa,
Es el caso de la educación, de la salud, de la investigación, de la pomoción cultural, entre otros, los que sin perjuicio de convivir con expresiones de agentes privados, su papel rector continuará determinante.
Un capítulo aparte requiere el análisis de las empresas públicas. Con motivo de una oposición sistemática y preferentemente orientada a una capitalización política mezquina, mucho se ha tematizado acerca del sentido de las empresas públicas.
Ante todo hay que afirmar que se trata de una de las mejores herencias existentes en el Estado uruguayo del presente. Su defensa es indiscutible y fue en el pasado uno de los logros más valiosos de las luchas populares.
Hay que tener presente para insertar a las EP en una estrategia de desarrollo algunos aspectos de su naturaleza. Se trata de entidades que deben conjugar en su funcionamiento tres aspectos fundamentales : sustentabilidad económica presupuestal, generación de excedentes que aporten a la gestión estatal en su conjunto y una perspectiva que implique una modalidad diferente de emprendedurismo.
Con respecto a esto último, se trata de asumir como objetivo fundamental el éxito de la empresa, entendiendo por tal el cumplimiento de las metas previstas y no el lucro como ocurre en la empresa privada. La diferencia esencial entre ambas modalidades de emprendimiento radica en esa diferente perspectiva.
En la medida que las EP se desempeñan en el mercado ( a veces en régimen de monopolio y otras en competencia) deberán de saber adaptarse a las características de la gestión empresarial en toda su evolución. Por ejemplo, no es posible que los bancos estatales gestionen diferente a los privados ( en cuanto a innovaciones de gestión), ni que el manejo de las telecomunicaciones estatales no incorpore las modalidades desplegadas en el mercado ( plan de negocios, marketing, desarrollos tecnológicos, etc).
El pasado reciente de las EP ofrece resultados dispares; el caso de UTE y ANTEL son ejemplos de una actuación emblemática del modelo. El caso tan controvertido de ANCAP ofrece algunas falencias en la gestión, pero hay que rescatar el volumen de inversión realizada que permitió salvar a la empresa de su liquidación , el proyecto sucroalcohelero con articulación a través de ALUR, la desulfurizadora, las inversiones en la industria del cemento, entre otras son muy destacables y dignas de ser reafirmadas.
En general la realidad del mercado exige una cierta modalidad de gestión que es muy difícil de evitar. Se trata de conjugar formas societales de derecho privado con capital mayoritario de la empresa pública madre, desarrollar una gran flexibilidad que permita adecuarse a las realidades cambiantes, y en general no perder la eficaz capacidad de adaptación. Esta operativa ágil y flexible tiene que estar acompañada de intensos controles que sin entorpecer la gestión le den transparencia.
Es importante advertir que es necesario la creación de nuevas EP, como por ejemplo en el ámbito del complejo agro alimentario. Allí es necesario un ente testigo que evite la fijación de precios en posición dominante por parte de los eslabones fuertes de las cadenas productivas, y a su vez contribuya a determinados desarrollos tecnológicos deseados.
Otro ejemplo en el ámbito estatal en términos de un accionar protagónico es el caso del servicio exterior. Se trata de una valiosa red distribuida por todo el planeta que pudiera jugar un papel mucho más activo en la promoción económica, comercial y cultural del país. Hoy las gestiones diplomáticas están concentradas en la cabeza del sector, es decir, el Presidente de la República y el Canciller. Si bien ello habrá de mantenerse porque se ha transformado en un estilo generalizado, la red del servicio exterior pudiera y debiera jugar un papel mucho más proactivo en los territorios en los que se asienta.
Ello requiere indefectiblemente una profunda reestructura del servicio exterior que modifique sustancialmente su naturaleza actual.
Hay asimismo otras áreas del Estado que requieren profundas modificaciones. Es el caso de las Fuerzas Armadas en donde es de lamentar cómo aún no se ha avanzado lo suficiente para la definición de una nueva visión y misión , un redimensionamiento correlativo y un adecuado equipamiento para el encare de las nuevas y viejas tareas que se definan.
En suma, el Estado debe ser algo aún mucho más relevante que el “escudo de los débiles” como lo definiera en su oportunidad Batlle y Ordoñez. Se trata de la columna vertebral del proyecto de cambios, por ello es que la derecha insiste machaconamente con su recorte y debilitamiento. "Bajen el costo del Estado”, reducir el gasto público, el Estado no sabe gestionar, los políticos deben irse y entregar la gestión a técnicos, etc.
Pero es muy importante aclarar que el Estado que necesita el proyecto de los cambios es un Estado de Derecho en el contexto de una democracia republicana representativa. Esta es y debe seguir siendo una idea fuerza intransable. Hoy es la izquierda en Uruguay la que debe de ser ( y de hecho lo es) la principal defensora de la democracia.
En un pasado se cometió el gran error de no comprender el valor de la democracia por entender que se trataba de un engaño de las clases dominantes. Eso le costó muy caro a la izquierda marginándola del acceso al gobierno. Fue el aprendizaje en la lucha contra la dictadura y el fracaso de los regímenes socialistas los que hicieron posible la incorporación en el código genético de la izquierda el reconocimiento de la democracia como un escenario para los cambios.
Ello tiene sus limitaciones. Respetar el juego democrático implica apegarse a normas y ejercer diáfanamente el Estado de Derecho. El FA ello lo ha venido haciendo de manera impecable por ello es que el carácter democrático de esta fuerza política es ampliamente reconocido.
Preservar este bien ganado prestigio, implica no ceder ante atajos como el fin justificando los medios, o el culto a la personalidad intentando eternizar en los cargos de gobiernos a dirigentes políticos reconocidos. Es el pueblo el primero en rechazar todos estos intentos y para muestra véase lo que ocurre en los países de la región en los que ha habido y hay intenciones de perpetuación en el gobierno.
4.4.Un proyecto cultural diferente
Se ha dicho y con razón que el FA a través de su gestión ganó las principales batallas para el logro de un desarrollo humano integral. Pero, la batalla cultural la ha venido perdiendo.
Sigue hegemonizando con carácter naturalizado la cultura del orden capitalista, con lo cual buena parte de la conformación de la subjetividad social se estructura a partir de los valores y la perspectiva cultural del capitalismo.
En ello radica buena parte de la explicación del por qué de la separación del FA con respecto al conjunto de la sociedad.
Concebir una estrategia en este campo de la cultura requiere la convergencia de un proyecto educativo, una política de comunicación y muy especialmente un conjunto de definiciones culturales y acerca del proyecto de vida, que la fuerza política debe discutir y asumir.
Si la perspectiva es el consumismo desenfrenado y los valores egoístas de la individualidad de nada sirve avanzar en un desarrollo humano aún alcanzando logros contundentes como en cierta forma ha venido ocurriendo. Todo ello termina naturalizándose y pasan a ocupar el lugar de las preocupaciones y demandas nuevas aspiraciones.
Este cambio cultural requiere como telón de fondo una cierta claridad acerca de adónde se quiere llegar. Es indispensable avanzar en esa definición. Para ello hay que atender rigurosamente los problemas y las demandas del presente pero en simultánea delinear un futuro cautivante. Con un presente retaceado por las limitaciones presupuestales y sin un futuro claramente definido la suerte del FA está hipotecada. Es lo que ya les pasó a los gobiernos progresistas de América Latina. No necesariamente debe de ocurrir lo mismo en el Uruguay porque el capital político que implica la mera existencia del FA permite ser optimista.
Un componente de este indispensable cambio cultural es la defensa y el ejercicio de la ética. En política buena parte de la credibilidad de los actores políticos radica en su coherencia ética. Ello es algo que merece ser observado pero además cultivarlo como una señal de identidad. La lógica cultural dominante alienta un doble discurso por lo que es imperioso ser inflexible en este tema. Al propio FA le falta elaborar un código de ética que sea permanentemente difundido y discutido como guía de la acción.
Existen a nivel de la sociedad diversas voces que postulan valores diferentes a los dominantes. Distintas expresiones religiosas, manifestaciones artísticas , grupos de jóvenes que postulan una relación distinta con el medio ambiente, figuras de la sociedad civil o de la propia sociedad política como es el caso de Pepe Mujica, han señalado la posibilidad y la necesidad de este camino diferente. Lo que ha faltado es una articulación política que le de sentido y concreción a la voluntad de cambio.
Repensar el sentido de la vida en un proyecto de cambios, es quizás uno de los mejores caminos para encontrar un diálogo fecundo con los jóvenes del Uruguay. El país que el FA ha venido construyendo con bases tan sólidas es el que ellos van a heredar, por lo tanto es con las nuevas generaciones que hay que inventar el futuro.
CITAS BIBLIOGRÁFICAS
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.Cardozo, F.H. y Faletto, Enzo. “Dependencia y desarrollo en América latina.”Ed. Siglo XXI. México, 1978
. Castells, Manuel, “ La era de la información. Economía, sociedad y cultura. Volumen 1, La sociedad red, Ed. Alianza Editorial, Madrid, 1997
.Claudin, Fernando. “ La crisis del movimiento comunista” . Ed. Ruedo Ibérico, 1970
. DINOT . “ La ocupación social del espacio en Uruguay” Inédito
.DINOT- ITU” Lógicas territoriales del Urugauy agro exportador. Un análisis de implicancias espaciales ded las principales cadenas productivas agroindustriales del país.” Inédito
. Gunder Frank, Andre.” Capitalismo y subdesarrollo en América Latina”. Ediciones Signos,1970. Buenos Aires
. Instituto de Economía, de la Facultad de Ciencias Económicas de la UDELAR. “El proceso económico del Uruguay”.
. Partido Socialista de Uruguay. “Democracia sobre nuevas bases”. Montevideo, 1986
.Preobrazenski, Eugen. “ La nueva economía”. Ed. Ariel, Caracas- Barcelona
Dr. en sociología y abogado Prof Catedrático de Sociología Urbana en la Facultad de Arquitectura UDELAR. Miembro del MAS e integrante del Área Programática del Frente Amplio
El CORAZON DEL PROBLEMA II Parte
Escribe Alvaro Portillo *
En esta oportunidad damos continuidad y ponemos fin a la publicación del trabajo de Alvaro Portillo cuya primera parte apareció en el número 4 de Claridad.
- La propuesta del Frente Amplio
El surgimiento del FA, tal vez el hecho político más importante ocurrido en el Uruguay en todo el siglo XX, se expresó programáticamente en un conjunto de acuerdos asumidos en esa coyuntura por todos los que convergieron en esa alianza.
Estas definiciones estuvieron determinadas por una serie de antecedentes entre los que pueden destacarse: los estudios y propuestas de la CIDE unos pocos años antes, las definiciones del Congreso del Pueblo, y las postulaciones de la CNT a la sazón recientemente conformada.
Fue este un programa en donde estaban presentes diversas nacionalizaciones ( comercio exterior, sistema financiero, ) reformas a la tenencia de la tierra, entre otras propuestas. Estaba también presente la influencia de lo ocurrido en Cuba, en particular con los éxitos iniciales que esa experiencia aportaba.
Este proyecto de país no fue posible experimentarlo, porque a los tres años de la creación del FA sobreviene el golpe de estado con su proscripción. Un programa de gobierno similar fue el de la Unidad Popular chilena, el que sí pudo comenzar a aplicarse aunque rápidamente cancelado por el golpe de estado allí operado.
Los largos años de la dictadura alejaron de las preocupaciones de la izquierda la reflexión y análisis de un proyecto político de desarrollo. Sobrevivir fue lo inmediato .
Este periplo de resistencia va a instalar en el pensamiento y en la acción una muy fuerte valoración del estado de derecho con todo lo que ello implica en materia de funcionamiento de las instituciones republicanas y en especial en lo referido al reconocimiento de los derechos humanos en todas sus manifestaciones.
Algo similar va a ocurrir con la consideración del medio ambiente. Aparece con mucha fuerza la idea de su consideración y protección como parte de una concepción que reconoce a todas las formas de vida como fundamentales y por lo tanto su necesaria protección, la preservación de los distintos ecosistemas como parte de una consideración integral de la Naturaleza en donde los seres humanos apenas componen un eslabón en la cadena de la vida.
Más específicamente en 1989 ocurre un evento político no demasiado previsto, que fue el triunfo del FA en el gobierno departamental de Montevideo. Este logro había estado precedido por la discusión y aprobación de un programa de gobierno departamental en donde hubo que imaginar respuestas concretas al ejercicio del gobierno desde la perspectiva ideológica de los cambios.
Se definió con cierta precisión ( el “documento 6”) la descentralización de la gestión, la participación ciudadana, la recuperación de las funciones estatales en los diversos servicios, la necesidad de una política redistributiva de los recursos ( “ que pague más el que tiene más”).
En esencia el diseño de un programa de gobierno para Montevideo que por primera vez en su historia involucró al FA en pensar con un elevado nivel de concreción los cambios a impulsar.
En paralelo se producía la implosión del bloque socialista con la correlativa ofensiva ideológica postulando el fin de las ideologías, el neo liberalismo como “teoría explicativa” de la economía y el Consenso de Washington en tanto operativa del concierto mundial.
La experiencia de gobierno del FA en Montevideo fue fundamental. Por un lado se ganó la confianza del común de la gente, a partir de observar a un nuevo elenco que nunca antes había gobernado y que no solamente lo supo hacer sino que también comenzó a implementar los cambios que en el programa se habían comprometido.
Por otro lado, el FA en tanto fuerza política empezó a vivir nuevas experiencias: el relacionamiento con la sociedad desde el gobierno, el nuevo estilo de gobernar, la unidad de acción en la gestión gubernamental, asumir las nuevas estructuras jerárquicas características de un gobierno, entre otras.
Estos logros desde la experiencia en Montevideo, empezaron a verse acompañados de cambios en el pensamiento sobre el proyecto político nacional. Sin haber reflexionado mucho al respecto y con un espíritu predominantemente pragmático se fue evolucionando a lo que finalmente se plasmaría en el primer programa de gobierno nacional para las elecciones del 2004 que terminaría siendo el primer compromiso de gobierno nacional implementado desde marzo del 2005.
La realidad nacional para esas fechas atravesaba los impactos altamente negativos de la crisis del 2002.La pobreza se situaba en 2006 en 24% y la indigencia en el 1,4%, el desempleo en un 12%, los servicios de salud en crisis terminal, y todos los referentes institucionales del bienestar social muy debilitados. Con ese punto de partida se registra en el 2016 un 6% de pobreza y un 0.1% de indigencia. El empleo ha oscilado durante todos estos años pero sin llegar a más del 9% en los momentos más difíciles.
Por ello el compromiso programático del 2005 fue en esencia la reconstrucción ( con diferentes criterios a lo hecho en el pasado) del Estado de Bienestar semi destrozado por las políticas neo liberales.
Pero para ello era necesario generar y reasignar muchos recursos. Un inteligente manejo de la deuda, la reforma tributaria, la promoción de inversiones, la búsqueda de nuevos mercados, fueron algunos de los mecanismos implementados con éxito.
Ya en el segundo gobierno del FA ,y muy particularmente en el tercero en curso, pudo constatarse la insuficiencia de los recursos necesarios para la cobertura de las expectativa generadas a partir de los compromisos programáticos ( el 6% para la educación, incremento de recursos para vivienda, mayor asignación presupuestal para la investigación, ampliar y expandir las infraestructuras carreteras, ferroviarias y portuarias, el sistema de cuidados, la reforma de las salud de segunda generación, entre otros).
Los resultados de la gestión del FA son contundentes. En materia del crecimiento del PBI, evolución del salario, pobreza e indigencia, exportaciones, inversión nacional y extranjera, los logros son por lejos los mejores en comparación con los demás gobiernos progresistas, y de manera contundente en comparación con los gobiernos conservadores de la región.
Vale la pena detenerse un poco aunque sea para mencionar el conjunto de reformas que han hecho posible la construcción de un país claramente distinto al de 2005.
. Reforma laboral ( reinstalación de los consejos de salarios y formulación de nuevos marcos regulatorios)
- Reforma tributaria
- Reforma de las salud
- Reforma de la Seguridad social
- Reforma de la educación
- Reforma de las telecomunicaciones
- Reforma de la matriz energética
- Reforma del sistema financiero
- Reformas en derechos humanos
- Reformas en la generación del conocimiento
- Reformas en la defensa del medio ambiente
- Reformas en la seguridad interna
- Reformas en la administración de justicia
Es realmente la reconstrucción de un país destrozado como lo era en el 2005, pero en un rumbo muy diferente al desarrollo institucional histórico anterior. Un Uruguay muy distinto se fue generando, en donde las cifras de la mayoría de sus indicadores lo posicionó en el primer o el segundo lugar de toda la región latinoamericanas, conformándose un nuevo escenario social y cultural.
Entre las características más sobresalientes de este nuevo Uruguay, hay que destacar el desencadenamiento de nuevas expectativas en el campo de los satisfactores materiales.
La bonanza – aún insuficiente- y la satisfacción de las necesidades básicas- aún en proceso- han alimentado nuevos requerimientos en función de otros horizontes de vida en el nuevo contexto de país.
Se ha dicho y con razón, que buena parte del éxito de las políticas del FA en todas sus manifestaciones no se vieron acompañadas de una propuesta de vida distinta al proyecto de consumo desenfrenado característico del capitalismo
En este punto es donde se sitúa el corazón del problema. ¿Cómo es posible financiar todas estas expectativas?
Durante más de un siglo la izquierda contaba con la expropiación de los medios de producción y en general de toda la riqueza ( los recursos naturales, el ahorro nacional, los activos fijos existentes, etc) a partir de los cuales comenzar el denominado proceso de acumulación primitiva socialista para la satisfacción de las necesidades sociales básicas y el comienzo de un proceso sostenido de desarrollo y crecimiento de las fuerzas productivas.
Ello fue lo que se hizo en las revoluciones triunfantes. Ya se vio que a excepción de China y Vietnam que redefinieron su proyecto de país ( una perestroika exitosa) , y el caso de Cuba que languidece una crisis de la que no sale con un futuro muy incierto, queda claro que en un país como Uruguay no hay condiciones para una toma violenta del poder con sustitución del marco normativo y genérica expropiación de la riqueza.
Es más, cabría preguntarse si ello sería un objetivo deseable. Todo indica que a partir de lo experimentado por quienes transitaron ese rumbo no es lo aconsejable ni lo deseable.
El camino iniciado por el progresismo en Uruguay supone diseñar los cambios sociales, políticos y culturales en un contexto capitalista. No está en la agenda la destrucción del capitalismo. Es casi inobjetable que ello en el presente la sociedad uruguaya no lo quiere, pero además, la escala de país y la intensa integración que plantea el sistema capitalista a nivel mundial, no haría posible ese objetivo.
¿ Ello implica asumir al sistema capitalista hasta el fin de los tiempos? La crítica originada por Marx hace ya casi dos siglos sigue plenamente vigente. Todo lo que los clásicos del socialismo científico no pudieron ver en el siglo XIX en materia de destrucción de los recursos naturales, incremento exponencial de la explotación, incremento de la desigualdad, profundización de la crisis cultural y moral, reclaman en el presente continuar soñando con la superación del capitalismo.
La experiencia del FA en el gobierno ( hoy nacional y departamentales) indica que es posible avanzar en el cumplimiento de objetivos de justicia social, igualdad y fraternidad en una difícil convivencia con la lógica capitalista.
Ello encierra una serie de supuestos que si no se les tiene debidamente presentes es imposible imaginar alternativas. El contexto capitalista implica alentar el desarrollo de las fuerzas productivas en el entendido de la propiedad privada de los medios de producción. Habrá que hacerlo con claros marcos regulatorios en el campo de las relaciones entre el capital y el trabajo, en lo referido a la protección del medio ambiente, en el aliento a la inversión, entre otras cosas.
Desde la perspectiva de un proyecto de país en donde la justicia social, la solidaridad y la igualdad son aspectos cruciales, el desarrollo en un contexto de mercado, es lo que marca el rumbo de la relación del Estado ( representante de los intereses generales de la sociedad) con los distintos agentes económicos que actúan en función de la ganancia capitalista.
Por lo tanto la búsqueda de los recursos necesarios para seguir avanzando en las reformas que el proyecto político de los cambios requiere, habrá de hacerse en parte por la acción directa del Estado captando recursos de toda la sociedad o produciendo directamente bienes y servicios, pero ello siempre será insuficiente.
Es indispensable la inversión privada nacional y extranjera como el otro motor del crecimiento económico. Para ello hay que tener la sabiduría de generar un escenario de confianza que atraiga a quienes quieren invertir, acompañado de una política rigurosa y responsable de seguimiento y control de la evolución de la inversión obtenida.
En un contexto planetario en donde todos compiten por inversiones, Uruguay ofrece importantes atractivos en la explotación de sus recursos naturales que si se lo acompaña de una política responsable de defensa de los intereses nacionales puede convertirse en un atractor importante.
Ello fue lo que ocurrió. Ello es lo que explica por qué la inversión extranjera directa ha encontrado en Uruguay uno de los lugares más atractivos de toda la región latinoamericana.
Este voluminoso caudal de capital llegó al país y se materializó en múltiples emprendimientos la mayor parte de ellos arraigados en activos y con importantes logros en la generación del empleo. Adicionalmente en muchos casos de proyectos de inversión se observa incorporación tecnológica desconocida en el país con anterioridad. Es importante destacar que en el caso de la inversión extranjera el 58% de lo generado fue reinvertido, destacándose el Uruguay como el segundo país de la región en porcentajes de reinversión.
En el caso de la inversión extranjera hay que agregarle el adicional de acceso a mercados a los que ya están integrados esos capitales.
Para que todo esto funcione es indispensable un Estado que sea minuciosamente regulador ( en lo referido al medio ambiente, en la legislación laboral, en el destino de los excedentes, de la orientación en la localización , en la generación de empleo) y además protagonista directo en diversos campos de la producción de bienes y servicios.
En ocasiones hay áreas de la economía en las que la presencia del Estado se justifica porque puede llegar a tener un desempeño exitoso, con los efectos positivos de generar recursos. En otras ocasiones se tratará de campos estratégicos del desarrollo en los que el capital privado no está interesado o directamente no es conveniente que en esas áreas exista el ánimo de lucro.
El Estado uruguayo en parte heredado de lo que fuera la construcción del batllismo y en parte generado en el presente progresista, ya dispone de una amplia y robusta estructura institucional para el cumplimiento de estas funciones. Tal vez sea necesario además de consolidar y fortalecer lo existente, continuar un proceso expansivo accediendo a nuevos campos de actuación en la propia economía.
Queda claro que el esquema existente no se orienta a la plena estatización. Ello además de no ser políticamente posible, ya fracasó. Es necesario un Estado muy potente pero no totalitario, que sea capaz de dialogar y coexistir con el capital privado.
Esto ya existe y se ha demostrado no solamente como posible sino también exitoso. Es el caso de Singapur, Finlandia, Noruega, por ejemplo, en donde esta compleja combinación se ha hecho posible aunque siempre implicará un difícil equilibrio que estará pautado por las especificidades de la historia nacional.
Es así pues, que el factor material que puede hacer posible la materialización de las expectativas de la sociedad uruguaya hay que ubicarlo en este esquema productivo dual o de economía mixta.
Mucho se ha hablado de la primarización de la economía en este modo de desarrollo operado. Merece detenerse un poco al respecto.
Históricamente a lo largo de casi todo el siglo XX Uruguay desarrolló una débil industria sustitutiva de importaciones que solamente pudo ser sostenida por la importante renta agraria generada a partir de la carne y la lana. ( Inst. de Economía- UDELAR, 1971)
Ello hizo posible una sociedad económicamente dependiente en lo fundamental de dos productos con una estructura agraria dominada por una oligarquía terrateniente propietaria de grandes latifundios, con los que coexistía una vastedad de pequeños productores en condiciones de subsistencia.
Uno de los factores más retardatarios de este esquema productivo era la incapacidad para reinvertir por parte de los agentes productivos agropecuarios, los que mayoritariamente orientaban sus excedentes al consumo suntuario o a la emigración de los capitales.
Ese escenario sí era efectivamente una muestra de primarización en permanente proceso de estancamiento apenas mitigado por las políticas redistributivas que hicieron posible un desarrollo urbano y un Estado de Bienestar a medida de una sociedad muy pequeña y con débil crecimiento demográfico.
¿Es la realidad actual una economía primarizada? Efectivamente la mayoría de la riqueza generada se da en la explotación de las materias primas del espacio rural. Con una diferencia: en la actualidad junto a la carne y la lana, se ha desarrollado la cadena láctea, la cadena de cultivos de secano, la cadena del arroz, y la cadena forestal. Todas ellas reúnen un 75% de la producción agropecuaria.
Complementariamente existen y también han tenido un desarrollo la citricultura, la vitivinicultura, la horticultura, el olivo, la industria avícola, entre otros.
En las principales cinco cadenas productivas ( arroz, carne, forestación, leche y soja) trabajan más de 100 000 personas con un elevado nivel de formalización, remuneraciones superiores a las históricas y lo que es más importante, la notoria mayor calificación que implican estos nuevos empleos.( DINOT, 2017)
Con notorias diferencias en el peso relativo de cada una de esas fases en cada una de las cadenas, hay agregado de valor en todas ellas. Seguramente es posible avanzar mucho más en este agregado de valor, pero ello no invalida el rumbo trazado. Se puede decir que están echadas las bases para el desarrollo de una agro inteligencia.
Hay que tener presente el paisaje cultural y económico del Uruguay del siglo XX: vastas extensiones de latifundios con un rodeo ganadero escasamente mejorado, prácticamente sin ningún cultivo. Socialmente un contingente de trabajadores rurales anclados en las unidades productivas muchas veces con modalidades semi feudales en sus condiciones de trabajo. Complementariamente los denominados “pueblos de ratas” salpicados en los márgenes de las estructuras latifundistas sobreviviendo en condiciones infrahumanas.
Ese fue el escenario que la izquierda durante todo el siglo XX denunció y luchó para su superación. La realidad actual ofrece un panorama en donde la mayoría del trabajo vinculado a las cadenas productivas ha mejorado tanto en su calificación como en su remuneración, así como en las condiciones mismas del trabajo.
En cuanto a la localización se observa una continuidad de la migración hacia la ciudad, pero ya no más hacia Montevideo a engrosar los cinturones de pobreza. Los actuales migrantes de las áreas rurales se ubican mayoritariamente en las ciudades de más de 10000 habitantes y en particular en las capitales departamentales ( que son las de más de 20000 habitantes) de acuerdo con el Gráfico 1. Ello se acompaña con una notoria mejor calidad de
vida que se expresa en el acceso a servicios educativos, de salud y culturales inaccesibles en el espacio rural.
Fuente: DINOT- MVOTMA
Las transformaciones ocurridas en el campo de la producción agropecuaria han impactado en la estructuración del territorio. La tradicional gravitación de Montevideo y su zona metropolitana atrayendo permanentemente población del interior, se ha detenido relativamente. El abandono de los espacios rurales – que continúa como en el pasado- se vincula más con el traslado a centros urbanos de más de 20000 habitantes. ¿ Es ello algo malo? ¿Acaso no es posible una mejor calidad de vida para los “nuevos “ trabajadores rurales en estos espacios debidamente provistos de los bienes y servicios necesarios?
El problema principal es la retención en el espacio rural de los pequeños y medianos productores ( en todas sus modalidades productivas) y ello se logra exclusivamente con políticas que específicamente apoyen a estos productores ( precios, financiamiento, asistencia técnica, etc)
Los atributos naturales del Uruguay lo destacan como un país con una gran riqueza en sus recursos. Es el país de América Latina con el porcentaje más alto de tierra fértil explotable. A partir de ello es que surge la posibilidad de generar una renta agraria de significación.
Se trata de alentar el crecimiento de esa renta agraria como motor del desarrollo. En primer lugar para hacer posible la construcción de un país más justo y solidario, pero a nivel de la economía, permitir el desarrollo de procesos industriales y de servicios que contribuyan a la diversificación de la economía ,todo ello con los máximos resguardos al medio ambiente y la preservación de los recursos.
Piénsese a vía de ejemplo en el desarrollo del turismo, la reforma de la matriz energética la que además de los beneficios internos proyecta al país como exportador de energía, el desarrollo de la logística de las telecomunicaciones, el afianzamiento de Uruguay como hub regional desde sus infraestructuras portuarias, y sobre todo el desarrollo creciente de la industria del software que lo ubican al Uruguay como uno de los principales exportadores en ese rubro a nivel de la región latinoamericana.
Todo este paquete productivo es el que explica el crecimiento del PBI, conjuntamente con las políticas que lo hicieron posible. Políticas que en ocasiones fueron de tipo regulatorio, pero que también estuvieron acompañadas de un protagonismo directo ( caso de las telecomunicaciones,la energía, los combustibles, los puertos ,el sistema financiero, el comercio exterior, etc)
Lo que sí ha quedado fuera del análisis y como carencia fundamental es el factor cultural y moral de este proyecto político.
La inacción en este tema, hace posible la plena internalización de los valores y la cultura inherentes al capitalismo en su actual fase informacional. Con ello se observa la paradoja de un proyecto de país que funciona en el ámbito de su economía con las características señaladas, pero en el campo de la subjetividad social expresa enteramente el proyecto cultural hegemónico capitalista.
En el centro de esta matriz cultural se destaca la constante inducción al consumismo desenfrenado, acompañado de valores individualistas llenos de egoísmo e indiferencia por el prójimo en un paradigma de hedonismo autista. He ahí buena parte de la angustia tan presente en todos los grupos sociales, producto de la frustración sistemática por el carácter inalcanzable de las metas individuales. Adicciones, violencia doméstica, sicopatías varias, depresión, entre otras cosas, expresan la paradoja del bienestar.
Esta ha sido la mayor ausencia del proyecto frente amplista. Es allí donde urge debatir, elaborar y actuar desde la fuerza política y en un regreso a la acción molecular en la sociedad. Se trata de repensar el proyecto de vida.
- La construcción del futuro requiere convencimiento y sabiduría
¿ Por qué a veces las diferencias al interior del FA parecen tan agudas? A falta de un debate franco y sin prejuicios, hay que agregar ciertas cadencias que dificultan el avance en el campo de las ideas.
El periplo histórico del FA ofrece una presencia significativa de un estado subjetivo que podría denominarse como una cultura de la resistencia. Años de resistencia primero a la dictadura constitucional, luego a la dictadura cívico militar, posteriormente a los largos años de gobiernos democráticos de los PPTT signados por sus políticas neo liberales ajenas a cualquier preocupación de justicia social y con el propósito de debilitar el Estado para la plena hegemonía del mercado, fueron factores determinantes para la consolidación de esa cultura de resistencia.
Una actitud de permanente desconfianza y radical rechazo hacia diversas políticas que en su mayoría contradecían el interés general de la sociedad uruguaya.
Teniendo presente los avatares ocurridos a nivel internacional tanto en el campo de las ideas como en los cambios políticos concretos (como la implosión del socialismo) no quedó mucho espacio para una reflexión creativa. El desarrollo emprendido por los gobiernos del FA no fue una clara concreción de una teoría previamente discutida y formulada, sino un proceso esencialmente pragmático, en donde lo central fueron los propósitos democratizantes, de justicia social y de solidaridad humana.
En la médula de este proceso está la necesaria reflexión acerca de cómo concebir la convivencia con la economía de mercado y el sistema capitalista en general. Una búsqueda compleja y con pocos antecedentes que con frecuencia se puede incurrir en una perpetuación de la lógica capitalista, o en el otro extremo, en una aceptación del mercado como algo meramente transitorio que habrá de desaparecer en un lapso breve con la destrucción del sistema capitalista.
Ni una cosa ni la otra. Queda claro que los grandes propósitos políticos y culturales señalados requieren de recursos para su efectivización. Para ello es ineludible la inversión pública y la inversión privada nacional y extranjera; sin ello no hay crecimiento económico que es el único sustento que hace posible todo lo demás.
Ya se ha dicho que no hay condiciones para una acumulación primitiva socialista a partir de procesos de expropiaciones y confiscaciones como en su momento se hiciera por quienes transitaron ese proceso. Por lo tanto se trata de garantizar el funcionamiento de la economía en un contexto capitalista pero con determinados marcos regulatorios y cauces sociales y económicos preestablecidos.
Tal vez es posible prefigurar con ello una cierta mutación hacia un esquema tendencialmente de capitalismo de Estado del tipo de lo que ocurre en los países asiáticos ( incluidos China y Vietnam).
Reflexionar de esta forma persigue clarificar un rumbo estratégico que le pueda dar sentido a la acción de la coyuntura.¿ Es ser revolucionario en el presente aferrarse ciegamente a ideas del pasado hoy impracticables? . Se trata de reafirmar con mucha precisión los objetivos últimos de la acción política referidos esencialmente a la condición humana y a la sociedad distinta deseada e imaginada, y desde allí identificar los pasos en la coyuntura.
La misma idea de revolución hay que indagarla. ¿Estamos frente a la tarea de destruir en un solo acto al orden burgués y desde la violencia revolucionaria gestar el advenimiento de una sociedad socialista?
Esto ya se intentó y no funcionó. Tal vez el desafío es encarar un proceso mucho más lento pero de mayor firmeza que permita ir construyendo sobre nuevas bases (Partido Socialista del Uruguay, 1986) un verdadero desarrollo humano que encarne un proyecto cultural revolucionariamente distinto.
El horizonte socialista hay que verlo en la perspectiva de la profundización de los cambios iniciados y muy especialmente desde la brújula de un ideario radical en materia de justicia social y solidaridad como los grandes propósitos que permanentemente habrán de estar orientando las medidas concretas de gobierno.
Con base en todo lo ocurrido hablar hoy de socialismo implica abandonar la mayoría de las fórmulas económicas y sociales ensayadas a su nombre: la dictadura del proletariado, la rígida planificación central ( el gosplan), la ausencia de un Estado de Derecho, la ausencia de libertades de todo tipo que caracterizaban a esos regímenes, la entronización de una casta burocrática ejerciendo el domino, entre otras cosas. Todo ello falló. Hay que saber aprender de la experiencia efectivamente realizada.
Tal vez en la actualidad sea más necesario conocer y estudiar más en detalle las experiencias socialistas reconvertidas y que se ofrecen relativamente exitosas a nivel económico y social.
Pensar en el presente el socialismo es reafirmar los esenciales propósitos de justicia social y freternidad en una sociedad que tendencialmente sea capaz de generar los mecanismos adecuados para la redistribución equitativa del excedente económico, seguramente conviviendo distintas formas de la propiedad de los medios de producción.
¿ El final del capitalismo está próximo? ¿El socialismo es hoy una demanda de la sociedad? Con respecto a lo primero es muy difícil predecirlo. Tal vez sea necesario tener muy presente la reflexión de Marx en el Prólogo a la Crítica de la Economía Política
“... Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues bien miradas las cosas vemos siempre que esos objetivos sólo brotan cuando ya se dan o, por lo menos se están gestando, las condiciones materiales para su realización…”
Con respecto al socialismo, sigue siendo un sueño atrapante pero que en el presente es muy difícil definir. Sí es posible identificar caminos que permitan avanzar en esa dirección y por lo tanto generando las condiciones materiales de una nueva formación social. La radicalidad de la actitud revolucionaria se expresa en la férrea voluntad de avanzar sin claudicaciones en esa perspectiva
- Algunas tareas para avanzar
- Una economía mixta en clave nacional
En atención a todo lo manifestado anteriormente, se entiende la necesidad de reafirmar este carácter mixto de la economía. Ello no implica una actitud vergonzante sino todo lo contrario la defensa de un camino que ha permitido llegar a donde se llegó y que precisamente la oposición conservadora seguramente habrá de desandarlo en caso de regresar al gobierno. Los gobiernos conservadores de Argentina y Brasil con diáfana claridad muestran el claro propósito restaurador de un orden económico neo liberal.
La derecha conservadora del Uruguay es incapaz de pronunciarse dada su actitud vergonzante ante el credo neo liberal, pero en esencia ese es su rumbo, por lo que es de capital importancia defender el camino iniciado que es sin lugar a dudas otro muy diferente.
Postular la necesidad del crecimiento económico y las cuentas nacionales saneadas no es malo en sí mismo. No es posible sostener ningún proyecto con déficits crónicos. Lo que sí puede ser un gran error es la falta de diálogo en la construcción de los difíciles consensos a construir.
Considerar avanzar en las transformaciones deseadas en el campo de lo social y de lo económico, requiere recursos. Para ello corresponde crecer económicamente impulsando el desarrollo de las fuerzas productiva par a lo cual se requiere inversión productiva. Esta inversión solamente puede venir de los capitales privados y de la inversión pública. No es posible concebir todos los cambios comprometidos exclusivamente con los recursos del Estado.
Para que esta mixtura sea posible tiene que existir un escenario que atraiga efectivamente a los capitales y ello implica costos y concesiones. Se trata de trazarse un rumbo en donde ese difícil equilibrio no ponga en riesgo las inversiones ni claudique innecesariamente ante los requerimientos del capital.
¿ Se vive una época en donde el capitalismo comienza a agotarse? Hay indicadores muy fuertes acerca de diversas contradicciones progresivamente insalvables , no obstante no es posible pronosticar nada. Ya la izquierda se equivocó en varias oportunidades pronosticando el fin del capitalismo.
En el campo de la economía es posible y necesario el impulso a la economía social. Hay en ello una apuesta a formas distintas de producir en donde no solamente se satisfaga la producción de ciertos bienes o servicios necesarios, sino también se promueva una forma distinta de darle sentido al trabajo.
Hay en esto un muy importante factor cultural que condiciona el éxito de cualquier emprendimiento de la economía social. Se necesita un cambio radical en la forma de encarar el trabajo. No se trata de generar trabajo para quienes lo necesitan. Hay que agotar esfuerzos en educar acerca de la distinta naturaleza de esta forma económica, de lo contrario – como ya ha ocurrido- el fracaso llega rápido.
Tampoco es posible encarar bajo esta modalidad cualquier actividad. En cada momento histórico y de acuerdo a los procesos sociales en curso, surgirán los ámbitos en los cuales la economía social pueda desenvolverse con mayor fluidez.
Una buena forma de encarar la interpretación de la economía mixta deseada es hacerlo en “clave nacional”, es decir, de acuerdo a los derroteros históricos transitados. El Uruguay ya supo construir una específica forma estatal sobre la que se ha venido edificando en el período frenteamplista toda una nueva y renovada ingeniería institucional. Este es entonces un rumbo adecuado para convivir con los actores propios del capitalismo intentando siempre en un difícil equilibrio promover el desarrollo de las fuerzas productivas en tanto el sostén del proyecto de sociedad deseado.
Por lo tanto, el carácter mixto de la economía no es algo cristalizado en el tiempo, sino lejos de ello una búsqueda llena de pragmatismo coyuntural pero inscripta en una estrategia claramente definida.
El discurrir de los componentes estructurales de la sociedad siempre ha dejado espacio para la voluntad consciente de las personas. La historia es una historia de posibilidades y no de fatalidades, y es allí donde la voluntad humana juega un papel crucial.
- El país agro inteligente
El desarrollo agropecuario emprendido requiere ante todo un resguardo medio ambiental muy riguroso y responsable. Como se dijera, la multiplicación de la renta agraria es la consecuencia de una mayor productividad con los efectos intensivos en el uso de los recursos naturales. Por lo tanto hay que generar el conocimiento ecológico necesario que hoy no se dispone plenamente y se deben multiplicar los esfuerzos de seguimiento y controles a los diversos procesos productivos.
El caso del riego es emblemático. ¿ Quién puede negar que el riego no es necesario para incrementar la productividad de los suelos? El problema es que ello no puede encararse a costa de un deterioro irreversible del ambiente como lo indican destacados investigadores de la UDELAR. Asimismo, se trata de promover el riego prioritariamente hacia aquellos productores con mayores dificultades dadas las dimensiones de los predios.
La diversificación productiva operada requiere ineludiblemente incrementar los procesos de agregado de valor, en especial con la industrialización. En la actualidad, la cadena productiva de la soja es la más pobre en la fase industrial. Es imperioso la intervención del Estado en la promoción y aliento en ese sentido.
En el caso de la cadena forestal, surge el problema de la debilidad relativa de la industria forestal de aserrío. El gran desarrollo de la industria forestal de celulosa, está poniendo en peligro la otra expresión de la cadena. Es allí también donde desde el Estado se deben de implementar acciones concretas que permitan un mayor desenvolvimiento de la industria forestal de aserrío.
En el caso de la celulosa, corresponde asumir la necesidad de una política de aliento al desarrollo de la celulosa en el ámbito nacional a partir de las múltiples aplicaciones que son posibles.
En la cadena de la carne, el eslabón más débil es de los productores criadores. Es allí donde se puede promover una serie de cambios que mejoren la productividad por predio con lo cual es posible incrementar la producción en general y en especial mejorar las condiciones de los pequeños y medianos productores criadores.
Asimismo, la estrategia puesta en práctica de apoyo a los pequeños y medianos productores debe de continuar y de ser posible profundizar. La acción del Instituto de Colonización es vital para la transferencia de la tierra así como la gran cantidad de programas de fomento como los que desarrolla la Dirección de Desarrollo Rural del MGAP. Tal vez lo que debiera mejorarse es la acción social y política con todo ese universo de productores beneficiados para ganarlos en el apoyo al proyecto de país.
Un paralelismo revelador es lo que ocurre con la legislación laboral en general. Los grandes cambios incorporados han tenido un correlato en el movimiento sindical que se expresa en un reconocimiento del enorme valor que encierran esos cambios, y por lo tanto una voluntad manifiesta de su defensa.
Los gobiernos del FA asignaron más tierra que todo lo que hizo el Instituto de Colonización desde su creación ¿ quiénes defienden esa política?
- Un Estado fuerte pero flexible
Como ya se dijera ,el Estado debe de desempeñarse como regulador y como actor. Hay diversos ámbitos de la economía y en general de la vida nacional, en los que el Estado no solamente habrá de seguir actuando, sino que seguramente lo hará de manera más intensa,
Es el caso de la educación, de la salud, de la investigación, de la pomoción cultural, entre otros, los que sin perjuicio de convivir con expresiones de agentes privados, su papel rector continuará determinante.
Un capítulo aparte requiere el análisis de las empresas públicas. Con motivo de una oposición sistemática y preferentemente orientada a una capitalización política mezquina, mucho se ha tematizado acerca del sentido de las empresas públicas.
Ante todo hay que afirmar que se trata de una de las mejores herencias existentes en el Estado uruguayo del presente. Su defensa es indiscutible y fue en el pasado uno de los logros más valiosos de las luchas populares.
Hay que tener presente para insertar a las EP en una estrategia de desarrollo algunos aspectos de su naturaleza. Se trata de entidades que deben conjugar en su funcionamiento tres aspectos fundamentales : sustentabilidad económica presupuestal, generación de excedentes que aporten a la gestión estatal en su conjunto y una perspectiva que implique una modalidad diferente de emprendedurismo.
Con respecto a esto último, se trata de asumir como objetivo fundamental el éxito de la empresa, entendiendo por tal el cumplimiento de las metas previstas y no el lucro como ocurre en la empresa privada. La diferencia esencial entre ambas modalidades de emprendimiento radica en esa diferente perspectiva.
En la medida que las EP se desempeñan en el mercado ( a veces en régimen de monopolio y otras en competencia) deberán de saber adaptarse a las características de la gestión empresarial en toda su evolución. Por ejemplo, no es posible que los bancos estatales gestionen diferente a los privados ( en cuanto a innovaciones de gestión), ni que el manejo de las telecomunicaciones estatales no incorpore las modalidades desplegadas en el mercado ( plan de negocios, marketing, desarrollos tecnológicos, etc).
El pasado reciente de las EP ofrece resultados dispares; el caso de UTE y ANTEL son ejemplos de una actuación emblemática del modelo. El caso tan controvertido de ANCAP ofrece algunas falencias en la gestión, pero hay que rescatar el volumen de inversión realizada que permitió salvar a la empresa de su liquidación , el proyecto sucroalcohelero con articulación a través de ALUR, la desulfurizadora, las inversiones en la industria del cemento, entre otras son muy destacables y dignas de ser reafirmadas.
En general la realidad del mercado exige una cierta modalidad de gestión que es muy difícil de evitar. Se trata de conjugar formas societales de derecho privado con capital mayoritario de la empresa pública madre, desarrollar una gran flexibilidad que permita adecuarse a las realidades cambiantes, y en general no perder la eficaz capacidad de adaptación. Esta operativa ágil y flexible tiene que estar acompañada de intensos controles que sin entorpecer la gestión le den transparencia.
Es importante advertir que es necesario la creación de nuevas EP, como por ejemplo en el ámbito del complejo agro alimentario. Allí es necesario un ente testigo que evite la fijación de precios en posición dominante por parte de los eslabones fuertes de las cadenas productivas, y a su vez contribuya a determinados desarrollos tecnológicos deseados.
Otro ejemplo en el ámbito estatal en términos de un accionar protagónico es el caso del servicio exterior. Se trata de una valiosa red distribuida por todo el planeta que pudiera jugar un papel mucho más activo en la promoción económica, comercial y cultural del país. Hoy las gestiones diplomáticas están concentradas en la cabeza del sector, es decir, el Presidente de la República y el Canciller. Si bien ello habrá de mantenerse porque se ha transformado en un estilo generalizado, la red del servicio exterior pudiera y debiera jugar un papel mucho más proactivo en los territorios en los que se asienta.
Ello requiere indefectiblemente una profunda reestructura del servicio exterior que modifique sustancialmente su naturaleza actual.
Hay asimismo otras áreas del Estado que requieren profundas modificaciones. Es el caso de las Fuerzas Armadas en donde es de lamentar cómo aún no se ha avanzado lo suficiente para la definición de una nueva visión y misión , un redimensionamiento correlativo y un adecuado equipamiento para el encare de las nuevas y viejas tareas que se definan.
En suma, el Estado debe ser algo aún mucho más relevante que el “escudo de los débiles” como lo definiera en su oportunidad Batlle y Ordoñez. Se trata de la columna vertebral del proyecto de cambios, por ello es que la derecha insiste machaconamente con su recorte y debilitamiento. "Bajen el costo del Estado”, reducir el gasto público, el Estado no sabe gestionar, los políticos deben irse y entregar la gestión a técnicos, etc.
Pero es muy importante aclarar que el Estado que necesita el proyecto de los cambios es un Estado de Derecho en el contexto de una democracia republicana representativa. Esta es y debe seguir siendo una idea fuerza intransable. Hoy es la izquierda en Uruguay la que debe de ser ( y de hecho lo es) la principal defensora de la democracia.
En un pasado se cometió el gran error de no comprender el valor de la democracia por entender que se trataba de un engaño de las clases dominantes. Eso le costó muy caro a la izquierda marginándola del acceso al gobierno. Fue el aprendizaje en la lucha contra la dictadura y el fracaso de los regímenes socialistas los que hicieron posible la incorporación en el código genético de la izquierda el reconocimiento de la democracia como un escenario para los cambios.
Ello tiene sus limitaciones. Respetar el juego democrático implica apegarse a normas y ejercer diáfanamente el Estado de Derecho. El FA ello lo ha venido haciendo de manera impecable por ello es que el carácter democrático de esta fuerza política es ampliamente reconocido.
Preservar este bien ganado prestigio, implica no ceder ante atajos como el fin justificando los medios, o el culto a la personalidad intentando eternizar en los cargos de gobiernos a dirigentes políticos reconocidos. Es el pueblo el primero en rechazar todos estos intentos y para muestra véase lo que ocurre en los países de la región en los que ha habido y hay intenciones de perpetuación en el gobierno.
4.4.Un proyecto cultural diferente
Se ha dicho y con razón que el FA a través de su gestión ganó las principales batallas para el logro de un desarrollo humano integral. Pero, la batalla cultural la ha venido perdiendo.
Sigue hegemonizando con carácter naturalizado la cultura del orden capitalista, con lo cual buena parte de la conformación de la subjetividad social se estructura a partir de los valores y la perspectiva cultural del capitalismo.
En ello radica buena parte de la explicación del por qué de la separación del FA con respecto al conjunto de la sociedad.
Concebir una estrategia en este campo de la cultura requiere la convergencia de un proyecto educativo, una política de comunicación y muy especialmente un conjunto de definiciones culturales y acerca del proyecto de vida, que la fuerza política debe discutir y asumir.
Si la perspectiva es el consumismo desenfrenado y los valores egoístas de la individualidad de nada sirve avanzar en un desarrollo humano aún alcanzando logros contundentes como en cierta forma ha venido ocurriendo. Todo ello termina naturalizándose y pasan a ocupar el lugar de las preocupaciones y demandas nuevas aspiraciones.
Este cambio cultural requiere como telón de fondo una cierta claridad acerca de adónde se quiere llegar. Es indispensable avanzar en esa definición. Para ello hay que atender rigurosamente los problemas y las demandas del presente pero en simultánea delinear un futuro cautivante. Con un presente retaceado por las limitaciones presupuestales y sin un futuro claramente definido la suerte del FA está hipotecada. Es lo que ya les pasó a los gobiernos progresistas de América Latina. No necesariamente debe de ocurrir lo mismo en el Uruguay porque el capital político que implica la mera existencia del FA permite ser optimista.
Un componente de este indispensable cambio cultural es la defensa y el ejercicio de la ética. En política buena parte de la credibilidad de los actores políticos radica en su coherencia ética. Ello es algo que merece ser observado pero además cultivarlo como una señal de identidad. La lógica cultural dominante alienta un doble discurso por lo que es imperioso ser inflexible en este tema. Al propio FA le falta elaborar un código de ética que sea permanentemente difundido y discutido como guía de la acción.
Existen a nivel de la sociedad diversas voces que postulan valores diferentes a los dominantes. Distintas expresiones religiosas, manifestaciones artísticas , grupos de jóvenes que postulan una relación distinta con el medio ambiente, figuras de la sociedad civil o de la propia sociedad política como es el caso de Pepe Mujica, han señalado la posibilidad y la necesidad de este camino diferente. Lo que ha faltado es una articulación política que le de sentido y concreción a la voluntad de cambio.
Repensar el sentido de la vida en un proyecto de cambios, es quizás uno de los mejores caminos para encontrar un diálogo fecundo con los jóvenes del Uruguay. El país que el FA ha venido construyendo con bases tan sólidas es el que ellos van a heredar, por lo tanto es con las nuevas generaciones que hay que inventar el futuro.
CITAS BIBLIOGRÁFICAS
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Dr. en sociología y abogado Prof Catedrático de Sociología Urbana en la Facultad de Arquitectura UDELAR. Miembro del MAS e integrante del Área Programática del Frente Amplio